
Magda Goebbels, la primera dama del régimen nazi y su origen judío.

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Jordi Mata, licenciado en Historia Contemporánea y escritor. De todas las mujeres que rodearon a Hitler, la más sorprendente y cautivadora, la más fanática y entregada a la causa fue Magda Goebbels, la esposa del ministro de Propaganda Joseph Goebbels. Pero, ¿Cómo se unió esta mujer al partido nazi? ¿Cómo conoció a Joseph Goebbels? ¿Qué tipo de admiración ciega sentía por Hitler? ¿Por qué fue considerada como la primera dama del régimen nazi? ¿Qué sorprendentes datos sobre su pasado han salido a la luz recientemente?
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La llegada de Hitler al poder en Alemania en 1933 supuso el inicio de uno de los episodios
más dramáticos en la historia de la humanidad. En este sentido, millones de alemanes fueron
seducidos por el discurso de Hitler y por los ideales nazis. Este es el caso de Magda
Goebbels, una ferviente seguidora de Hitler y del nacionalsocialismo, y la esposa y confidente
del temible ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, uno de los hombres más temibles
de todos los tiempos, cuyas campañas de persecución a los judíos allanarían el terreno para
un derramamiento de sangre sin precedentes en toda Europa. Precisamente, Magda Goebbels
fue bautizada y condecorada por el propio Führer como la madre modelo del Tercer Reich.
Pero ¿cómo se unió esta mujer al partido nazi? ¿Cómo conoció a Joseph Goebbels?
¿Qué tipo de admiración ciega sentía Magda Goebbels por Hitler? ¿Por qué fue considerada
como la primera dama del régimen nazi? ¿Qué pudo pasar por su fanática mente para llegar
a tomar la decisión de asesinar a sus seis hijos en el búnker de Hitler? ¿Qué asombrosos
y sorprendentes datos sobre su pasado han salido a la luz recientemente? Para responder
a estas y otras cuestiones, tenemos con nosotros esta noche en Luces en la Oscuridad al profesor
Jordi Mata, licenciado en Historia Contemporánea y escritor.
Profesor Mata, buenas noches. Buenas noches a todos.
Y bienvenido. Gracias.
Para empezar, y antes de indagar en el sorprendente pasado de Magda Goebbels, que fue considerada
como la primera dama del nazismo, vamos a conocer primero su entrada e importancia en
dicho régimen, si te parece bien. Y en este sentido podríamos iniciar una pregunta, pues
no sé, ¿cómo se unió esta mujer al partido nazi? Como pregunta inicial. Y fue a partir
de conocer al que sería su marido y ministro de propaganda, Nazi Joseph Goebbels.
Bueno, pues se puede decir que llegó al partido nazi por aburrimiento.
¿Por aburrimiento?
Sí, porque hablamos de una mujer joven. Magda nació en 1901 y en el verano de 1930,
septiembre de 1930, pues, digo, en parte por aburrimiento, en parte por curiosidad, se dejó
caer en un mitin que se hacía en el Palacio de Deportes de Berlín, organizado por el
partido nazi. Un mitin que congregó unas 15.000 personas y en el que el orador principal
era Joseph Goebbels, que quedémonos con la fecha, 1930, los nazis todavía no habían
llegado al poder. Lo cierto fue que quedó impresionada por la personalidad de Goebbels,
por su forma de hablar, era un tipo cultivado, tengámoslo en cuenta, alguien que había
pasado por siete universidades, no era precisamente tonto, era alguien que tenía carisma y la
imagen de Goebbels fue lo que la empujó a afiliarse al partido inmediatamente. Al cabo
de dos meses, ella misma se presentó voluntaria en la sede central del partido y logró convertirse
en la que ordenara los archivos personales de Goebbels, lo cual hizo que él mismo entonces
se diera cuenta de la señorita que tenía ahí al lado.
Fíjate que ahora te estaba mirando, me estabas hablando de Magda Goebbels, de Joseph Goebbels,
este primer ministro de propaganda del régimen nazi y me ha venido a la cabeza algo que hemos
estado hablando antes de iniciar el programa. Nosotros estamos vivos y los que nos están
escuchando también. Estos de los que vamos a hablar ya no. Y pasaron por siete universidades,
gente muy inteligente, que acabaron siendo unos asesinos después, pero bueno, gente que
tuvo su vida, que desayunaban, comían, cenaban, dormían, disfrutaban de los hijos, de la vida,
ya no existen. No, para nada. La vida pasó. Pues sí. Y ahora alguien habla de ellos. Sí,
porque para bien y más bien para mal dejaron huella. Más bien para mal, está claro, pero bueno.
Todos acabamos sucumbiendo, profesor. Sí, todos acabamos sucumbiendo. Otra cosa es el
peso de nuestras obras que hace que dejemos un recuerdo que haga que los demás puedan sentir
nostalgia o que prefieran echar tierra encima incluso de estos recuerdos.