LA MÁQUINA DE PENSAR EN GLADYS. MARIO LEVRERO

Imaginaos un tipo que era fotógrafo librero guionista de cómics humorista y por si fuera poco un maestro de la palabra ese tipo era mario levrero un uruguayo que nació en mil novecientos ahí nos dejó un legado literario increíble levrero no era de los que se quedaban quietos probó de todo un poco pero fue en la escritura donde encontró su verdadera vocación con un estilo único lleno de humor ironía y un toque de locura creo mundos fantasy chicos y personajes inolvidables que nos siguen acompañando hasta hoy un tipo raro y genial si tuviéramos que definir al hebrero en pocas palabras podríamos decir que era un tipo raro pero genial sus historias son como rompecabezas que te invitan a pensar a jugar con las palabras y a descubrir nuevos significados a veces te hace reír a carcajadas otras te deja pensando y muchas veces te sorprende con giros inesperados de que escribía hebrero levrero escribía sobre todo lo que se le ocurría desde historias de amor y desamor hasta aventuras en mundos paralelos pasando por reflexiones sobre la vida la muerte y el sentido de todo sus personajes son tan reales y tan absurdos a la vez que te sientes identificado con ellos aunque no puedas explicar muy bien por qué un legado que perdura mario levrero falleció en dos mil cuatro pero su obra sigue viva y sigue inspirando a nuevas generaciones de lectores sus libros se han traducido a varios idiomas y se siguen reeditando constantemente y es que al fin y al cabo las buenas historias nunca mueren la máquina de pensar en gladys antes de acostarme hice la diaria recorrida por la casa para controlar que todo estuviera en orden la ventana del baño chico al fondo estaba abierta para que durante la noche se secará la camisa de poliéster que me pondría al día siguiente ante cerré la puerta para evitar corrientes de aire en la cocina la canilla de la pileta goteaba y la apreté la ventana estaba abierta y la dejé así cerrando la persiana la lata de la basura que había sido sacada fuera las tres llaves de la cocina eléctrica estaban en cero la perilla de control de la heladera marca batres refrigeración suave y la botella empezada de agua mineral tenía puesto el tapón hermético de plástico en el comedor el gran reloj tenía cuerda para algunos días más en la mesa había sido levantada en la biblioteca debí apagar el amplificador que alguien había dejado encendido pero el tocadiscos se había apagado en forma automática el cenicero del sillón había sido vaciado la máquina de pensar en gladys estaba enchufada y producía el suave ronroneo habitual la ventanita alta que da al pozo de aire estaba abierta y el humo de los cigarrillos del día se escapaba lentamente por ella cerré la puerta en el living hallé una colilla en el suelo y la deposité en el cenicero de pie que la sirvió venta se ocupa de vaciar por las mañanas en mi dormitorio le di cuerda al despertador comprobando que la obra que indicaba coincidía con la del reloj pulsera de mi muñeca y lo puse para que sonara media hora más tarde a la mañana siguiente por qué había decidido suprimir el baño me sentía un poco resfriado me acosté y apagué la luz por la madrugada desperté inquieto un ruido desacostumbrado me había producido un sobresalto