
Maridajes Clásicos del Vino: ¿Por qué siempre funcionan?

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Hoy hablo de por qué ciertos maridajes son inmortales.
Desde duetos legendarios como foie gras con Sauternes o trufa blanca con Barolo, pasando por nuestro jamón ibérico con Fino y un sinfín de parejas de película.
¿Por qué triunfan siempre los clásicos?
¿Cuáles son sus secretos históricos y sensoriales?
¿Y cómo podemos usar ese legado para crear nuevos experimentos gamberros en la mesa?
Haremos una radiografía de lo más sabroso: top maridajes, anécdotas curiosas, trucos para disfrutarlos al máximo… y, por supuesto, mi opinión BAJA EN TONTERÍAS..
¿Los has catado todos?
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NOTAS DEL PROGRAMA CON LOS MARIDAJES:
https://www.vinoparacamaleones.com/blog/maridajes-clasicos-vino-por-que-funcionan
VINO PARA CAMALEONES es una idea original de Ferran Pacheco para dar a conocer el mundo del vino BAJO EN TONTERÍAS.
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Camaleón, hoy quiero comenzar con una recomendación literaria porque ya verás que tiene un poco que ver con el episodio de hoy. Imagínate un viejo restaurante de un tranquilo pueblo norteamericano en la actualidad. En él se esconde un secreto escalofriante. Al fondo de la despensa hay una puerta que no lleva a la cocina, sino directamente a 1958.
Cada vez que alguien cruza esa puerta se encuentra en la misma fecha de 1958 y en el mismo instante. Y no importa cuánto tarden en regresar, porque en el presente tan sólo habrán transcurrido dos minutos. Por supuesto, nadie sabe quién construyó ese portal ni por qué, solamente que está allí y que otorga un poder increíble.
El poder de cambiar la historia. Pues bien con esta premisa nuestro protagonista, un profesor de instituto con una vida normal y más que cansado de corregir exámenes, decidirá instalarse en esa América de televisores en blanco y negro, de música de rock and roll, de rugido de los Cadillacs relucientes y de coca colas a cinco centavos.
Su misión será la de sobrevivir al pasado durante cinco largos años hasta llegar a una fecha, el 22 de noviembre de 1963, y entonces intentar cambiar el transcurso de la historia evitando el asesinato de John Fitzgerald Kennedy. Sólo hay un problema, y es que el pasado parece cobrar vida propia y está dispuesto a defender su curso natural.
Bien, Camaleón, pues esta es la sinopsis, apenas el principio de la novela que estoy leyendo yo ahora del maravilloso Stephen King, que no puedo dejar de recomendarte. Si alguna vez has pensado en Stephen King solamente como un escritor de novelas de terror, olvídate.
Es una pasada lo que escribe este hombre, así que te lo recomiendo sin duda. Y bueno, ¿a dónde me lleva todo esto? Bueno, primero a que el argumento es maravilloso y que me encantan los viajes en el tiempo. Eso ya lo sabes, porque aquí tenemos una máquina que nos lleva muchas veces al pasado y también al futuro.
Pero sobre todo porque hay una frase muy buena de esta novela. La primera vez que nuestro protagonista se enfrenta al pasado, el cae de bruces, nunca mejor dicho, en el año 1958. Y me hace mucha gracia que la primera sensación que él tiene en ese momento es el de los aromas y también el de los sabores.
Lo más extraño que se encuentra precisamente son los aromas y los sabores, algo tan ligado a este programa y al mundo del vino que merece ser contado. Lo primero que cuenta es cómo el pasado, según él, apesta. Porque, claro, tal como aterriza allí al 1958, digamos que el tema de la polución o simplemente que la gente está fumando en todas partes, ya sea en transportes públicos o en cualquier sitio, pues todo aquello como que empaña los aromas de la época. Pero a la vez, cada vez que consume algo, ya sea una Coca-Cola, una cerveza o una hamburguesa, pues el sabor es maravilloso.
Él no sabe muy bien explicar el por qué, pero durante toda la novela el protagonista se hace eco de lo que apesta el pasado, pero a la vez lo maravilloso que es su sabor. Entonces, bueno, esto me hizo pensar a mí. Es que casi casi, si te lo tomas como muy filosófico, puede tener razón.
Yo no sé si a ti te pasa, pero cuando recuerdas esos momentos tuyos de jovencito o más bien de pequeñito, cuando eras un infante, pues seguramente te vienen a la memoria aromas y también sabores.
Yo no sé, supongo que en ese momento, cuando somos pequeñitos, pues todos tenemos los sentidos mucho más despiertos. Pero a la vez es verdad que no es lo mismo los aromas que notamos hoy en día a nuestro alrededor que lo que ocurría antes. Yo recuerdo entrar con mi padre a bares o lo que sea y recuerdo que era lo mismo.
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