Martes 22 de abril - Juan 20, 11-18. He visto al Señor y ha dicho esto.

He visto al Señor y ha dicho esto.

Qué preciosa esta escena en la cual María Magdalena, apóstol de los apóstoles, va donde está el colegio apostólico y les dice yo he visto al Señor, he estado con Él, está vivo y además me ha dicho estas cosas.

Es precioso cómo Dios confía el primer anuncio a la iglesia de su resurrección, se lo confía una mujer de la que había expulsado siete demonios, una mujer que era tenida públicamente pues por una pobre desgraciada, una loca o cualquier otra cosa y qué bonito cómo María Magdalena que tiene ese encuentro tan bello con Jesús resucitado, que se quiere abrazar a sus pies y que Jesús dice espera, todavía no, dile a mis hermanos esta realidad y María es fiel.

María porque supo de un amor verdadero, porque experimentó un amor verdadero, no se cansó, fue la que estuvo al pie de la cruz, fue la que fue muy de madrugada al sepulcro y fue la que incluso al ver que el sepulcro estaba abierto tampoco se marchó, esperó, esperaba que Dios iba a intervenir, porque el amor nunca se cansa.

Decía el Papa Francisco que él muchas veces ha encontrado la fortaleza del amor, la fidelidad del amor, por ejemplo en una madre que está en la cabecera de un hijo enfermo o incluso de una madre que por desgracia tenga que ir a rezar a la tumba de un marido al que quería de un hijo que se ha marchado antes de tiempo y es que María Madrena será siempre aquel icono de la perseverancia en el amor, de la fortaleza, de cuando tú quieres a alguien de verdad nunca te vas a cansar, aunque te hagan miles tropicios, aunque sea lo que sea, cuando el amor sucede de verdad es muy difícil que se apague.

Es verdad que hay personas que no se dejan querer, es verdad, hay personas que incluso ponen murallas, impedimentos, pero tú en el fondo tendrás que reconocer que hay un tipo de amor que es irreversible.

Es el amor que Dios tiene por nosotros y es el amor que nosotros podemos acoger de Dios y practicarlo con las personas.

Por eso cuando tengas tentaciones, cuando tengas cansancias de Dios y digas las cosas, si las hago por amor, aunque me canse seguiré haciéndolas, las cosas si las hago por amor, aunque a veces me resulten antipáticas, desagradables, voy a estar ahí, pueden contar conmigo.

Qué bonito es cuando una persona le dice a otra, te voy a querer hasta el final, te voy a querer irreversiblemente, es la fórmula del matrimonio cristiano y es la fórmula a la que todos de algún modo estamos llamados a ser fieles a esa vocación, a esa llamada de amor que Dios nos ha hecho en la vida.

Por eso, fíjate, hoy la iglesia te propone que te fijes en María Magdalena, en la que no se va, en la que se queda, en la que está en las buenas y en las malas y cuando todo el mundo ha abandonado y cuando todo el mundo ha perdido la esperanza y cuando todo el mundo le dice, vea, déjalo, es un fracaso, si es que no compensa, ella, discreta, sigue, está, espera, que es la actitud del creyente, porque los hombres fallarán, pero Dios siempre tendrá la última palabra y siempre nos dará un motivo nuevo de esperanza.