Martes 25 de marzo – Lucas 1, 26-38. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

Hoy celebra la Iglesia una de las fiestas más bonitas que se pueden celebrar, que es la Anunciación del Señor o la Encarnación, se podría llamar de los dos modos.

Nosotros llamamos la Anunciación.

Pensar que el autor del cosmos, el que hizo las galaxias, los planetas, los agujeros negros, la energía cuántica, el autor de todo lo que existe es tan grande que puede convertirse en una célula microscópica que llegará a ser un ser humano.

¿Para qué? Se hace cosmos para redimir ese cosmos, se hace humano para redimir a los humanos y además lo más impresionante es que todo sucede en el silencio de una casa, con el sí de una mujer y con una belleza impresionante.

Hoy es un día para dar gracias a Dios por esa misericordia que tuvo de venir a pisar nuestra tierra, que vino a ser nuestro barro, que vino no como un turista a decir pasa una temporadita chicos, os quiero y luego me voy, sino que se desposa eternamente con la fragilidad humana, con la carne humana.

Es que el compromiso de Dios con la humanidad es tan impresionante y todo sucede en la Encarnación.

Es un día preciosísimo también para agradecer el sí a la Virgen María, María que estaba llena del Espíritu Santo, previamente concebida a su hijo porque es inmaculada en su concepción, cuando se le invita a ser la madre del Mesías, la madre del Salvador, María conocía perfectamente quién iba a ser el Salvador por el don de la inteligencia de la Sagrada Escritura, el siervo de Dios que tenía que padecer, que ser crucificado, que tenía que resucitar y todo eso lo asume, todo eso ella dice sí, María es la nueva Eva, que en lugar de la antigua Eva que transgredió la norma del Señor porque quiso ser como Dios, la nueva Eva que es María, dice aquí está la esclava del Señor, porque mi lugar es ser sierva, mi lugar es estar a disposición de lo que el Señor me pida y entonces no olvidéis que este es el momento más importante, no solamente de la historia de la humanidad, de la historia del planeta Tierra y de la historia de todo el universo, porque en ningún otro lugar del universo el verbo se ha hecho cosmos, el verbo se ha hecho carne, el verbo se ha hecho parte de la creación, el creador se convierte en criatura, esto claro trasciende tanto nuestra posibilidad de entendimiento que no tenemos más que admirarnos, bendecir a Dios, alabar a Dios, adorar a Dios y agradecerle a María su fidelidad y su valentía, porque Dios quiere entrar en el mundo de la mano de la Virgen, Dios quiere entrar en el mundo con el sí de María, sin su permiso no quiere hacer la redención y por eso efectivamente hoy es una fiesta cristológica, cristiana y una fiesta también muy mariana, muy de la Virgen a la que le agradecemos su fidelidad.