
Martes de la 5ª semana del Tiempo Ordinario ( ciclo C )

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Reflexión de Mons. D. José Ignacio Munilla sobre el evangelio de la 5ª semana del Tiempo Ordinario
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El evangelio de este martes, marco 7 1 13, tiene su punto de partida en el
reproche que unos fariseos dirigen a Jesús por motivo de que sus discípulos
no se han levado las manos antes de comer, como está prescrito en las
tradiciones judías, se hace un ritual de purificación. Jesús contesta con
contundencia ese reproche y les llama hipócritas. Este pueblo dice me honra con
los labios pero su corazón está lejos de mí, el culto que me dan está vacío
porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos, dejáis a un lado el
mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres. Esta frase es
clave. Jesús acusa a los fariseos de que
están dejando a un lado el mandamiento de Dios y dice para aferraros a la
tradición de los hombres. No es malo que existan tradiciones.
Hacer las cosas en principio como siempre se han hecho, según la
tradición, puede ser muy bueno porque no tiene unas raíces pero aferrarse a ello,
apegándose a ello, puede llegar a convertirse en un gran obstáculo que
impida la acción del Espíritu Santo con la libertad evangélica con la que
tenemos que proceder. Podríamos poner muchos ejemplos de
esa frase de Jesús, dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la
tradición de los hombres. Voy a poner dos ejemplos. No es cierto acaso que a
veces muchas tradiciones, fiestas, romerías que se realizan acaban
siendo un fenómeno folclórico
al margen verdaderamente del mandamiento de Dios, de amarle a Dios sobre todas las
cosas, de santificar las fiestas, de poner la
Eucaristía en el centro de nuestra vida. No es cierto que esas tradiciones
pueden llegar a ser meramente folclóricas y no han priorizado el
mandamiento de Dios. O pongo otro ejemplo, por ejemplo, las imágenes religiosas que
han sido creadas para que demos culto a Dios, para que a través de la
veneración de esas imágenes nuestro corazón se eleve a Dios y a veces
esas imágenes son utilizadas en los museos o en exposiciones meramente
desde su aspecto exterior estético, olvidando el mandamiento de Dios
que a través de ellas nuestro corazón se eleve a Dios y glorifique a Dios.
En el corazón del hombre existe siempre ese riesgo de hacernos a creedores de
ese reproche de Jesús. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a
las tradiciones de los hombres. Tenemos que estar siempre examinando nuestro
corazón para que en todas nuestras acciones, en la vida, en nuestra vida
social y nuestra vida espiritual, estemos siempre priorizando el
mandamiento de Dios. Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con
todo tu ser. La bendición de Dios Todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros.