
" Más miedo que la muerte". Por Jaime Srr. - Early access

Description of " Más miedo que la muerte". Por Jaime Srr.
Early access for Fans - Jaime Srr, bestia negra de Ramón Nogueras, ( patético divulgador psicólogo que dice que la depresión se cura haciendo cosas, cosa que afirma tajantemente porque a buen seguro no ha visto un paciente deprimido en su puta vida, ni sabe distinguir una depresión de lo que no lo es...) escribió este bonito e interesante artículo que les leo aquí....
Espero que les guste y les resulte interesante. Un abrazo.
El artículo versa sobre noches oscuras de alma, y reflexiona sobre depresión y suicidio desde su experiencia subjetiva
Lo curioso es que su experiencia subjetiva coincide bastante con mi dilatada experiencia profesional y las conclusiones que he ido sacando...
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Albert Camus escribió en el mito de Sisyphus que el único problema filosófico serio es el suicidio. Es tan fácil estar de acuerdo con esto que resulta chocante que el suicidio sea un tema del que apenas se habla. Se evita porque es aterrador, como si al no mencionarlo dejase de existir. Un reflejo normal pero cuyo efecto es el contrario. Evitar nombrarlo lo hace más presente, como el elefante en la habitación, y produce todavía más miedo.
En España se suicidan unas 3.600-4.000 personas cada año. Eso es alrededor de entre 10 y 12 personas todos los días, una alrededor de cada dos horas y media. Para hacerse una idea de la magnitud del problema, baste recordar que el número de muertes anuales en accidente de tráfico ronda actualmente en torno a un tercio de esa cifra. Además estas son las cifras oficiales.
Las reales se desconocen y siempre se desconocerán porque también hay suicidios que no constan como tales y que, para evitar en ocasiones el estigma, figuran como muertes naturales. Según la Organización Mundial de la Salud, 800.000 personas se suicidan anualmente en todo el mundo. Las cifras pueden presentarse de una gran cantidad de formas impactantes. Por ejemplo, cada 40 segundos hay un suicidio y por cada uno de ellos hay otros 20 intentos.
De manera que si tenemos 4.000 suicidios, hay que multiplicar por 20. Tenemos 80.000 intentos de suicidio todos los años. En 1998 el 2% de las muertes en todo el mundo fueron suicidios, por delante de las guerras y los homicidios. Repito, por delante de las guerras y los homicidios. Podríamos seguir dando cifras dramáticas. Sin embargo, lo verdaderamente terrible es que parte de estas muertes son evitables, las que corresponden a personas con depresiones sin diagnosticar o sin tratar de forma adecuada.
Para quien no ha sufrido una depresión es complicado entender qué puede pasar por la cabeza de una persona deprimida que intenta suicidarse. No todas las personas que se quitan la vida comenzaron estando deprimidas, ni todas las depresiones acaban en intento de suicidio, pero son los intentos de suicidio como resultado de una depresión los que se van a intentar explicar aquí. Por supuesto, sin pretender que todos los casos sean como aquí se describen, pero sí exponiendo características comunes muy frecuentes.
La depresión suele ser una distorsión en la percepción de la realidad que hace que quien la padece le tenga miedo a la vida, concretamente a su propia vida. Es un pánico irracional, pero que para quien lo siente es real y eso es lo que importa. La realidad de cada uno en cada momento es tal y como la percibe cada uno en cada momento. El suicidio, como resultado de una depresión, no es ni valiente ni cobarde, sino un acto de pura desesperación. David Foster Wallace lo describió con una imagen muy gráfica, en La broma infinita, como algo similar a estar al lado de una ventana en un edificio en llamas.
No es que uno quiera tirarse por la ventana, es que no tirarse es aún peor. Tirarse es el mal menor. No se trata de querer morir, sino de no querer vivir. La idea de la muerte no es tentadora, ni siquiera deja de aterrar. La muerte sigue dando el mismo miedo que en cualquier otro momento. Lo que ocurre con la depresión es que la vida puede dar más miedo, aún. Pensar en tirarse por la ventana sigue siendo igual de pavoroso que cuando no hay incendio, pero el incendio resulta todavía más horrible. Se tiende a dar por supuesto que nada asusta más que la muerte, pero sí hay algo que puede hacerlo y ese algo, por pura eliminación, solo puede ser la vida.
La analogía del incendio era tan buena que, por desgracia, cinco años más tarde se hizo literalmente realidad durante los atentados del 11S, cuando hubo gente que se rajó al vacío desde las torres gemelas.