Meditando con los Grandes Maestros III: Santa Narcisa de Jesús; Meditación Espontánea sobre su Vida

Bienvenidos. En esta serie de conferencias tituladas Meditando con los Grandes Maestros, hoy cambiaremos un poco el enfoque, porque vamos a ver algunos santos y santas católicas, porque el mundo está en tal estado de decadencia moral que hay que apuntalar todo lo que tenga que ver con la espiritualidad. Lo mío es más, digamos, Krishnamurti, lo más alto de lo alto, pero en la India, por ejemplo, se habla de Brahman como lo absoluto. Krishnamurti hablaba de la base, y más allá del tiempo es para un poquitito más abajo.

Bueno, estamos en un país católico y, dentro de todo, si se leyera más la vida de los santos, tendríamos un mundo más ordenado. Realmente se habla de la santidad y lo miran a uno como un psicópata, ¿no? O sea, hemos caído mucho más abajo de lo que piensa la mayoría de la gente y ya se considera normal.

Entonces, ahora también estoy, vamos a meditar y a reseñar un poco la vida de los santos desde una meditación holística, como siempre he efectuado, que es la pasión que me mueve. Así que no se rasguen las vestiduras, no miren, no, no, no.

Aprendan a escuchar, ¿sí? Es un enfoque diferente para cambiar un poco también.

Hoy hablaré de Santa Narcisa de Jesús Martillo Morán. Es una importante santa que nació en el año 1832 en Novo, en la hacienda de sus padres, que eran agricultores. En ella se dedicaba a las labores del campo. Fue un 29 de octubre.

Solía orar bajo un árbol y cantarle a los niños con su guitarra cantos espirituales. Era una mujer serena y tranquila que nunca pensó en casarse y ni siquiera en ser monja. A los 20 años parte hacia Guayaquil, donde vivió cerca de la catedral y trabajó como costurera. Vieron, o sea, era un ser humano que estuvo en el mundo, ¿sí? No dañó a nadie, hacía lo que podía para dedicar el bien. Eso también hay que respetarlo.

Leía incansablemente a la Santa Mariana de Jesús. Allí buscó un director espiritual y llevó una vida austera y de piedad, ayudada por los sacerdotes. Bien, en esa época se utilizaba un director espiritual para ir guiando el florecimiento interior. Era el más lo que se conocía, pero ojalá ahora tuvieran directores espirituales muchos corruptos. Por lo menos sería algo, ¿no? Uno de ellos fue el padre Amadeo Millán.

Esta importante santa logró transferir el silencio del campo por el silencio del corazón. Escucharon, ¿no? El pasivo y el silencio que nos relaciona con lo sagrado.

Desde su creencia, el amor por la Eucaristía y adorarlo en el sagrario fue para la narcisista fundamental. En 1868, el franciscano Pedro Huall y Pujadas la envió a Lima para continuar su formación. Allí vivió en el convento con el patrocinio como laica. En ese lugar, junto con las religiosas, participó en diversas actividades.