
Melville, Dios y Moby DIck - Al Trasluz con José de Segovia

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Aunque pocos han leído el libro, el nombre de Moby Dick suena a la historia de una ballena. Lo que muchos no saben, es que para su autor era una parábola sobre la lucha del hombre con Dios. La obra de Herman Melville (1819-1891) tiene algo trágico, sombrío y apocalíptico. Enfrenta al diabólico capitán Ahab con la no menos infernal Ballena Blanca.
Inmortalizada en el cine por John Huston en 1956, para el director, "Ahab es el hombre que odia a Dios y ve en la ballena blanca la máscara pérfida del Creador", ya que el capitán "considera al Creador un asesino, y se encuentra en la obligación de matarlo". En su lucha final vemos la tragedia de una humanidad que se enfrenta a Dios inútilmente.
En este programa de radio, "Al Trasluz", escuchamos fragmentos del libro, leído por Esteban Massana, la película protagonizada por Gregory Peck con Orson Welles como predicador y la versión televisiva de Franc Roddam en 1998, donde Peck es el predicador. Las canciones son de la londinense Florence Welch con su Machine (What The Water Gave Me) y el músico de Sheffield, Richard Hawley (The Ocean).
El texto y la narración de José de Segovia es sobre el fondo instrumental de la banda sonora de la versión de televisión por Christopher Gordon y la cinematográfica por Philip Sainton con fragmentos de la sinfonía de Moby Dicky por Peter Meninn. El diseño sonoro y la realización técnica es de Daniel Panduro.
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Aunque pocos han leído el libro El nombre de Moby Dick que parece la historia de la ballena, lo que muchos no saben es que es prácticamente una parábola sobre la vida misma. Una historia incluso de la lucha del hombre con Dios mismo. Es una historia trágica, sombría, casi apocalíptica, que enfrenta a este capitán de rasgos prácticamente diabólicos que se llama Huff con la no menos infernal ballena blanca. Este no es un simple libro para adolescentes. Moby Dick es una parábola verdaderamente cruel en la que no hay lugar para mucha esperanza.
Refleja la vida en conflicto de un escritor norteamericano de herencia puritana. Era Herman Melville. Muchos han oído hablar de este libro inmortalizado en el cine por John Huston, pero pocos saben de su autor. La figura de Melville sigue siendo bastante enigmática, ya que ni siquiera en esa época era alguien precisamente popular. Su carrera está marcada por la decepción, las ilusiones frustradas. Fue un escritor apaleado y fugitivo, cuyo oscuro carácter ha quedado oculto por la silueta de una ballena.
Su monumental obra demuestra, sin embargo, un genio literario, que uno puede menos que admirar el titánico esfuerzo que se puso para Melville en una vida agobiada por las deudas, los desastres familiares, luchando contra viento y marea, frente a la indiferencia de sus contemporáneos, pero también contra sus propias borrascas interiores, de las que Moby Dick es un fiel reflejo. Así comienza el libro, con esta frase también que da título a la música que estamos escuchando de la versión televisiva de Moby Dick, Llamadme Ismael.
Llamadme Ismael. Hace unos años, no importa cuánto tiempo exactamente, con muy poco o ningún dinero en el bolsillo y sin nada en tierra que me interesara, creí que podría ir a navegar por ahí y ver la parte acuática del mundo. Es mi modo de ahuyentar la melancolía y regular la circulación. Al final me encontré con una especie de lámpara endeble colgando no lejos de los muelles. Escuché un chirrido desesperado en el aire y al levantar los ojos vi un letrero que se balanceaba sobre la puerta. Tenía encima una pintura blanca que apenas representaba un erguido chorro de vapor nebuloso con estas palabras debajo. Posada del chorro. Peter Coffin.
¿Vas a embarcarte? Sí, sí, así es. ¿De arponero, supongo? No, no. ¿De pasajero? Menos todavía. Para eso se necesita una cartera llena. Una cartera vacía es solo un trozo de cuero. ¿De comodoro o de cocinero? No, de simple marinero. Que salta de mástil en mástil.
Como los altamontes en la primavera. Ya sé que es casi como ser un esclavo. ¿Pero quién no lo es en estos tiempos? Dígamelo.
Entonces supongo que te enrolarás en un ballenero. Sí. ¿Y tiene usted una cama para un simple marinero, señor, señor Coffin, no? Pues sí, siempre que no te importe compartir manta con un simple arponero.
¿Un arponero? Bueno, prefiero compartir manta con un hombre medio decente a seguir vagando en una noche tan cruda.
Es el principio del libro, leído por Esteban Masana, pero luego a continuación lo que hemos escuchado es el comienzo también de la versión televisiva que hizo Frank Rotam el año 1998, donde se presenta a este personaje de Ismael, interpretado en esa versión por Henry Zomas, que era el niño de E.T., para aquellos que tengan memoria todavía de la película de Spielberg, en la que aparece el propio Gregory Peck, que es el protagonista de la película de John Huston, pero haciendo el papel de predicador que hizo en la versión original el propio Orson Welles.
Esta ya es la música de la versión canónica, digamos, de Moby Dick del 56, que hizo Philip Sainton en la música. John Huston la grabó gran parte de la película.