MEMORIAS PERDIDAS, Programa Nº 40, emision del 08/03/2025

Intelectuales aburridos, doctores de la comunicación, los de folletos para la comprensión, enhebrando que aquí no hay más que un nivel de lectura, esto no es cultura, ni siquiera contracultura, esto es sólo para los marginados de toda la vida, para los coleccionistas de pesadillas, para los que han ligado poco y mal, este es un programa para nosotros, un espacio oportunista, cínico y reaccionario, hecho por desesperados para desesperados, pero nada, no preocuparse, sin amor, sin amistad, sin ninguna de esas cosas maravillosas que tienen los programas, lo más sangriento que nos permite la censura y la dirección.

Había mencionado el odio edípico, ¿pero qué significa esto? El sujeto humano entre los 3 y 5 años comienza a sentir rivalidad hacia el padre, pero en realidad es un sentimiento en doble vía, por eso se lo denomina ambivalente, es decir, no se siente sólo odio, sino también amor. El odio, como cualquier otro afecto, forma parte de la construcción subjetiva que se produce en la infancia, lo importante luego en la adultez es no juzgarlo, el odio tiene una función y un lugar para elaborarlo y encontrar posibles y singulares funciones es el espacio de análisis, sería algo así como hablemos de nuestros odios, ¿pero a qué me refiero con la función? ¿Cuál podría ser tal función? Por ejemplo, el odio nos podría servir para separarnos de algo o de alguien que nos hace mal, ponerlo en función en ese sentido, lo contrario sería dejarnos pegados a lo que odiamos, el odio que no está puesto en función resulta un odio desatado, desanudado, que produce mucho sufrimiento tanto en el que es objeto del odio, como el que lo porta.