
Metáforas Terapéuticas Para Comprender Tus Emociones y Pensamientos | 323

Description of Metáforas Terapéuticas Para Comprender Tus Emociones y Pensamientos | 323
En este episodio comparto tres historias terapéuticas que pueden ayudarte a mirar de otra manera tus emociones, pensamientos y malestar interno, a través de metáforas inspiradas en la Terapia de Aceptación y Compromiso.
¡Hazte Fan de PsicoGuías! https://www.ivoox.com/support/315218
Recuerda darle me gusta, compartir y suscribirte 😊
¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/315218
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Hola, ¿cómo estás? Te doy la bienvenida una semana más a este espacio de Psicología y Desarrollo Personal. Soy Elena Echeverría, psicóloga y fundadora de psicoguías.com.
Hoy quiero compartir contigo tres metáforas muy interesantes que nos van a ayudar a mirar de otra manera nuestras luchas internas. A veces, las ideas más transformadoras no vienen de explicaciones complejas, sino de una imagen sencilla que nos hace un clic por dentro. Una historia bien contada puede abrirte una nueva forma de ver tu malestar, tus pensamientos difíciles, tus emociones incómodas y, sobre todo, puede ayudarte a dejar de luchar contra todo esto.
Las metáforas que vas a escuchar hoy están inspiradas en la terapia de aceptación y compromiso, una perspectiva que nos invita a dejar de pelear con lo que sentimos y a empezar a vivir con más libertad, con más conciencia y con más compromiso con lo que realmente importa. Así que te propongo que escuches este episodio como si fuera un pequeño viaje. No necesitas estar tomando notas ni analizar cada frase. Solo déjate acompañar por las imágenes, por las historias y mira que despiertan en ti. Comenzamos.
Me gustaría que visualices una escena. Estás de pie, en el centro de una gran arena circular, como si se tratara de un coliseo. El suelo es de arena gruesa, las gradas están vacías, no hay nadie mirando, no hay público, solo tú y frente a ti un monstruo. Este monstruo no es cualquier criatura, representa todo aquello que te resulta difícil de llevar. Tu ansiedad, tus miedos, tus pensamientos negativos, tus recuerdos dolorosos, la vergüenza, la culpa, la tristeza, todo eso que te remueve y te incomoda. Es grande, oscuro, a veces ruge, a veces solo te mira.
Pero sabes que está ahí, siempre está ahí. Y tú tienes en las manos una cuerda. Esa cuerda te une al monstruo. Y cada vez que este avanza hacia ti, tiras con fuerza de la cuerda para mantenerlo a raya. A veces lo consigues, lo frenas. El monstruo parece detenerse, se queda quieto unos segundos y tú puedes respirar. Pero no tarda en volver y tú vuelves a tirar y tirar. Te pasas así días, semanas, meses luchando contra el monstruo. Tienes que estar siempre en alerta. No puedes relajarte, no puedes mirar a otro lado. Porque si bajas la guardia, el monstruo se te echa encima.
Así que mantienes firme la cuerda, tirando con todas tus fuerzas para que no se acerque más. El problema es que cuanto más tiras tú, más tira él. Y poco a poco te das cuenta de que os vais acercando peligrosamente al borde de un foso profundo que rodea toda la arena. Si das un paso atrás, caerás. Y entonces lo entiendes. Esa cuerda no te protege.
Esa cuerda es lo que te mantiene atrapada, atrapado en la lucha. Has convertido tu vida en un pulso constante con aquello que te duele. Y mientras estás tan centrado, tan centrada en luchar contra el monstruo, en controlar lo que sientes, en evitar que ese miedo, esa ansiedad, esa tristeza te invadan, la vida pasa fuera de la arena.
Los días pasan, las oportunidades pasan, la conexión con los demás se desvanece, la alegría se vuelve lejana. Porque estás ocupado tirando de una cuerda, porque has aprendido que tu valor está en resistir, en aguantar, en no dejar que el monstruo gane. Pero, ¿y si no se trata de ganar o de perder? ¿Y si soltar la cuerda no significa rendirse, sino liberarse? Aquí es donde esta metáfora nos invita a mirar desde otra perspectiva. No nos está diciendo que ignoremos al monstruo, ni que nos hagamos su amigo o su amiga, ni que te resignes a que te acompañe para siempre. Te propone algo muy distinto, que dejes de luchar contra él y empieces a vivir a pesar de él.
Soltar la cuerda no significa que el monstruo vaya a desaparecer, de hecho probablemente seguirá ahí. Puede que camine a tu lado, puede que de vez en cuando ruja, puede que te mire de forma amenazante, pero tú ya no estás en la arena.