Irene, buenas noches.

Hola, buenas noches.

¿Qué tal? Bueno, regular.

Sí, ¿por qué? Antes de nada quería hacerte saber, hacerte llegar lo importante que has sido en mi vida estos dos últimos meses.

¿Para ti? Sí, la compañía, la compañía que te has hecho y sí, escucharte.

Oye, pues esto es bonito que lo digas.

Te lo digo sinceramente.

Muchas gracias, Irene.

¿No has pasado mal estos dos últimos meses? Uf, digamos que mi mal viene mucho atrás, pero digamos que lo caótico ha sido estos dos últimos meses.

¿Qué ha pasado en estos dos últimos meses? Te explico así a grandes rasgos para que más o menos te pases a una idea.

¿Qué edad tienes tú? Yo tengo 30 años recién cumplido.

Vaya.

A ver, explícame.

Yo me casé con 15 años, ¿ya? ¿15 años? Con 15 años me casé.

Vaya.

Pero es otra, digamos que es otra historia porque me fui a vivir a la escuela.

Sí.

Entonces se me le pasó a otra cultura, ¿no? Entiendo.

Como aquí en Europa, en gran masa ya.

Sí, sí, entiendo.

Es más normal tener los jóvenes, ¿no? Entiendo, entiendo.

O casarse.

¿Qué edad tenía él? Él era 16.

16.

Éramos los críos, así que ya somos hoy.

¿Él era de aquí? No, él es venezolano.

Venezolano.

Yo estuve viviendo allá en Caracas.

De acuerdo.

Muchos años.

El caso es que, bueno, pues al llegar aquí a España, pues la relación nos traje, ha sido una relación macabra porque no se puede decir de otra manera.

Macabra.

Sí, se resume así.

Yo me separo hace ocho años.

¿Por qué fue macabra, Irene? Macabra por lo que pasé, por cómo lo llevamos.

¿Qué te pasó? Fueron barbaridades.

¿Sí? ¿Pero por qué barbaridades? Porque barbaridad es obligarme a muchas cosas.

¿Por ejemplo? Por toda la fuerza, el dominarme de tal manera, con fuerza, tanto verbal como física.

¿Pero en todos los aspectos? Muchos, muchísimas.

Te puedo decir barbaridades que llevabas en esa persona.

El caso es que nos separamos.

¿Pero te tenías esclavizada? Algo peor, algo peor.

No entiendo esto, perdona.

Pues...

Es que te lo pregunto porque luego esto nos va a ayudar a entender lo que pasó después.

Ya, bueno, pues también te pongo en la situación de que ahora en estos momentos mi hija y yo se han despertado.

De acuerdo.

Y yo sé que se escucharon en la conversación.

De acuerdo, por favor, adelante.

Continúa.

En otra oportunidad.

Sí, continúa, continúa.

Puedo picar.

Gracias, gracias.

Sí.

El caso es que, bueno, pues nos separamos hace ocho años.

Que dicen que lo que no te mata te da más fuerte y a mí me hizo más fuerte.

Y pues yo con mi niña que cuando tenía cuatro años, ahora tiene once años.

Una nueva vida.

Me mudé de Valencia a Barcelona con mi padre.

Y a los endes de estar con mi padre ya tenía mi piso, tenía mi trabajo, tenía mi...

Y durante ocho años, estos últimos hasta dos meses.

Sí.

Siempre he vivido yo sola, con mi niña siempre cerca de mis padres, ¿no? A nivel de ayuda.

Sí.

Pero bueno, la relación, una relación de pareja no me la he planteado jamás en estos ocho años.

Sí.

Y yo he sido, soy una, me considero atractiva.

La verdad es que con los hombres no me falta.

Pero es algo que por decisión propia he querido meterme en una relación seria.

Sí, lo entiendo.

Mi problema es que, sí, digamos que empieza hace unos seis meses atrás, más o menos, seis, siete meses.

Donde bueno, por a través de un amigo de un amigo conocido, es que conozco a un chico que en principio, bueno, él practica deporte, el budo shinkai, no sé si lo conoces.

¿El qué? Budo shinkai.

No.

Es seguro que te suena.

Es un deporte que seguro que has visto alguna vez.

Es un bate de béisbol, dos o tres lo ponen juntos y lo parten.

¿Sí? O que cogen láminas de madera de mucho grueso y te lo parten.

Ah, sí, sí, sí, claro.

Bueno, pues ese arte se llama budo shinkai.

O sea, con una patada me puede romper todos los huesos de mi cuerpo.

Sí.

Pues bueno, voy a enamorarme de un chico que practica ese tipo de deporte.

Sí.

En principio yo ya venía a sabiendas de lo que es una agresión en todos los sentidos y cómo empieza por mi marido.

Y es algo que he asimilado estos ocho años y he sabido con el tiempo ver dónde estaba el error y cuál ha sido incluso mi fallo, no solo el suyo.

Y con este chico no lo supe ver.

Ya con casi treinta años que iba a cumplir, pues aquello que me viene por primera vez en muchísimos años, la idea de tener un bebé, de hacer una familia, de volverme a casar.

Sí.

Bueno, de plantearme un futuro con un hombre.

Sí, entiendo.

Entonces bueno, pues empiezo una relación con él, de novio.

Se le viene a mi casa, a mis padres, a mi niña.

Todo bueno.