

Description of Mi suegro me quita las bragas (2)
Puedes seguirnos también en nuestro canal de Tele3ram https://t.me/relatosdeincesto30
taboo, erotico, sexo, familia, incesto, sexo
Importante:
El contenido proporcionado en el canal de podcast es únicamente para fines de entretenimiento, información y educación. Los relatos, historias y opiniones expresadas en este podcast son ficticias o representan las perspectivas personales de los creadores, invitados o colaboradores, y no deben interpretarse como hechos reales, consejos profesionales, legales, médicos, financieros o de cualquier otro tipo.
Al escuchar este podcast, usted acepta los términos de este descargo de responsabilidad. Si no está de acuerdo con estos términos, le recomendamos que no utilice ni acceda al contenido.
Para preguntas o aclaraciones, puede contactarnos en los comentarios.
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Mi suegro me quita las bragas, 2.
Había aceptado que mi suegro se instalara en nuestra casa durante semanas sin hacer nada, me callé cuando me robó las bragas y lo pillé pajeándose con ellas, pero meterse en mi cama a traición para masturbarme haciéndose pasar por su hijo era mucho más que inaceptable.
Me sentía violada, y también exageradamente satisfecha.
Tratando de asimilar lo ocurrido, me quedé acurrucada en la cama, incapaz siquiera de articular palabra, mientras Alonso seguía estirado detrás de mí.
Tenía la entrepierna empapada, seguía notando los fluidos que corrían por mis muslos.
Quería decirle algo, gritar, pero nada podría expresar con exactitud cómo sentía en ese momento.
No piensas decir nada.
Lo que has hecho no tiene perdón.
Pero sí tendrías que darme las gracias.
Te has hecho pasar por Saúl.
No es cierto, pensé que sabías que ya se había ido.
Estaba dormida, ni siquiera sabía qué hora era.
Ya era de día, mi hijo se va siempre antes de que amanezca.
No abrí los ojos porque quería relajarme.
Eso es que te ha gustado.
Llevaba un mes sin correrme por tu culpa, claro que me ha resultado agradable.
Podemos repetirlo siempre que quieras.
No te da vergüenza decir eso.
Me voy a casar con tu hijo.
Y espero que seáis muy felices, esto no tiene nada que ver.
Estás fatal de la cabeza.
Vas a decírselo.
Por supuesto que sí.
No creo que te atrevas.
En aquel momento no tenía ninguna duda de que se lo contaría todo a Saúl, no podía ser de otro modo.
Eso no solo sería suficiente para que lo echara de casa, sino que lo repudiaría eternamente, tal y como se merecía.
Me pasé toda la mañana dándole vueltas a lo ocurrido, deseando que llegara del trabajo para contárselo.
Cuando finalmente regresó, no fui capaz de decírselo.
Por más que hubiera ensayado lo que tenía que explicarle, aunque hubiese seleccionado con cuidado cada palabra, no existía forma de dar una noticia como esa.
Cómo se iba a creer que me había dejado masturbar hasta el orgasmo sin darme cuenta de que no era él.
Por no hablar del tremendo follón que se montaría, incluso si llegaba a creerme.
A cinco días de la boda, no podía ser la responsable de una guerra familiar del todo incompatible con una celebración como esa.
Así que lo único que podía hacer era esperar, y si no se iba después de que nos casáramos, ya me inventaría lo que fuera necesario.
Cariño, no tienes muy buena cara.
No me digas eso, Saúl.
Estás muy pálida.
Tiene que ser por el estrés, cada vez estoy más atacada.
Mientras no te pongas mala justo ahora.
No seas pájaro de mal agüero.
Mi padre se ha portado bien.
¿A qué viene esa pregunta? Sé que su presencia te incomoda.
Sí, pero lleva aquí bastante tiempo y nunca me has preguntado.
Sus días aquí están contados, quiero saber si ha dicho algo al respecto.
Se comporta como si fuese a vivir con nosotros para siempre.
Tranquila, que eso no va a suceder.
Estás seguro.
He hablado con mi madre, está abierta a perdonarlo.
Joder, menos mal.
En cualquier caso, no te hagas ilusiones, dependerá de su actitud durante la boda.
¿Y si la lía? ¿Lo meto en la maleta de mi hermana y que se vaya a San Francisco? Casi que prefiero ese plan.
Existía una opción de que Alonso se marchara sin necesidad de contar la verdad y correr el riesgo de perder a Saúl, a eso tenía que aferrarme.
El problema era que lo veía desatado, no me lo imaginaba volviendo a su casa mansamente.
No me podía creer en el lío tan absurdo en el que me había metido cuando más relajada necesitaba estar.
Lo único positivo que veía era que Saúl también estaba empezando a hartarse de su padre.
Llegado el caso, era posible que si me inventaba cualquier cosa, como que se había metido en mi cama a traición, pero sin lograr llegar a nada, él me creyera.
No dudaba que Alonso se defendería, pero para entonces ya estaría casada.
Antes de llegar a esos extremos con los que todos podríamos salir muy perjudicados, tenía que intentar hablar una vez más con mi suegro.
No lo veía muy abierto a razonar, pero podía recurrir a las amenazas y no me dejaba más remedio.
Quedaban solo tres días para la boda cuando llamé a su puerta, para asegurarme de que no lo pillaba toqueteándose, y le expliqué la situación.
¿Saúl ha hablado ya contigo? No, no me ha comentado nada importante.
Tu mujer está dispuesta a permitir que regreses a casa.
En serio.
Solo si en la boda le demuestras que te lo mereces.
Le he pedido perdón muchas veces.
Que vea el arrepentimiento en tus ojos.
Es que no estoy seguro de querer volver.
Eso no lo digas ni en broma, Alonso.
He tocado un coño joven, como vuelvo ahora al suyo.
Me da igual, como si no lo tocas, pero te tienes que ir.
Si por lo menos me llevara de aquí un grato recuerdo.
¿Te parece poco el robarme las bragas y meterme los dedos? No, pero un polvo sería la leche.
Pues vete de putas, que seguro que no sería la primera vez.
Eso es demasiado frío, yo me he encaprichado de ti.
Definitivamente, eres un degenerado.
No te digo que me respondas ahora, tienes un par de días para pensártelo.
Me vas a obligar a contarlo todo.
Sabes que si lo haces no te vas a casar.
A Saúl le explicaré lo que me interese.
Te odiará, todos lo harán.
Tienes mucho que perder, Mariel.
Solo quiero perderte de vista de una vez.
Acepta mi trato y volveré con mi mujer.
Caí en el error de llegar a pensármelo durante unos segundos, cualquier posibilidad de perderlo de vista resultaba tentadora, pero no me lo podía permitir, yo tenía la sartén por el mango.
Ante la duda, estaba segura de que podía convencer a Saúl de cualquier cosa contándole lo que su padre había hecho e inventándome lo que hiciera falta.
Seguía sin quitarme de la cabeza los tocamientos de mi suegro.
Lo recordaba como algo repugnante, pero también había sido uno de mis mejores orgasmos.
Aunque yo no tenía la culpa, me sentía mal por Saúl, por el tipo de padre que tenía.
Faltaban muy poco para el gran momento y estaba muy lejos de sentirme como alguien que está a punto de vivir el mejor día de su vida.
A falta de un solo día, Alonso intensificó la presión.
No estaba encerrado en su habitación, sino que me perseguía por toda la casa para recordarme que estaba en mi mano frenar cualquier cosa que pudiera pasar.
A veces pensaba que quizás lo mejor era concederle el capricho y no tener que preocuparme más, y al rato lo único que deseaba era golpearme en la cara.
Comments of Mi suegro me quita las bragas (2)