Miércoles 12 de febrero - Marcos 7, 14‐23. Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.

Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
En tiempos de Jesús,
los judíos consideraban que con solo entrar en contacto físico con un pecador,
tú cogías ese pecado, como si el pecado viniera de fuera.
Y decía Jesús, no, no os engañéis,
es lo que sucede dentro del corazón, es lo de dentro,
lo que hace impuro al hombre.
Y, por ejemplo, tú puedes ver escenas a lo mejor un poco escabrosas en la televisión,
o incluso puedes escuchar una crítica con una amiga que se habla mal de otra persona.
Es decir, pueden pasar muchas cosas que te inviten a pecar,
pero dentro de tu corazón dices, oye, rechazo este pensamiento,
o rechazo esta conversación, ¿soy yo el que decido dentro de mí quién quiero ser?
Si acepto la ley de Dios,
o si la rechazo y pienso que me lo voy a pasar mucho mejor,
y es más divertido haciendo tonterías, barbaridades,
y, no sé, te viene un golpe de ira, bueno, la ira nace dentro,
pero el pecado es que tú consientes esa ira, o la pereza,
y así podríamos decir tantísimas cosas.
Por tanto, pregúntate, ¿qué sucede en tu corazón?
Y aunque a veces te vengan ideas, pensamientos, tentaciones,
invitaciones a no ser de Cristo,
si esa fuerza, que a lo mejor a veces experimentas dentro de ti,
eres capaz, con la gracia de Dios, con una ayuda sobrenatural,
de gestionar para que no suceda el pecado dentro de ti.
A mí me enseñaron, hace muchísimos años,
que una cosa es sentir, y otra cosa es consentir.
Yo puedo sentir todas las cosas más malas del mundo,
o ser invitado a las cosas más malas del mundo,
pero yo, con mi libertad, puedo decidir, siempre,
quién quiero ser, o quién no quiero ser.
Que luego tenemos debilidad, y nos equivocamos, y hemos caído en la tentación,
bueno, rezamos en el Padre nuestro todos los días,
no nos dejes caer en la tentación,
y si caemos, líbranos del mal,
si nos equivocamos, volver a empezar,
no porque me haya equivocado siempre, voy a estar siempre haciendo lo mismo,
con mucha paciencia además.
Por tanto, pide al Señor que te conceda cada día ser más libre,
y más libre con libertad interior,
más libre para que no suceda dentro de ti lo que tú no quieras que suceda,
y ejercitar tu libertad para hacer el bien, para transmitir la verdad,
para vivir en paz, provocar la paz de los demás,
la libertad es también un don de Dios,
que se nos da como instrumento para configurarnos a nosotros mismos,
y por tanto no digas, no, es que estoy muy nervioso,
es que estoy pasando una temporada muy mala,
es que por el trabajo, es que por la familia, es mi soledad,
a veces queremos justificarnos, en el fondo no nos engañemos,
no son las cosas de fuera, ni las circunstancias exteriores,
las que me hacen ser peor persona, son mis decisiones,
es como yo me lo tomo, es como yo lo quiero vivir,
es el sentido que le quiero dar, lo que me configura como persona,
y al final veremos que con Cristo dentro, contando con su gracia,
seremos capaces de sobreponernos,
de sobreestar a esas tentaciones que son tan frecuentes.