Miércoles 12 de marzo – Lucas 11, 29-32. A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.

A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.

Mirad, aunque en cuaresma se nos insiste mucho, y está bien que consideremos la pasión de Cristo, no olvidemos que la cuaresma es un camino que nos conduce hacia la Pascua de Jesús.

Y la Pascua de Jesús quedaría incompleta si no es con la resurrección y la ascensión al cielo.

Y por eso cuando Jesús le pide en pruebas, demuéstranos que eres el Mesías, el signo definitivo de que yo soy el hijo de Dios, que soy el Dios encarnado que ha venido a comunicarse con la humanidad, es que trituraréis mi cuerpo y resucitaré, que será el signo de Jonás que fue engullido en el cetáceo y fue devuelto a los tres días.

Pues sí, para nosotros la resurrección es tan importante que muchas veces lo hemos explicado que la fe es como una pirámide a la que le damos la vuelta y entonces la pirámide se mantiene en equilibrio en un único punto, Jesucristo ha resucitado.

Si Jesucristo no hubiera resucitado, Jesús es un charlatán más, Jesús es una buena persona más, Jesús es un profeta más de los muchos que hablan intuyendo lo que es Dios, pero porque Jesucristo ha resucitado, todo lo que dice Jesús, todo es verdadero y todo es real y la gracia es real y la salvación es real y el cielo es real y los sacramentos son reales, es importantísimo y este es nuestro gran signo para los cristianos.

A mí a veces me preguntan, tú, viendo las cosas que hay en la iglesia o viendo las cosas que pasan, ¿por qué estás? Y yo digo, porque Jesucristo ha resucitado, si a mí es la única verdad de fe que realmente me importa, Jesucristo vive y es el Señor.

Ese fue el primer querigma de la iglesia católica, cuando San Pedro hace su primer sermón el día de Pentecostés, que toda la casa de Israel esté cierta que ese Jesús a quien vosotros habéis crucificado, ahora vive y es Adonai, es el Señor, es Dios, esto es impresionante y por tanto ese es el gran signo y no podemos pedir más signos, a mí no me falta ni milagro, ni que la Virgen se aparezca aquí o allá, ni que los cardenales sean muy buenos, ni que los curas también, a mí todo eso, hombre, maravilloso si lo es, pero mi fe no se apoya, ni que hay personas que me convencen o personas buenas, mi fe se apoya porque Jesucristo ha vencido a la muerte, ha resucitado y esto es maravilloso y esto es impresionante y es algo que lo tenemos que tener muy en cuenta porque cuando a veces decimos, Señor, cómo me gustaría estar más seguro, cómo me gustaría tener cosas más claras, cómo me gustaría que tú bajara un ángel y me dijera, haz esto, dice, te basta con mi resurrección, es la gran señal que yo he dejado y con esto si tú aceptas mi resurrección, tienes las gracias más que suficientes para superar tus inseguridades, tus dudas, tus miedos, que lógicamente vendrán porque somos débiles y una persona débil, pues es lógico que se canse, que se insegura, pero tú has resucitado, Señor, y ese es el único signo que tú nos quieres dar, el gran signo que nos das y que nosotros acogemos cada día con una inmensa gratitud.