Quien los cumpla y enseñe será grande.

Jesucristo habla de los preceptos mayores, pero también de los preceptos menores, porque dice que no hay nada que sea poco importante en lo que Dios nos pide.

Quien cumpla y quien enseñe estos preceptos más pequeños será grande en el reino de los cielos.

No porque fuera un maniático, no porque fuera un tiquismiquis, sino porque Jesús entiende perfectamente que la grandeza de un ser humano depende de las muchas cosas pequeñas que es capaz de hacer.

A veces nosotros soñamos con hacer cosas importantes, cosas reconocidas, soñamos que en un momento de gloria nos agradezcan, y sin embargo, si hay algo de grandeza en tu vida es el don de la perseverancia.

Minuto a minuto, segundo a segundo, lucha a lucha, momento a momento, vas construyendo, y por eso nuestro Dios es el Dios de los pequeños, porque es el Dios de las cosas pequeñas.

Y por eso a lo mejor, a lo mejor no, con toda seguridad, fregar una cocina y dejarla limpia, ordenar una nevera, hacer la compra, que las cortinas estén bien puestas, que el coche vaya con su gasolina oportuna y que no esté sucio, son tantos detalles pequeñísimos que modelan una personalidad, que por eso el Señor nos invita a fijarnos en las cosas pequeñas, sobre todo además los que somos tan conscientes de que somos muy frágiles y que valemos muy poco, mira Señor, yo no me pidas cosas muy grandes y muy difíciles porque seguro que no voy a poder, pídeme cosas pequeñitas y una a una.

Y si en la vida se me presenta una enfermedad gordísima, una situación dificilísima, dile Señor, momento a momento, minuto a minuto, no me pidas que piense en mañana ni en pasado, solo en el hoy y solo en el ahora, ni siquiera en esta tarde, ni siquiera en esta noche porque yo solo puedo lo pequeño, yo solo puedo lo poco.

Y por eso creo que nosotros que tenemos estamos llamados a vivir como los niños, los niños no piensan en el mañana y dentro de una semana, piensan en la hora y se dan cuenta lo poco que valen, lo poco que pueden y además siempre piden ayuda a papá o a mamá, como es lógico, como nosotros hacemos.

Por eso Jesús insiste, ser creyente no es hacer cosas extraordinarias, estrambóticas, gigantescas, sino que ser creyentes siendo muy conscientes de nuestros límites, vivir el ahora, vivir el presente.

Mirad, el peor miedo no es el que se tiene ahora, es el que se teme para el futuro.

Nos da miedo pensar cómo envejeceremos, si estaremos solos, quién nos va a asistir, nos da miedo muchas cosas.

Pero tú no te ocupes ahora de eso, ocúpate del ahora, ocúpate del hoy, porque si Él nunca te ha fallado y así lo has vivido en tu vida, nunca te va a fallar.

Y esta es nuestra fe y esto es lo que nos va a dar esperanza.

Y por eso sí, Señor, concedeme centrarme en las cosas pequeñas de cada día como si fueran las únicas y las más importantes que tengo que hacer.