

Description of Misión posible - 14/02/2025
Con motivo de la reciente Jornada Mundial del Enfermo, entrevistamos a Carmen Rodríguez, enferma de Parkinson que ofrece su dolor por la misión. Tendremos también con nosotros a Justo Amado, responsable de la Unión de Enfermos Misioneros en OMP.
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Comienza en Radio María Misión Posible, un programa de obras misionales
pontificias dirigido por Paula Rivas y Carlos de Arteaga.
Ser capaz de entregar tu sufrimiento por personas que no conoces es una misión
imposible. Recibir un diagnóstico grave de una manera repentina y no abandonar
la fe es una misión imposible. Que haya enfermos que sean misioneros es una
misión imposible. Pero gracias a Dios a la Iglesia y a tu ayuda los misioneros
han hecho que esto se convierta en misión posible. Somos Paula Rivas y
Carlos de Arteaga. Comenzamos. Buenos días queridos oyentes de Radio María. Empieza
este nuevo programa Misión Posible de la mano de obras misionales pontificias.
Carlos de Arteaga, cuéntanos qué vamos a contar hoy. Pues este 11 de febrero hemos
celebrado la Jornada Mundial del Enfermo y por eso hoy queremos dedicarles un
programa entero a unos enfermos muy especiales. Los enfermos misioneros,
las personas que deciden entregar todo su sufrimiento para que el Señor sostenga
en la fe a los misioneros. Vamos a conocer a una de ellas y también vamos a
hablar con el responsable de esta iniciativa. Hoy no vamos a viajar lejos.
No muy lejos. Pero es una bonita forma también de participar en la misión.
Desde luego. Para quien no pueda escuchar el programa entero de donde podrán luego
escucharlo. Pues va a estar completo disponible como siempre en la web de
www.radiomaria.es para que puedan volver a escucharlo. Y también en Spotify y Apple Podcast.
También está habilitado como siempre, Paula, el correo misioposible.radiomaria.es
para cualquier sugerencia, historia o petición. Repito, misioposible.radiomaria.es
Pues muchas gracias, Carlos. Si te parece, empezamos.
14 de febrero, San Valentín. Es el día en el que nos acordamos del amor. Se nos
viene a la cabeza novios enamorados, matrimonios que llevan toda una vida
amándose o incluso el amor de padres a hijos. Pero decía el padre de Pío que
quien comienza a amar debe estar dispuesto a sufrir. Por lo que muchas
veces el amor es algo más complejo que lo que hoy nos ven del mundo. Hoy vamos a
hablar con Carmen Rodríguez cuya historia de vida refleja que el
sufrimiento, si se ofrece, es una obra de amor mucho más grande que regalar una
caja de bombones. Estamos con Carmen Rodríguez Muñoz, una gaditana de
nacimiento pero madrileña de adopción. Buenos días, Carmen. Hola, buenos días.
Te hemos invitado hoy porque queríamos conocer el testimonio de cómo se puede
vivir la enfermedad desde un punto de vista cristiano y misionero. Entonces
cuéntanos, para ponernos un poco en contexto, quién es Carmen Rodríguez Muñoz.
Bueno, te hago un pequeño resumen. Pues una persona normal del principio. Me
llamo Carmen, pues efectivamente yo tengo 57 años, nací en Cádiz y nací en el
seno de una familia católica apostólica romana, que diría mi madre, normal.
Y me crié en una iglesia prácticamente que teníamos cerquita, muy cerquita del
barrio. Pero hasta los 19 o 20 años, cuando ya empecé con la carrera, tuve un
poco cierto alejamiento. Me vine a Madrid, yo me licencié en Derecho y
estuve positando Judicatura. Y no saqué las oposiciones a Judicatura y entonces me
vine a Madrid. Y en Madrid conocí a mi marido, me casé, aquí tengo mis hijos,
tengo dos hijos, uno tiene 25 años y la otra tiene 21. Y llevo una vida perfecta o
por lo menos lo que entendía perfecta. Socialmente, digamos, era cristiana
socialmente. Boda, bautizo, comuniones y poco más. Y entierros. Y cuando mi hija
hizo la primera comunión, hubo un paréntesis en mi trabajo y yo trabajaba
siempre en contabilidad, en facturación. Y eso fue un antes y un después. Yo creo
que me fue un poco preparando para lo que vendría después. En torno al 2011, por
ahí, mi hija hizo la comunión y entonces decidí llevarla a la parroquia que estaba
cerca de mi barrio. Y mi hija quería ser monaguilla, eso me hizo ir los sábados,
los domingos, tal. Y fue entrando y fue
entrando.