
El Misterio Revelado en Cristo - Parte 1 - Efesios 3:1-4

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En este sermón estudiamos Efesios 3:1–4, donde el apóstol Pablo se presenta como prisionero de Cristo Jesús por causa de los gentiles. A través de su ministerio, Dios reveló un misterio que estuvo oculto por siglos: que judíos y gentiles serían coherederos, miembros de un mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Cristo por medio del evangelio.
Este misterio, antes desconocido, ahora ha sido manifestado para mostrar la multiforme sabiduría de Dios por medio de la iglesia. La enseñanza nos recuerda que nuestra unidad en Cristo es un regalo de la gracia divina y que estamos llamados a vivirla y proclamarla con fidelidad.
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Buenos días, hermanos. Vamos a dar inicio a la predicación de este día, pero antes vamos a hacer una oración, si son tan amables. Señor Dios, te damos gracias porque nos permites estar aquí reunidos alabándote y escuchando tu palabra, Señor, que es viva y eficaz. Te pedimos por todos los presentes para que nos ayudes a comprender lo que tú nos quieres hablar esta mañana. Y te pido también, Señor, para que a mí me des la fuerza y la voluntad para poder expresar tu palabra de manera clara y precisa. En el nombre de Cristo Jesús oramos. Amén.
Si gustan acompañarme al libro de Efesios 3, vamos a leer del versículo 1 al versículo 13, y dice así la palabra del Señor, por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús, por vosotros los gentiles, si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros, que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo. Misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu, que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder.
A mí que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el Evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios que creó todas las cosas, para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en Él, por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria.
Quisiera recordarte que hemos venido estudiando la primera etapa, la primera parte del libro de Efesios y estamos ahora a la mitad propiamente del libro, la cual es una parte teológica. Estamos estudiando la teología de la iglesia en los primeros tres capítulos. Hemos hablado de la iglesia como un cuerpo, un solo cuerpo en Cristo, y ahora en el capítulo 3 vemos a Pablo como el portador de un misterio, un misterio que se le ha encargado revelar. Es necesario que sepas que en el Nuevo Testamento encontramos diferentes misterios que se han revelado y misterios también que han sido ocultos en el Antiguo Testamento, pero que ahora ya han sido revelados. Y Pablo aquí es el portador de este misterio. La revelación de Dios es muy singular.
No todas las cosas se han revelado de la misma forma. Por ejemplo, hay algunas cosas que Dios no les revela nunca a nadie. Podemos decir que son los secretos permanentes de Dios que nunca nadie ha sabido y que nunca nadie va a saber. De Teuronomio 29, 29 nos dice las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios. En segundo lugar, hay algunos secretos que Dios ha revelado a algunas personas especiales en el pasado. Por ejemplo, lo que Dios reveló a los profetas en el Antiguo Testamento.
Y en tercer lugar, están los secretos que Dios no le reveló a nadie en el pasado, ni a los profetas en el Antiguo Testamento, ni a su pueblo, sino que las ha revelado ahora en la era de la iglesia. Estos secretos son los que el Nuevo Testamento llama misterios, cosas nunca antes reveladas, pero que son reveladas ahora en el Nuevo Testamento. Aquí encontramos verdades que nunca se habían conocido sobre Cristo, sobre la iglesia, sobre el Espíritu Santo, cosas que muchos indagaron, pero que no las descubrieron, sino hasta la era de la iglesia.




















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