El misterio revelado en Cristo - Parte 2 - Efesios 3:5-6

Pues vamos a dar inicio a esta predicación, y esta predicación es la continuación que hemos estado estudiando sobre lo que es el misterio en Cristo, la revelación que vemos en Efesios, en Efesios 3, que estudiamos la semana pasada y que ahora continuamos con Efesios 3, del 5 al 6, vamos a estudiar, si son tan amables de que vayamos ahí, Efesios 3, versículo 5, nos dice, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los santos apóstolos y profetas por el espíritu, que los gentiles son coherederos y partícipes de la promesa de Cristo.

Disculpen, pero aquí hubo un error técnico, pero ya lo solucioné.

Hemos estado estudiando este libro de Efesios, como les comentaba, y hemos aprendido mucho sobre cómo la iglesia se ve en este libro, y es lo maravilloso que podemos estudiar.

Muchos han llamado el tesoro de la iglesia, y realmente este libro es un tesoro para nosotros, los creyentes, porque hemos sido bendecidos al estar estudiando estos primeros capítulos.

Estamos estudiando lo que es la teología de la iglesia, y eso es muy bueno para todos nosotros.

El propósito de estudiar este libro es que nuestra mente sea transformada a través del conocimiento, y esto genere en nosotros un cambio de actitud, un cambio de conducta, y una obediencia en nuestra vida a la palabra de Dios, en especial en el tema de lo que es la unidad de la iglesia.

Hemos estado aprendiendo que al estar en Cristo obtenemos inagotables bendiciones, y una de ellas es que aprendemos que somos sólo uno en Cristo.

A través de nuestra fe en Cristo hemos sido unidos a Él, y ahora somos uno sólo con Él.

No sólo esto, sino que todos los que han puesto su fe en Cristo, nos hemos unido uno sólo a Él.

Es decir, la iglesia somos uno sólo en Cristo.

En la ocasión pasada estudiamos que la revelación de Dios fue muy particular, ya que Él nos ha revelado sus misterios de la misma forma a lo largo del tiempo.

Y ahora vamos a ver este misterio que nunca antes había sido revelado ni a los profetas del Antiguo Testamento, ni al pueblo de Israel, y que ahora en la era de la iglesia se ha revelado este misterio a través del apóstol Pablo.

Y este misterio es que el judío y el gentil, los esclavos y los libres, hombres y mujeres, y mujeres griegos y bárbaros, todos somos unos en Cristo.

Y ya no hay ninguna diferencia. Todo muro de separación ha sido derribado en Cristo.

Todos somos uno en Cristo, y no debe de haber diferencias entre nosotros como iglesia.

Este misterio que estaba oculto, vislumbrado o mostrado en una forma parcial en el Antiguo Testamento, pero que no había sido comprendido realmente, y lo vemos en el profeta Joel como ejemplo, donde le fue mostrado un poco de este misterio. Joel 2.28 y 29 nos dice, Y después de esto derramaré mi espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.

Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.

Apenas vemos aquí unos destellos del misterio que el apóstol Pablo revelaría ahora.

Y pero que los judíos del Antiguo Testamento no lograron, no le ganaron comprender, comprendieron la salvación de los gentiles, pero no que serían uno con los judíos.

En el plan eterno de Dios, la unión de la Iglesia en uno solo estaba determinada, y nosotros también como participantes de la Iglesia deberemos de vivir esto de acuerdo al plan eterno de Dios, mostrando en nuestras vidas la unidad que como cuerpo tenemos.

Esto está en el deseo de Dios. Toda Iglesia somos uno solo.

No debe de haber diferencias ni diferencias.