

Description of El mito del genio
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Hola a todos y bienvenidos a Ideas para Vivir Mejor. Soy Eugenio Palla-Ruiz, lector empedernido, escritor y experto en desarrollo personal. Y hoy te traigo las ideas principales del mito del genio, un libro escrito por Helen Lewis.
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Piensa por un momento en la palabra genio. Seguro que en tu cabeza, como en la mía, aparecen nombres como Einstein, como Mozart, como Steve Jobs… Nombres de personas que parecen ver el mundo con unos ojos distintos a los tuyos y a los míos. Pero durante siglos, esa palabra no significaba nada de eso. En la antigua Roma, un genio no era una persona.
Era un espíritu, un guardián invisible. Era el protector de una familia, o de un lugar, o de una casa. Y cuando alguien tenía una idea brillante, un destello de lucidez, pues no se decía, es que esta persona es un genio. Se decía que esta persona tiene un genio, o ha tenido un genio. No era algo que venía de dentro, sino que era algo que venía de fuera.
Y durante siglos vivimos con esa noción. La inspiración no nos pertenece, simplemente nos visita. Pero en el Renacimiento, esa idea cambió. Vamos a Florencia, siglo XVI. Hay una persona ahí que se llamaba Giorgio Vasari, que publicó un libro que fue un terremoto cultural. El título da igual, pero era sobre la vida de los pintores, de los escultores, de los arquitectos. ¿Y por qué fue tan revolucionario este libro? Primero, porque no lo escribió en latín, sino en lengua común.
Y segundo, porque no habló ni de papas, ni de reyes, sino de pintores y de escultores que, hasta ese momento, eran vistos como simples artesanos. Y de repente, gracias a este libro de Vasari, pasaron a ser héroes culturales. Pasaron a ser los primeros genios en el sentido moderno de la palabra. A Miguel Ángel, por ejemplo, el libro lo convierte en un monje del arte, en un hombre tan entregado a su trabajo que dormía vestido, que no se quitaba las botas durante meses, que apenas comía.
Era el sufrimiento transformado en grandeza. Y de ahí nace el mito del artista torturado. A Leonardo da Vinci también lo pinta como un sabio disperso, un hombre que intentaba de todo, pero casi nunca terminaba nada. De ahí, de esa idea del libro de Vasari, sale otro mito, el del genio universal, que es una persona súper brillante, pero siempre incompleta. Leonardo murió con demasiados proyectos abiertos, murió con demasiadas cosas sin terminar.
Otro mito que sale de ahí, otra idea que todavía hoy repetimos, esa idea de que el genio siempre se va demasiado pronto y nos deja siempre con esa pregunta de qué más habría podido hacer si hubiera tenido un poquito más de tiempo. Esa pregunta la hemos aplicado a muchísimas personas. Así que el Renacimiento transformó la palabra genio, y esa palabra pasó de ser un espíritu que nos visitaba, como en Roma, a ser un individuo al que admiramos, a veces hasta le idolatramos.
Antes la inspiración era un regalo de los dioses, ahora esa genialidad es una carga. Antes era un visitante, ahora es una etiqueta que ponemos sobre unas muy pocas personas. Y esto fue más allá en el Romanticismo. Para los Románticos, el genio no era un sabio encerrado en un despacho, como en el Renacimiento. Era un ser casi sobrenatural, incomprensible, indomable. Ahí aparece, por ejemplo, Lord Byron. Byron no era solamente un poeta. Byron era un meteorito humano que deslumbraba y que destruía.




















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