
Monseñor Manuel Hilario, el último de los Céspedes García-Menocal

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Este jueves se hizo pública la noticia del fallecimiento de Manuel Hilario de Céspedes García-Menocal, quien se desempeñó por muchos años como Obispo de Matanzas y fuese descendiente de uno de los más queridos próceres de la independencia de Cuba.
En Palabras con Sentido compartimos la última entrevista (que sepamos) que se le hiciese al tataranieto de Carlos Manuel de Céspedes, cuyo episodio justamente estaba previsto para esta semana.
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Escuchas Palabras con Sentido, el podcast del periódico Girón, donde conocerás historias de vida de prestigiosos y populares matanceros de cuna o de corazón.
Soy Ana Cristina Rodríguez y te invito a que me acompañes los próximos minutos.
Soy un cubano sacerdote de Cristo Jesús y he tratado de hacer lo mejor en mi vida.
A Manuel Hilario de Céspedes García Menocal, su apellido le delata el vínculo con el padre de la patria, uno de los más queridos próceres de la independencia de Cuba.
Natural del sur de La Habana y tataranieto de Carlos Manuel de Céspedes, ha dedicado su vida a la fe, la misma que le trajo a tierras yomburinas. Al obispo de Matanzas, dedicamos un nuevo episodio de Palabras con Sentido.
Yo nací en La Víbora, en la parte sur de La Habana, allí fue que nací y allí estuve en la escuela, y una gran escuela, una escuela, las que existían antes de una congregación religiosa que eran los hermanos maristas, y allí estudié desde primer grado hasta lo que se decía antes el bachillerato, todo lo estudié allí, y allí hasta los 17 años, 16 o 17, yo viví allí en La Víbora con mi familia, y soy de allí, cada vez que me pregunta alguien de dónde tú eres, de La Víbora, nunca digo de La Habana ni de La Víbora, desde niño en mi familia ese era el ambiente de la iglesia católica, además la escuela donde yo estudié en una congregación religiosa, una escuela de la iglesia católica, y allí estuve hasta que terminé lo que se dice hoy el pre.
Bueno, mi familia, así, más cercana, eran mi madre y mis hermanos, porque mi padre murió cuando yo era un niño de muy poquito tiempo de nacido, y bueno, por parte de mi padre, pues, desciendo de Carlos Manuel de Céspedes, y eso pues ha sido algo que siempre he considerado como un regalo inmerecido, pertenecer a esa familia, y he tratado, pues, de no deshonrarla nunca. A los 22 años fue que comencé a estudiar para sacerdote en un seminario en Caracas, Venezuela, y allí estudié todos mis estudios sacerdotales, los hice allí.
Los primeros años de sacerdote estuve en una zona de Caracas mismo, y ahí estuve alrededor de 13 años, creo. Caracas es una ciudad estrecha y larga, por lo menos era en aquella época, ahora no sé, estrecha y larga, y entonces el extremo este de la ciudad se llama Petare, y ahí, en esa zona de Petare, estuve como sacerdote 13 años, en unos barrios en los que yo más bien atendía como sacerdote, era el barrio Carpintero, el barrio, y el barrio San Pascual, sobre todo esos dos barrios.
Después, gracias a Dios, pude venir para Cuba, cosa que anhelé siempre, y ya desde que llegué, a poquito tiempo de estar aquí, fui sacerdote párroco de las minas de Matahambre. Allí estuve también más de 10 años, y también hacía las dos cosas, era párroco de allí, de las minas, parte de la semana, y la otra parte en una parroquia en la ciudad de Pina del Río, la parroquia de Nuestra Señora de la Caridad de Pina del Río. Después me liberaron de las minas de Matahambre, y comencé a atender dos parroquias en la ciudad, la Caridad del Cobre, y después otra que se creó, que se llama San Francisco de Asís. Ahí estuve hasta que vine para Matanzas. Fue una sorpresa para mí, para mucha gente.
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