Jaime Garrastazu, cofundador de Pompeii, la tienda online de zapatillas ‘made in Spain’ con un toque exclusivo, indicó que emprender es una historia de sacrificio, trabajo y esfuerzo, no necesariamente de genios. Durante su intervención explicó que la decisión que llevó a los fundadores a emprender fue que la universidad y la vida laboral posterior no les llenaban, con lo que decidieron hacer algo y optaron por hacer zapatillas. Empezaron el negocio con una aportación de cada uno de los cinco socios fundadores de 3.600 euros. Con esos 18.000 euros solo podían hacer 349 pares de zapatillas, porque primero tuvieron que invertir en hacer una horma y un molde, lo que consumió la mitad del capital. El resto se invirtió en las zapatillas. A partir de ahí, el primer año consiguieron producir 20.000 unidades y facturar algo más de medio millón de euros. Desde el primer momento tuvieron claro que había que montar la base para que el negocio fuera escalable, esto es, pudiera crecer, porque su visión como compañía es conectar con todos los ‘milenials’ del mundo y para ello no pueden hacer lo mismo que la competencia. La compañía ha conseguido crecer gracias a cuatro factores: el producto; carecer de dinero y recursos y no saber hacer las cosas, lo que consideran que es una ventaja; tener una limitación real y tangible, como un conjunto limitado de pares de zapatillas numerados, y obsesionarse por crear una marca. Para empezar a comercializar sus productos convocaban a la gente a través de las redes sociales para que acudieran a tiendas ‘pop up’ (tiendas efímeras) a comprar sus productos. Viendo la expectación que suscitaban sus convocatorias decidieron llevar la empresa al mundo online. La clave de su éxito, indica Jaime, fue generar una marca, en vez de crear un producto.
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