Mujeres espías en la Segunda Guerra Mundial

Mujeres sumamente inteligentes, maravillosas asesinas, mujeres con hielo en las venas, mujeres que lo arriesgaron todo para provocar el caos tras las líneas enemigas.

La esperanza de vida de algunas agentes era de tan solo 6 semanas, sobrevivieron el 50%.

Todo estaba permitido, y utilizaban bombas para destruir trenes y puentes.

Las tres formaban un trío asesino, o la seducción para robar a los enemigos sus secretos más vitales.

Y cuando el guardia abrió la puerta, ahí estaba Betty, desnuda, a la luz de la luna, supuestamente con un collar de perlas.

Lo que hicieron cambió el curso de la historia.

Ellas fueron mujeres espías en la Segunda Guerra Mundial.

En este episodio, seis mujeres que desafiaron la lógica de las probabilidades en Europa arriesgando sus vidas tras los campos de batalla.

Vera Adkins, la espía imbatible.

Virginia Hall, la dama coja.

Mathilde Carré, la traidora agente triple.

Noor Khan, la princesa que se convirtió en espía.

Yvonne Cormeau, la pianista.

Y Jolane Beckman, la artista.

Algunas regresaron a casa como heroínas.

Otras no pudieron hacerlo.

No se detendrán ante nada.

Tienen una acumulación inmensa de armas de guerra de todo tipo.

Cuentan con ejércitos, armadas y fuerzas aéreas muy entrenados y disciplinados.

¿Es posible que no se den cuenta de que nunca dejaremos de perseverar contra ellos hasta que les hayamos enseñado una lección que ni ellos ni el mundo podrán olvidar jamás? Valientes palabras.

En los oscuros y desesperados días de 1940, cuando los nazis parecían imparables, el ejército de Hitler había arrasado Europa, invadido país tras país y aplastado toda oposición.

Las tropas británicas y francesas solo se salvaron gracias a una carrera desenfrenada en pequeños barcos en Dunkerque.

Por sí mismos o remolcados, los impresionantes barcos de Dunkerque cruzaron el canal con sus valientes, pero agotados pasajeros.

La derrota fue tan rápida y absoluta que los aliados se quedaron completamente a ciegas en Europa.

Al carecer de redes de agentes en el continente, estaban en la oscuridad, sin poder contraatacar a los nazis.

Ellos mismos se arrojarán al abismo de la muerte y la vergüenza.

Y solo cuando la tierra se haya limpiado y purificado de sus crímenes y maldades, abandonaremos la tarea que nos han impuesto, una tarea que a partir de ahora cumpliremos con mayor fidelidad y rigor.

Como consecuencia, Winston Churchill ideó un plan para una guerra secreta tras las líneas alemanas.

Con el fin de incendiar Europa, Gran Bretaña organizó y armó a los combatientes la resistencia de los territorios ocupados por los nazis.

Una insurgencia para desbaratar la maquinaria de guerra de Hitler mediante sabotajes, espionaje y subversión.

El proyecto de Churchill, su ejército secreto, se denominó Dirección de Operaciones Especiales, la SOE.

Causó estragos y acortó la guerra.

Pero muchos de sus agentes fueron asesinados, a menudo de forma brutal, por órdenes de Adolf Hitler.

Algunos de los más valientes de esos operativos fueron mujeres.

En julio de 1940, cuando la batalla de Inglaterra estaba en pleno apogeo, Winston Churchill convocó a su ministro de Guerra Económica y le ordenó que hiciese arder a Europa con una nueva organización que se conocería como Dirección de Operaciones Especiales o SOE.

Se envió a Francia el mayor número de agentes de la SOE porque cualquier invasión aliada de la Europa ocupada por los nazis no tenía por qué comenzar en Francia.

Se enviaron más de 400 agentes a Francia, de los cuales 39 fueron mujeres.

Las mujeres que aceptaron el desafío de la SOE lo hicieron sabiendo que las probabilidades estaban en su contra.

Tenían que saltar en paracaídas a territorio ocupado.