"MUNILLA SIN COMPLEJOS" (Entrevista Refugio Zavala)

Estamos con un invitado muy especial, la verdad es que hemos estado persiguiéndole y al final la perseverancia ya sabéis que da fruto siempre, sólo el que persevera, dice Jesús que es la verdad, se salvará. Y en este caso damos la bienvenida ahora mismo a Monseñor Munilla, estamos en su, en el Obispado, en su casa, en la diócesis de Orihuela Alicante y es un verdadero placer estar con él. Muy buenas noches. Muy buenas noches. Monseñor, don José Ignacio.

Munilla, sí, muchísimas gracias por vuestra presencia y bueno pues lamento haberme hecho un poco de rogar, que ya sé que habéis estado insistiendo, lamento haberlo hecho de rogar, pero bueno, estoy seguro que vamos a gozar y disfrutar de este rato de encuentro que es de lo que se trataba. Tiene usted, Monseñor, tiene usted fama de no tener pelos en la lengua, de llamar a las cosas por su nombre, eso es importante en los tiempos que corren, ¿no? Creo que sí, creo que sí, por varias razones, ¿no? Pues una, porque también, porque creo que el modelo comunicativo de nuestro tiempo no admite, no admite lenguajes planos. Creo que los discursos planos enseguida pues necesitan una alternativa.

Y luego, por otra parte, porque creo que estamos en un momento de confusión, en un momento de falta de claridad y obviamente pues para poder hacer luz en medio de la oscuridad, hace falta pues aproximarse a una lectura de la realidad que no deje lugar a dudas de cuál es el diagnóstico o cuál es la respuesta ante la situación en la que estamos.

Creo que tenemos que ser hijos de la luz y la luz obviamente a veces suele molestar un poco, porque cuando se brilla en medio de la oscuridad puede molestar un poco la retina, pero la luz es luz, ¿no? Y es la retina la que tiene que hacerse a la luz, acostumbrarse a ella, no la luz la que tiene que, de alguna manera, disolverse en la oscuridad.

Estamos viviendo tiempos, efectivamente, de confusión, pero no podemos olvidar también que estamos viviendo tiempos en los que reina la mentira y ya sabemos quién es el padre de la mentira, ¿no? ¿Qué signos, qué señales existen hoy en la sociedad, no sólo ya española sino universal, mundial, de la existencia del demonio? A ver, creo que la existencia del demonio, que el padre, el padre de la mentira, el que divide, etcétera, no creo que tiene signos muy poderosos de su presencia y uno de ellos creo que es el de la pérdida de la libertad del hombre.

Es curioso que cuando se ha reivindicado la libertad frente a Dios, ¿no? Curiosamente, al final de la libertad sólo queda, de la bandera de la libertad sólo queda el palo, de esa bandera al final sólo queda el palo, no hay bandera, no hay un ideal que defender.

Es verdad que creo que un signo de la acción del demonio es cómo nos ha engañado con la reivindicación de la libertad para luego hacernos esclavos. Creo que nunca habíamos vivido una situación en la que el hombre había llegado a tener tal grado de esclavitud, esclavitud de sus propias pasiones, esclavitud del pensamiento dominante, esclavitud de las tecnologías, esclavitud de un pensamiento único que nos va a todos metiendo dentro de un solo carril, un solo carril y comenzamos hablando de la libertad y estamos llegando a la cultura de la cancelación en la que, curiosamente, todo aquel que no pase por ese único pensamiento llega a ser cancelado. Creo que frente a esa libertad de los hijos de Dios que Cristo vino a traernos, un signo de Satanás es verdaderamente cómo se ha llegado a conseguir la esclavitud del hombre.

Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro, mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Creo que es patente que uno de los signos es esa falta de libertad. Otro, obviamente, es el odio. Estamos en un mundo en el que hay mucho odio, hasta asomarse a redes sociales, es increíble cómo se supura odio, como hay una capacidad de hacer de las redes sociales un lugar en el que uno está, propiamente, como si estuviese vomitando todo su odio. Es otro signo, otro signo muy patente, que el odio reina en los corazones, lo cual es un signo de que estamos sufriendo mucho. Estamos sufriendo y esa agresividad, en el fondo, no es sino un odio.