

Description of Nochevieja en Casanostra Ep.9
Si te gusta mi trabajo y quieres recompensarlo con algún tipo de donación, puedes hacerlo a través del siguiente enlace: paypal.me/JMGarciadelasBayonas Muchas gracias por tu solidario apoyo.
SINOPSIS:
"Nochevieja en Casanostra” es una espeluznante novela corta, en la que el autor, desarrolla toda la trama entre los endemoniados muros de una centenaria casona de estilo románico, donde el suspense y un desenfrenado horror, harán mella en los ánimos de sus vulnerables y variopintos protagonistas.
Con una herencia por desvelar, y con el nuevo año a punto de despertar, los siniestros y atroces crímenes se sucederán mientras la mayoría de invitados allí reunidos, se irán viendo avocados a los límites más extremos y perversos del propio ser.
Una casa poseída. Una familia parásita e interesada.
Amor, infidelidad. Codicia, generosidad.
Rencores, traiciones, sospechas, visiones…
Muchos ingredientes altamente inflamables, enfrentados bajo un mismo techo de por sí ya maldito, y donde fenómenos insólitos aterrorizarán a cada huésped y al lector, entrecortando sus cautas y atragantadas respiraciones…
Además, en esta escalofriante obra perfumada con entrañable romanticismo, se incluyen también media docena de arcanos y hechizantes relatos, a cuál más misterioso… y pérfidamente espantoso.
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Bienvenidos a relatos de misterio y terror, un programa en el que podrás
escuchar audios de intriga y suspense, escritos y narrados por Jesús Manuel de
las Bayonas. Todos los textos están registrados y
protegidos por derechos de autor. En el capítulo de hoy...
Nochevieja en casa nuestra. Finalmente, en el exterior, un verdugo atardecer
guillotinaba la bronceada cabeza solar que destelló aquel último sábado, aunque
de forma oculta e impotente tras la cuajada calígine que se había apoderado
de las calles, haciendo rodar ahora sus rubios mechones por el horizonte lejano,
y con ello, precipitando la despedida de éstos, derrotados y caídos hasta el
venidero año. Justo en esos instantes de aceptada
penumbra, la habitualmente irritada Beatrice recorría los pasillos internos
de casa nuestra, con su desencantado marido Valentino acompañándola a un
escaso par de metros de ella. Y así, manteniendo una controlada y fría
distancia, la mujer entraba en la oscura biblioteca que permitía unir con certero
y recto atajo, las dos grandes salas de la pequeña mansión.
El matrimonio andaba al encuentro con los demás, famélicos ya a esas alturas y
ávidos por hincar el diente. Conforme Beatrice pisaba las primeras rústicas
baldosas en la erudita habitación, accionaba con sólo estirar su brazo
derecho la clavija que iluminaría frente a ella y de forma amarillenta, las
cultivadas cubiertas curtidas y las amaderadas paredes, forradas de caoba y
seca vida inerte. Acto seguido, y a la vez que la
refulgencia invadía el espacio coloreando el mobiliario contenido, Valentino
expósito se adentraba tras la dama, para estremecerse de súbito pánico por un
descomunal portazo a su espalda, que hasta le revolvió los cuatro repeinados
pelillos con su impacto atronador, deteniéndose le a centímetros de la
hora erizado cogote. En ese preciso momento, la claridad finiquitaba su
flaseada fugaz existencia, devolviendo las turbias e inclementes tinieblas a la
librería de una anexionada forma espeluznante y coincidente al estruendoso
golpazo. -"¡Enciende, enciende!" rogaba exaltado en
horror el marido. -"No logro encontrar la llave", contestaba la esposa alterándose
igualmente. Beatrice palpaba incrédula la zona donde acababa de prender la
neoclásica lámpara colgante, encontrando sólo una helada y horripilante suave
superficie lisa. Por más que avanzaba y retrocedía en distintas alturas con su
desplegada palma, no acertaba un tranquilizador relieve que activar, para
recuperar la visibilidad y aplacar su nerviosismo.
El momento culmen que la apavorizó de lleno, le sobrevino al detectar que no
lograba atinar con ninguna de las juntas por las que se perfilaban esbeltas y de
manera paralela, las rojizas tablas que revestían templadas los sacrificados
tabiques, donde los libros de indistinto peso y tamaño, se encaramaban repartidos
entre el suelo y el artesonado techo. Fue entonces, cuando por fin su marido revirtió
la apagada perceptibilidad que les rodeaba presionando un oportuno
interruptor, con el que se topó entre desesperos, a mano izquierda de la
ubicación en que había frenado la marcha al hacer su impensado ingreso, en
aquellos metros cuadrados saturados de pura fobia desatada.
Se extendió un prolongado y crionizante chillido femenino, sacudiendo
de nuevo la inestabilidad emocional de un valentino aún no recuperado de su
azoramiento. ¿¡Pero qué está pasando!? Seguía descompuesta y espantada Beatrice.
En torno a ellos, diferentes máquinas de gimnasia y mancuernas desordenadas
agredían psíquicamente a la mujer con su improcedente presencia, mientras ésta,
que se descubría con las falanges manoseando un gélido gran espejo, iba
siendo dominada por la histeria, apreciable ya en su conquistado reflejo.
No me lo puedo creer, ¿qué hacemos aquí? continuó gritando. No entiendo nada,
te puedes calmar, suplicaba el esposo. Bastante mal rato he pasado yo con la
mujer.