Oír el cine. Claves de la música cinematográfica. ¿Qué secretos esconde el mundo de la banda sonora?

Queridos amigos de la radio, como sabéis he estado filmando en la Feria de Madrid, así que no puedes perderte mi libro La fe, la ética y los valores de los superhéroes.

El libro ideal para dar la batalla cultural con una sonrisa.

Fundación Edelvives patrocina este espacio cultural.

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Estás escuchando directo a las estrellas, Víctor Alvarado.

Nuestro invitado de esta semana tiene un oído total como si fuera el mismísimo Elton John.

Compone como Mozart y Vivaldi.

Hay quien dice que tiene algo de Ennio Morricone.

Damos la bienvenida, como si fuera una fanfarria de John Williams, a Rodríguez.

Javier Rodríguez Frailes y es el autor de Oír de cine claves de la música cinematográfica, editado por EUNSA.

Buenas tardes.

Buenas tardes, Víctor.

¿Cómo compaginaste los estudios musicales con los de tu carrera? ¿Te consideras más músico o más profesor, o viceversa? Bueno, no, no.

Desde luego, mucho más músico que cualquier otra cosa.

De hecho, yo soy nacido en una ciudad pequeña, Pamplona, que entonces, en una época en la que no existían los estudios musicales universitarios.

Y yo, a la vez que en el colegio, yo estaba haciendo piano y yo tenía claro que lo mío era ser músico.

Pero, digamos que mi padre era de otra época y me dijo me parece muy bien que te guste el piano, pero tú vas a hacer una carrera por narices.

A ver, escogí Filología porque era lo que menos me gustaba, o sea, menos me disgustaba, digamos.

Disfrutaba mucho con el latín, por ejemplo, con la literatura.

Y entonces hice Filología, que no me costó estudiar, en el sentido de que era un tipo de estudios que me gustaban mucho.

El tiempo, de hecho, ha dado la razón a mi padre, porque en el sentido de que el alcance en esa época, que daba tener una licenciatura universitaria, no lo daba nunca.

Y creo que en verdad que sigue sin darlo una titulación musical, ¿vale? Pero creo que la cosa está cambiando a favor de los estudios musicales.

Pero, vamos, yo nunca quise dejar de tener que ver con la música, o sea, de una manera u otra, yo soy músico por los cuatro costados.

Bueno, he visto que coincidimos en algún medio de comunicación, hemos colaborado ambos en CineManet.

¿En qué ha consistido tu labor? Que no la desconocía, la verdad, hasta ahora.

No, qué va, qué va.

En CineManet, la historia viene ya de hace...

Yo creo que el segundo o tercer año en que se puso en marcha aquí en Barcelona, conocí a Daniel Arasa, que es el gran organizador y mente preclara para estas cosas.

Exacto, y pidió colaboración a varios que nos manejábamos dentro del mundo del cine, de una manera u otra, con más o menos sabiduría o preparación, para ayudarle al jurado, digamos, seleccionar la película con mayores o mejores valores familiares que estuviese estrenada el año pasado y hasta ahí premiarla.

Y entonces consiste en ver muchas películas, seleccionar las más adecuadas y después discutirlas, porque es lo divertido, entre los miembros del jurado, para ver cuál es la que se propone.

Y ya está, de ahí estoy desde el segundo o tercer año.

Llevo veintialgo años ahí metido, o sea, disfrutando, vaya.

Bueno, pues entonces espero que le puedas dar un saludo de mi parte, que ya lo he conseguido entrevistar en dos ocasiones y hemos pasado un rato entretenido.

Antes de empezar con la música, hablas en tu libro sobre el silencio y los sonidos.

Por ejemplo, yo tuve la suerte de entrevistar a un experto en el cine de Robert Bresson que dice que lo más importante a veces en sus películas son ciertos sonidos.

Por ejemplo, cuando ese señor intenta escapar de la cárcel, que es muy bonita esa película, vamos viendo que los silencios son tan importantes como las conversaciones que allí aparecen.

¿Qué nos puedes decir al respecto? Porque creo que hace referencia también, por ejemplo, a cómo se expresa el silencio en los ascensores.

Qué difícil tiene que ser rodar una escena en el ascensor.

El silencio es un fenómeno sonoro de primera magnitud.

Son riquísimos los silencios.

De hecho, he de reconocer que me encantan las situaciones de silencio.

Mira, primero, echándole un poco de gracia al asunto, porque trabajo en un colegio y agradecer el silencio es una gran ventaja.

Pero más aparte, hay muchos tipos de silencios distintos.

Todos los silencios tienen una valoración expresiva.

El silencio, por ejemplo, de una situación difícil en la que alguien acaba de decir, por ejemplo, una barbaridad y todo el mundo se calla como diciendo, debería contestarle, pero no me atrevo o lo que sea.

El silencio de los ascensores, en los que quizá lo rompen solo las personas.