Ojo de águila 06-10-2025

Capísima Multimedial.cl, junto a Radio Capísima 104.9 FM, Radio Parilacota 94.5 Punte, Subradio 93.5 General Alago, presentan Ojos de Águila. Recorriendo las calles de Santa Rica, especialmente hoy focalizado en el punto de encuentro del mundillo político, por razones que usted entenderá, estamos en campaña, o están en campaña, para las elecciones del 16 de noviembre próximo, parlamentarios y presidencial.

Nos hemos encontrado con muchos ciudadanos, y esa conversación habitual de no solo el saludo, sino que el planteamiento o la pregunta, o una respuesta o afirmación, decía, ¿en qué país estamos viviendo? Y esa frase ha sido reiterada en la última semana. ¿En qué país estamos viviendo? Claro, en primera instancia, es sorprenderse de que un habitante en esta patriota y a inexpugnable tierra chilena, como es Santa Rica, alguien se refiriera a nuestro país. ¿En qué país estamos viviendo? Y ahí comienza el desarrollo de los argumentos respecto a hechos singulares que han ocurrido, y que ameritan una reflexión del Estado, de la sociedad en general, y que incluso en el color político no tendría incidencia. Pero sí buscar vías que nos concluyan en respuestas claras, reales y al mismo tiempo, ojalá, resolutivas. Y doy dos casos, dos casos.

El primero, en Temuco, en el Juzgado de Garantía de Temuco, durante el desarrollo de una audiencia, el imputado, defendido por, y valga la redundancia, un defensor regional, un defensor que el Estado de Chile lo puso a disposición del sujeto para poder bajar las medidas cautelares que le había impuesto el tribunal.

Determinó finalmente, después de una afirmación por parte del tribunal, respecto a otorgarle algunas garantías, el sujeto simplemente se levantó de su silla, ni siquiera agradeció al abogado defensor quien se preocupó por largo tiempo, o un par de horas, para atender su caso y enfrentar al tribunal para pedirle ciertas consideraciones. Simplemente salió, superó la etapa de vigilancia por parte del personal que está apostado diariamente en el tribunal, nos referimos al juzgado, y se fue.

Simplemente, con una paz, tranquilidad, y una expresión realmente que era impresionante, quienes vimos la imagen a través de los canales de televisión, lo esperaba su pareja, su esposa, su novia, su bolola, en fin, alguien muy cercano a él, y los dos, sin mayores objeciones, ni trabas, ni preguntas, ni revisiones, emprendió veloz fuga, con mucha sonrisa, con una tranquilidad pasmosa.

Bueno, finalmente, el abogado se dio cuenta que su maledicción era un delito.