LA OPERACIÓN FLICKR: Cuando el FBI descubrió pedófilos en la CIA

Días extraños con Santiago Camacho.

Aunque si se trata de formas poco habituales de tortura, una de las más extrañas, de las más pintorescas, es el porno.

Sí, el porno. El porno que la mayor parte de la gente ve de forma voluntaria, con cierto sentimiento entre la alegría y la culpabilidad, pero que resulta que puede ser utilizado como tortura.

Veréis, un boletín interno de la NSA, la Agencia de Seguridad Nacional Norteamericana, cuenta cómo el gobierno estadounidense utilizó la pornografía para debilitar y para humillar a los prisioneros durante la guerra de Irak.

Y es que la CIA y la NSA emplean regularmente la pornografía como herramienta en sus operaciones encubiertas.

La pornografía que en muchas ocasiones, en la mayor parte, ya habían consumido los propios detenidos.

Intentaré explicarlo porque tiene cierta complicación.

Entre las atribuciones del Centro de Procesamiento Combinado de Medios de la NSA, estaba el buscar, el registrar todo el material digital de los detenidos en Irak, ordenadores, CDs, teléfonos, discos duros, en busca de pruebas de delitos, principalmente relacionados con la insurgencia o las armas de destrucción masiva.

Pero no encontraron nada de eso. Aquellos ordenadores, aquellos teléfonos móviles, estaban repletos de lo que podríamos denominar las tres grandes P's.

Pornografía, propaganda y plegarias.

Y esta extraña convivencia en el mismo dispositivo digital de material religioso y pornografía, era lo que utilizaban los interrogadores del Quinto Regimiento de las Fuerzas Especiales para avergonzar, para doblegar a sus clientes.

Porque, claro, muchos detenidos mantenían que eran musulmanes de votos, pero luego le decían, oye, musulmán de votos sí, pero ¿y esto que tienes en tu ordenador qué es? No es la primera vez que la inteligencia estadounidense utiliza la pornografía con fines de guerra psicológica.

Durante los preparativos de la invasión de Irak en 2003, el grupo de operaciones de la CIA tramó la creación de una cinta falsa de sexo gay en la que aparecía un doble de Saddam Hussein con la intención de inundar Irak con estos vídeos y debilitar a Saddam a los ojos de sus partidarios.

Al final alguien tuvo sentido común, dijo que esto era una chorrada y el plan se abandonó.

Pero, en una línea similar, lo que sí produjo la CIA fue un vídeo protagonizado por actores que simulaban ser Osama Bin Laden y sus secuaces, y se los mostraba sentados alrededor de una hoguera y presumiendo de sus conquistas homosexuales con chicos.

Vale, no es tan atroz como amenazar a la gente con electricidad o con taladros o hacerle el famoso waterboarding, pero desde luego es algo que merece la pena ser contado. Y tampoco es que sea una cosa nueva, no es la primera ni la segunda vez que la CIA se plantea denigrar a un líder extranjero con una cinta sexual falsa.

En la década de los 60, la agencia encargó una cinta pornográfica falsa del presidente de Indonesia, de Sukarno.

Esta llegó a tener hasta título, Happy Days, y se lo tomaron tan en serio que no solamente hicieron un casting para encontrar a alguien que se pareciese mucho, sino que además le hicieron la cirugía plástica para que se pareciese más.

Supongo que el sufrimiento de la cirugía fue compensado de sobra con la tremenda bacanal en la que fue filmado con una pequeña tropa de mujeres, todas muy jóvenes y todas muy bellas.

El vídeo se filmó y el plan era introducirlo en el país y hacerlo pasar como un chantaje del KGB.

Otra vez en esta ocasión alguien paró los pies a los agentes encargados del proyecto antes de que la película se distribuyese.