

Description of El oro gris de La Cabrera
Un viaje por La Cabrera, un territorio áspero y poético a la vez: montañas altas, aldeas de pizarra que resisten al abandono y canteras que marcan el paisaje con heridas profundas. Entre valles solitarios y horizontes abiertos, el viajero descubre una tierra dura pero auténtica, donde la belleza siempre convive con la cicatriz.
La Cabrera es una comarca montañosa situada en el suroeste de León, limítrofe con Galicia. Forma parte de la vertiente meridional de los Montes de León y está atravesada por ríos como el Cabrera y el Eria. Sus pueblos, de origen medieval, están construidos en piedra y pizarra, un material que aquí se extrae desde hace siglos y que todavía hoy sostiene la economía local. Es una tierra de inviernos duros y veranos breves, con aldeas cada vez más despobladas, pero de una autenticidad que se respira en cada valle y cada ladera.
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Viajo en moto. Un podcast de viajes, de aventura, de lugares lejanos o no tanto, y de grandes viajeros o no tan grandes. Hola, estimada chavalería, aquí comienza Viajo en moto, el programa de los viajes en moto. Con Roberto Naveiras. Con Traged Geisha en Asturias, en el norte de la península ibérica. Hablamos de viajes en moto, viajes en camión, viajes en furgoneta y mil cosas más. Viajo en moto punto com.
Son las 8 de la tarde y el día se apaga lentamente sobre el valle de la Cabrera. Estoy sentado en un área recreativa medio abandonada, junto al río que da nombre a la comarca. El rumor del agua es un murmullo apagado que apenas consigue imponerse sobre el zumbido insistente de las moscas. Llevo más de siete horas sobre la moto. Los músculos piden tregua y la cabeza me exige silencio. Aquí, bajo este cobertizo de madera, he encontrado un lugar donde pasar la noche.
No hay lujos, ni falta que hacen. Una estructura sólida, suficiente leña para un pequeño fuego, y la compañía de este cuaderno. La escritura a mano me resulta torpe. El teclado me robó hace años la caligrafía, pero ahora me devuelve la intimidad del trazo irregular. Escribo mientras el cielo se tiñe de un ámbar extraño. La montaña que tengo enfrente recibe una luz amarillenta casi teatral, que convierte al valle en un escenario inquietante. Huele a tormenta. Y en mi diario de aquel viaje, anoté.
Martes 9 de septiembre 2008. Ayer fue día de fiesta. Como gaitero, pasé la mañana hasta la madrugada metido en el jaleo. Música, vino, conversaciones interminables. No todo el tiempo soplando la gaita. Hubiera sido insufrible. Pero sí el suficiente para despertar hoy con la boca seca y la sensación de haber bebido y vivido demasiado en pocas horas. Esta mañana parecía condenada la rutina. Una jornada de esas que se consumen entre tareas domésticas y bostezos.
Pero desde el calor de las sábanas me lanzaron una frase que lo cambió todo. Dicen que a mediados de semana llevan las tormentas. Si vas a salir en moto, que sea hoy. No hizo falta insistir. En menos de 40 minutos estaba enfundado en la ropa de cordura, con la acampada preparada a toda prisa y la moto rugiendo en la puerta. Desayuno rápido, provisiones a las alforjas y el mapa mental dibujado. Rumbo al morredero, en León. Aquí dejo el diario y continúo con el relato.
La subida hacia la cebo me recibió con polvo y piedras sueltas. Las obras eternas de la carretera la han convertido en un terreno incierto. Unos tramos parecen prometer curvas veloces, casi de autopista. Otros se hunden en baches que obligan a apretar los dientes y a sujetar al manillar como si fuera el último.
Adelanté a una furgoneta de obreros que levantaba una nube de tierra. El aire olía a humedad, a roca removida, y mis maldiciones se perdían. Más adelante, ya en la provincia de Lugo, en las curvas de Alastra, me esperaba esa curva que siempre he considerado un pequeño tesoro. Amplia, ciega, interminable. Hoy entré en ella con la marcha justa, la trazada perfecta.
Todo fluyó como si el asfalto me hubiera estado esperando. Durante unos segundos fui el rey de la carretera, dueño absoluto de la escena. En el diario quedó reflejado así.
En Panferrada paré a repostar. La gasolinera la atendía una chica rubia.



















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