Hola a todos, hola a todas y tal día como hoy vamos a seguir feneciendo durante los
próximos 60 minutos en Palabra de Cabra, programa de radio que se emite en Onda Peñes
y que locuciona su más humilde servidora, aunque no por ello servil, Libertad Zana.
Bienvenidos, bienvenidas sean ustedes, sus orejas y también bienvenidas sea su compañía
en la atención que presta, empezamos.
Si nos sentíamos fenecer, pues sigamos feneciendo, porque de ser va la vida y quién sabe si
también más allá de ella. Ya comentamos que lo de fenecer es otra palabra inventada
para definir que esto va de culminar el ser que somos o lo que cada quien sea, no sé,
sin más misticismos ni conformismos en base a la mediocridad de una sociedad de la que
podemos formar parte. Ahí formamos parte de ella, de todas todas, haciendo una declaración
de independencia frente a las normas sociales preestablecidas pues para reimaginar nuestras
vidas desde la posibilidad de nuestro yo más auténtico como una constante en la vida humana
y es que a veces la respuesta más honesta es simplemente aceptar lo que somos. Pues ahí está,
el amor como un verso escrito en respuesta a la monótona prosa circunscrita en la alienación
de los valores de una sociedad que en nombre de la igualdad lo que hace es uniformarnos o eso
pretende para que todas las personas seamos iguales aunque no precisamente en derechos ni
oportunidades y se olvida de que por mucho que fragmente al mundo entre los que más tienen y
quienes somos al final insisto por muchas que sean las diferencias que se inventen en el acceso
a los recursos y a las oportunidades hay algo que sí nos hace iguales ¿adivinan qué? Vamos a dejar
que suene una vez más el romance de la muerte enamorada en esta ocasión de la voz de Víctor
Jara que de alguna manera sigue viviendo mientras le recordemos a pesar de los que le asesinaron.
muy más que la nieve fría por donde has entrado amor como has entrado mi vida las
puertas están cerradas ventanas y celosías no soy el amor amante soy la muerte dios me envidia
hay muerte tan rigorosa déjame vivir un día un día no puede ser una hora tienes de vida
muy deprisa se calzaba más deprisa se vestía ya se va para la calle en donde su amor vivía