Palabra de Cabra (20-06-2025)

Quien les habla con los pies descalzos y la cabeza llena de ideas que a veces hacen huelga es Libertad Zana, locutora del rebaño sonoro que cada tanto se suelta por aquí en Onda Peñes por Palabra de Cabra. Y como este programa no es un monólogo sino una conversación no tanto a solas pero sí con ecos, con matices, con risas compartidas, pues como cada día no vengo sola. Aquí a mi lado Raxa, ayudante de producción, sí con ese nombre tan de personaje literario que en realidad se llama como una loba y también como una amiga que sabe escuchar y quedarse en silencio cuando hace falta. Y desde el otro rincón del mapa pero no del corazón, nos acompaña también Paula, tejedora de sonidos y de afectos. Así que con ustedes ya estamos completas.

Gracias por acompañarnos una hora más ahora que vamos a jugar con las palabras y para recordar que a veces lo más urgente es sentarse a ver cómo pasa una nube. ¿Les parece si empezamos? Dicen que el tiempo es oro, que hay que aprovecharlo, que si no produces pierdes, que si no rindes te atrasas, pero hoy desde palabra de cabra venimos a desobedecer un poco, a sentarnos en el margen, a desmarcar el calendario y abrirle un hueco a eso que no cabe en la agenda, el ocio. Ese tiempo que no se mide en resultados, ese espacio fértil donde florece la risa, la lentitud, el juego, la conversación. Hoy vamos a hablar del ocio como derecho, como trinchera, como juego, como siesta, como acto político y como territorio libre de evaluación.

Porque no todo es rendimiento, porque no todo es utilidad, porque también somos lo que hacemos cuando no hay nadie mirando. Y entre reflexiones, anécdotas, legislación con humor y propuestas para el verano, les contaremos algo especial que este año organizamos así como sin querer un pequeño campamento rural en el colegio de Bañugués. Y por fin también arrancamos la actividad de teatro popular ahí en el Ateneo de Candás. Pero bueno, no se preocupen que lo contaremos al final. Ahora siéntense o pasen o líen una tortilla que empieza este episodio número 33 de Palabra de Cabra. Y va de eso, del ocio y de todo lo que cabe dentro. Dicen que el tiempo es oro, pero si fuera oro, el oro pesa. Y no todos llevamos el mismo reloj y mucho menos de oro.

Bueno, no sé. El tiempo no sólo es lo que marca el segundero o lo que nos roba el despertador cada mañana, es también una construcción social, una manera de ordenar el mundo, de repartirlo, de decidir quién tiene derecho a parar y quién no. Porque en esta sociedad que corre y que nos hace correr o pretende hacernos correr, no sólo se trabaja con el cuerpo, se trabaja también con el tiempo. Se mide, se vende, se optimiza, se exprime. El paradigma productivista convierte el tiempo en mercancía y nos deja con la sensación de que siempre, siempre estamos llegando tarde, incluso cuando no vamos a ningún sitio. Así se traza una frontera invisible entre los tiempos útiles, los que generan rendimiento, prestigio, dinero o eficacia.

Y los tiempos aparentemente inútiles, los del descanso, los del juego, los del simple no hacer. Y claro, los inútiles siempre pierden.

Pero esta división no es neutra. No todas las personas tienen el mismo acceso al tiempo libre real, ni las mismas condiciones para convertir ese tiempo en algo valioso. Hay quien tiene tiempo pero no recursos, hay quien tiene recursos pero no energía y hay quien no tiene ni lo uno ni lo otro, porque las desigualdades sociales también se miden en minutos.

Ay, que me estoy acordando de una película que sí que podría ser.