Palabra de ingeniero - Eucalipto: entre el amor y el odio - 30/06/19

De todos los árboles ajenos a nuestra flora autóctona, puede que ninguno haya sido más atacado que el eucalipto. Se le critica por exótico (procede de Australia) y por su capacidad invasora. Sin embargo, Luis Gil --biólogo, ingeniero de montes y miembro de la Real Academia de Ingeniería-- desmiente que puedan introducirse en un ecosistema natural y competir con el resto de las especies. De hecho, en un kilo de semillas hay 2,5 millones, es decir, pesan unos poocos miligramos y apenas contienen reservas. Cuando una semilla cae por gravedad y se encuentra con un suelo cubierto de hojas, ramas, etc, es incapaz de extraer una radícula que penetre en el terreno.
Los eucaliptos que hay en España son cultivados. Las primeras muestras llegaron a nuestro país con la expedición Malaspina a finales del siglo XVIII, pero las primeras plantaciones se hicieron en Portugal en el primer tercio del siglo XIX y después se extendieron por el norte de la Península Ibérica. Desde entonces, es una especie que se ha movido entre el amor y el odio de distintos sectores de la sociedad, aunque nadie niega su utilidad industrial y comercial porque es una especie de rápido crecimento (a los 14 años pueden ser talados), su madera es barata, útil para la construcción y para la fabricación de pasta celulósica.
En España hay más de 700.000 hectáreas cultivadas, la mayoría en manos privadas. Y en cuanto a los mitos que se le achacan (impide el crecimiento de otras especies, arrasa con el agua dispoinible, etc), Luis Gil pone como ejemplo el “Souto de A Retorta” en Chavín (Lugo), con eucaliptos de más de 60 m de altura y más de cien año de ëdad. Bajo el dosel de estos árboles se ha desarrollado todo un bosque atlántico, con castaños y robles de unos 40 metros y alisos, fresnos, avellanos y otras especies de ambientes húmedos como el sauce, el helecho real, los arces y los abedules. Todos comparten un mismo suelo y aporte hídrico lo que demuestra que el eucalipto no es especie “invasora” ni “agresiva” que desplace a las autóctonas.

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