Pasionaria: la increíble vida de Dolores Ibárruri (CARNE CRUDA #1552)

Pasionaria de un seudónimo que yo empleé la primera vez que escribí y que era en una semana santa y empleé ese seudónimo pero yo prefiero que me llamen Dolores fue la voz del no pasarán, el puño de la resistencia comunista, la certeza de que llegaría la democracia desde un exilio eterno, la ilusión de un país más justo más feminista, más libre.

Fue Dolores Ibarruri, pasionaria. Eso es lo que me llevó a mí a la rebelión, no el que había comprendido ya que el socialismo era lo mejor y que tal y que tal, no no no, las condiciones de vida en que vivíamos los mineros y lógicamente de ahí al socialismo, porque el socialismo es el que luchaba contra la explotación.

Nació en Gallarta, en Vizcaya, en una familia carlista, minera y pobre que marcó su conciencia de clase y su devoción religiosa. Pero en el último momento cambió el convento por la política, primero socialista y después fundadora del Partido Comunista en España, peleó por los derechos de los pobres y de las mujeres.

Diputada antes y después de la dictadura, fue la primera dirigente de un partido en España y una de las primeras mujeres en publicar en los periódicos. Y aunque perdió a cuatro hijos y pasó 40 años en el exilio, nunca abandonó a la clase obrera, a los torturados, a los perseguidos, a los expulsados, a los amordazados. Ojalá verla hoy caminando por las calles de Madrid entre un pueblo que no quiere vivir amordazado como le cantaba Ana Belén.

Hoy hablamos de una de las figuras más icónicas del siglo XX, de mano de alguien que la conoce muy bien y de alguien que ha querido contar su historia en la gran pantalla. Hoy hablamos de Dolores.

Dolores era un símbolo, un símbolo de dignidad, de resistencia. Era un elemento de respeto y un elemento de reconocimiento también a lo que luego el Partido Comunista hizo. Su vida y su persona trascendía a su propia vida.

Fue la voz del pueblo que denunciaba la opresión que sufría y la falta de derechos. Que hizo cosas muy adelantadas a su tiempo, aunque ella no fuera consciente de ellas. Con una fuerte capacidad de conectar con el auditorio compuesto con la clase trabajadora y con un magnetismo que le hace una personalidad muy atractiva. Y de amor por la humanidad y por la gente.

Para hablar de la apasionante y apasionada vida de Pasionaria tenemos con nosotros a otra Dolores, Dolores Ruiz Ibarruri, su nieta. Crudos días, ¿cómo estás? Hola, buenos días. ¿Cómo eres ser nieta de Pasionaria? Para mí lo más natural. Ya imagino, pero quiero decir, con una figura tan totémica, tan grande como la suya.

Es un personaje que ha marcado toda mi vida. Desde muy pequeñita yo entendía que era alguien muy especial. Lo entendía por la reacción que tenían los que nos rodeaban. Y yo creo que entre los grandes acontecimientos que presencié, siendo todavía muy pequeña, tenía cinco años. Era un homenaje con motivo a sus 70 cumpleaños.

Una fiesta maravillosa en Moscú. Todos alrededor y Dolores hablando. Y yo estuve presente en ese mitin que ella había dado a favor de la democracia en España, la democracia en todo el mundo. Y a través de los demás, la reacción de los demás, de los aplausos, pero también de las lágrimas. Y yo también me emocionaba porque yo estaba acostumbrada a convivir con ella. A mí me llevaron a la casa de mi abuela Dolores desde la maternidad. Mis padres siempre estaban ausentes. Mi padre era militar. Mi madre viajaba con él o estaba enferma o trabajaba. Había más niños en la familia. Así que yo soy más bien