Paso a paso, cómo caminar erguidos nos hizo humanos - Una Antropologa en la Luna | LBP

Estás escuchando La Biblioteca Perdida, un podcast de divulgación histórica hecho por y para amantes de la popeya de la humanidad. Nuestro programa es semanal y está compuesto por diferentes secciones y temas. Esta que vas a escuchar es sólo una pieza más de las que componen cada entrega. Te rogamos que tengas en cuenta que originalmente se emitió en un programa estructurado de anteriores temporadas, por eso las referencias de actualidad o cuestiones como sorteos están obsoletos.

Síguenos en iVoox, así como en nuestra página web www.lavibliotecaperdida.info para estar al tanto de nuestras novedades. ¡Comienza la aventura! UN ANTROPÓLOGA EN LA LUNA FORAMEN MAGNO No, no es el nombre de ningún emperador romano. Es como se llama el agujero por donde entra tu médula espinal en el cráneo. Si caminarías a cuatro patas, el agujero estaría en la parte de atrás, porque la columna es horizontal. Pero si caminas a dos patas, como sueles hacer como buen humano que eres, la columna es vertical. Entonces el agujero lo tienes en la parte de abajo del cráneo.

¿Y esto a cuento de qué viene? Bueno, pues porque los buenos de la editorial Capitán Swing nos han enviado un libro que se titula Paso a Paso, del antropólogo Jeremy de Silva. Y esto de saber dónde se ubica este gran agujero, que se llama Foramen Magno, es una buena pista en los fósiles para saber que los primeros homínidos que caminaban sobre dos patas vivieron en África hace aproximadamente seis millones de años. Somos primates que recién hemos bajado del árbol. Y no es un decir, Ardipithecus ramidus te lo podría contar.

Ardi para los amigos. Él tenía el pulgar del pie oponible, y es la prueba de que ya caminábamos antes de bajar al suelo. En aquella época, en África, las praderas se expandían mientras que los bosques retrocedían. Sin embargo, sorprendentemente, los huesos de Ardi se encontraron junto a animales silvícolas y semillas de árboles y plantas forestales. Las pruebas con isótopos de carbono y oxígeno indicaban que Ardi vivió y murió en un entorno boscoso. Así que olvídate de ese mito sobre extensas llanuras en las que no tuvimos más remedio que erguirnos, como los furicatos para ver de lejos.

Los bosques son nuestra cuna. Quizás por eso de tanto gusto volver a ellos. Y otro de los tantos mitos que desmonta este antropólogo es sobre ese dibujo que se llama la marcha del progreso. ¿Sabes cuál es? Piensa en una imagen sobre la evolución y se te desvela en la mente. Es esa secuencia lineal de simios encorvados que acaban siendo humanos erguidos. Y que, por lo que sea, suelen acabar siendo de tono de piel más bien claro. Aquí hago un inciso. Hace un tiempo compré una camiseta este dibujo y el último hombre evolucionado acababa sentado y encorvado teclando un ordenador.

Y este final sí que se me antoja de lo más acertado. Pero es que es falso el hecho de que los homíninos bípedos evolucionaron a partir de un antepasado que caminaba apoyándose los nudillos como un chimpancé. Nuestro amigo Ardi se alzaba sobre dos patas para desplazarse de forma bípeda. No se agachaba ni se encorvaba. Se mantenía erguido como lo hacemos nosotros, aunque el dedo gordo prensil de sus pies no le habría permitido andar azancadas como los humanos modernos.

¿Alguna vez has visto a tu perro, a tu gato o a tu cui tropezar y caerse? Bueno, sé que hay gatos bastante peculiares, pero en general no es algo habitual. Es lo bueno de tener cuatro patas. Sin embargo, andar sobre dos patas nos hace lentos e inestables y algo parecido a un pájaro bobo para los grandes veloces y ambirientos ancestros de los leones, leopardos y hienas actuales.

Sin embargo, aquí seguimos, no nos hemos extinguido y seguimos dando la matraca, así que parece que la bípedación debe tener ventajas que contrarresten sus costes.

Pero, comparando con el resto de los seres, llevamos muy poco tiempo siendo bípedos. Hace sólo unos millones de años nuestros antepasados todavía trepaban a los árboles con unos pies prensiles y musculosos bien adaptados para asirse a los troncos y las ramas. Las aves también son bípedas y son eslabones vivientes de una cadena ininterrumpida de animales bípedos cuyo origen se remonta al menos a 245 millones de años atrás. En términos evolutivos, han llegado a dominar la bípedación. Nosotros, en cambio, llevamos muy poco tiempo y somos torpes novatos.

Y ni siquiera somos más rápidos. Un chimpancé corriendo a cuatro patas alcanza fácilmente la misma velocidad que un pájaro bobo.