La paz de Gaza

Soy Fernando Díaz Villanueva, hoy es 13 de octubre de 2025, y esto es la Contracrónica.

El gobierno israelí y Hamas han alcanzado un acuerdo para avanzar en la fase inicial del plan de paz de Donald Trump para Gaza. Esta primera fase contempla la devolución de todos los rehenes en manos de Hamas esta misma semana y, a cambio, la liberación de cerca de 2.000 palestinos. Posteriormente, Israel iniciará una retirada parcial de sus tropas de la franja de Gaza. Este acuerdo pone fin, al menos por ahora, a una devastadora guerra que acaba de cumplir dos años. Eso sí, ambas partes lo celebran con cautela, ya que el alto el fuego es solo un primer paso para una paz definitiva. Persisten, además, dudas sobre la viabilidad del plan de paz debido a la enorme brecha que hay entre las posiciones de Israel y Hamas, la asimetría de poder entre ambos y la dependencia de la voluntad de Trump como ganante último.

Elementos importantes como el alcance de la retirada israelí, el desarme de Hamas o la estructura del futuro gobierno en Gaza siguen sin concretarse. En negociaciones previas, como las que tuvieron lugar en Qatar a principios de este año, se propuso una aproximación al problema por fases, igual que ahora, pero los puntos conflictivos se pospusieron. Sobre el terreno, en definitiva, hoy estamos ante una situación similar. El actual acuerdo por etapas asegura la liberación total de los rehenes, pero la retirada militar israelí será más lenta. Se ajustarán las prioridades de seguridad de Israel. Esto crea incertidumbres sobre la durabilidad del alto el fuego, ya que cualquier incumplimiento podría reavivar el conflicto. Israel parte con ventaja, sus concesiones como retirar las tropas o liberar presos son reversibles, mientras que las de Hamas, como entregar a los rehenes o desarmarse, no lo son.

Esto hace que el papel de Trump como garante sea especialmente importante. El hecho es que la guerra de Gaza no ha afectado solo a Gaza. Desde el principio se internacionalizó. La peor parte se la ha llevado Irán y aliados cercanos como Hezbollah o los hutíes de Yemen. Los ganadores han sido los países árabes, que han jugado un importante papel en las negociaciones. Hamas, muy debilitado tras dos años de conflicto, debe ceder el poder a un comité de tecnócratas palestinos sin vínculos políticos, supervisado por una junta de paz presidida por Donald Trump. Pero con unos 15.000 combatientes todavía en activo, es improbable que Hamas desaparezca por completo, lo que complica el futuro gobierno de Gaza. Israel, por su parte, tiene sus propios problemas internos.

El gobierno de Netanyahu depende de una frágil coalición, en la que ministros como Bezalel Esmotrich o Itamar Ben-Gavir se oponen al plan de paz de Trump. Si abandonan la coalición tras la liberación de los rehenes, el gobierno de Netanyahu se tambalearía. Netanyahu, a quien han acusado varias veces de prolongar la guerra para mantenerse en el poder, podría entonces convocar elecciones o buscar nuevos aliados para seguir en el cargo. A corto plazo, el alto el fuego permitirá la entrada de mucha más ayuda humanitaria a Gaza, y ya solo eso aliviará los gazatíes. A largo plazo, la solución de los dos estados y la participación de la autoridad palestina en el gobierno de Gaza no estarán aún ni sobre la mesa. Tan pronto como se culmine la primera fase, que será en principio rápido, deberán ser más concretos y específicos sobre lo que se hará en la segunda. De lo contrario, la guerra podría reanudarse.

Este canal al menos tuvimos una contrahistoria magnífica sobre la mafia siciliana. De cualquier manera, el hecho de que hayan pasado unos días me viene incluso bien para hacer un análisis más sosegado y tranquilo. La noticia, por si no os habéis enterado, es que Israel y Hamas llegaron la semana pasada a un acuerdo para avanzar en una fase inicial del plan de paz de Trump para Gaza.

En la contracrónica que propuso Donald Trump a Netanyahu en la Casa Blanca hace unos días, Netanyahu aceptó y estábamos todos a la espera.