Pensamientos Verdes, John Collier

En historias para ser leídas, además de los finales de cuento de hadas, tenemos pesadillas kafkianas. A decir verdad, la fantasía no cumple la función superficial de los sueños, sino otra mucho más decisiva, la de los sueños reales. Parece que la gente necesita soñar.

Tenemos aquí parábolas de la realidad, historias que expresan deseos, alegorías psicológicas, sátiras bonachonas y uno o dos relatos que quizás agiten las aguas realmente profundas.

A mí me gustan todos, ojalá a ustedes también. Y ahora, dame tu mano, porque iniciamos el descenso a las profundidades. John Collier nació en Londres y comenzó a los 19 años su carrera como poeta, pero pronto decidió que no iba a llegar muy lejos con sus versos y se centró en la narrativa. La novela corta Su mujer mono, de 1930, disfrutó de cierto éxito y abordaba el nada convencional matrimonio entre un explorador y una chimpancé.

En 1935 se trasladó a Hollywood para estrenarse como guionista, profesión que ejerció en cine y televisión durante las tres décadas siguientes. Puede que su proyecto más ambicioso en este sentido fuera la adaptación cinematográfica El paraíso perdido de Milton, que nunca llegó a materializarse. Sin embargo, escribió algunos guiones de películas memorables como La reina de África, así como los de varios episodios de la popular serie televisiva de Alfred Hitchcock.

John Collier murió de un derrame cerebral en California en 1980 y a pesar de su notable popularidad entre los lectores, la mayor parte de sus obras han caído en el olvido y han recibido escasa atención por parte del mundo académico. El propio autor fue su crítico más duro y llegó a decir de sí mismo, a veces me maravilla que un escritor de tercera como yo haya sido capaz de hacerse pasar por un escritor de segunda.

Sin embargo, despliega en sus relatos una prosa envolvente y colorista y es capaz de crear una galería de personajes temibles y truculentos, así como de combinar la ironía más inconfundiblemente británica con una visión del terror anclada en lo cotidiano y muy cercana a la del cine de Hitchcock. Esta noche os traigo Pensamientos verdes, cuento que fue el punto de partida de La pequeña tienda de los horrores, una archiconocida película de serie B de 1960, dirigida por Roger Corman. Pensamientos verdes, de John Collier.

La orquídea había llegado con las pertenencias de su amigo que había hallado una muerte misteriosa y solitaria en el curso de la expedición, o se la había llevado como parte de un lote variado sin clasificar al final de la subasta. No lo recuerdo bien, pero estoy seguro de que fue lo uno o lo otro, y de que incluso cuando no era más que un tallo reseco en estado de latencia, aquella orquídea tenía un aire siniestro. Con sus brotes raídos y arracimados, parecía una mano rígida y nudosa, contraída de forma horrible, o bien un rostro amenazante de grotescos bigotes.

Cómo no imaginar la clase de orquídea que era. El señor Mannering no se lo imaginó, lo único que leía eran catálogos y manuales sobre fertilizantes. Desempaquetó su nueva adquisición con una dulzura que ya habría sido absurda en el caso de cualquier otra orquídea, incluso de una prímula, a estas alturas del siglo XX, pero que resultaba ridícula, necia, temeraria, si tenemos en cuenta el aspecto y procedencia de la orquídea.