PepeFútbol#1640: La puta Copa de Europa y Su Majestad el Marcador

Esto es PP Diario, PP Fútbol.

Hola, ¿qué tal? Hoy estamos a miércoles 16 de abril del año 2025.

Os hablo desde el barrio de Arguelles, en Madrid, en España.

Yo soy Pepe Rodríguez y este es el programa número 1640 de la sección de fútbol de PP Diario, ese podcast que durante dos horas y cuarto, dos horas y media cada día, intenta traer la actualidad del deporte en un sentido general, en un sentido global, y aquí, en el primer tercio del programa, aquí, en medio del espaciotiempo del universo conocido, vais a saber si no estamos también en medio del espaciotiempo de otros muchos y múltiples universos por conocer, vamos a charlar de fútbol, de fútbol vamos a hablar de la tunda que me dio ayer la puta Champions League.

Efectivamente, me lo merezco.

Habéis sido muchos los que, a través del Discord, o Twitter, o WhatsApp, o Instagram, me habéis dejado claro que lo que hice ayer, aquí, en la entradilla, fue una absoluta aberración, una falta de respeto y un insulto a la historia de la competición, a la historia de la Copa Europa y a lo que nos ha dado.

¿Y sabéis qué? Teníais toda la razón.

Teníais toda la razón, aunque ayer los partidos hubieran resultado de cualquier otra manera, aunque no hubieran resultado dramáticos, interesantes, intensos, como así fueron.

¿Por qué? Porque esta competición siempre responde.

Es verdad que también exageré un poquito, que en modo alguno iba a ir a cenar a ningún lado, ni iba a ir a ver ningún espectáculo, ni iba a salir de casa, ni iba a pasarme la noche viéndolo Soprano o jugando videojuegos.

No, no, no. Era obvio que iba a ver la Champions League en cualquiera de los casos, a pesar de la sobrereacción a la que me sometí a mí mismo.

Pero van dos veces en esta temporada en la que presiento por la mañana que la noche va a ser aburridilla por los resultados de la ida, por la diferencia entre los equipos y la Champions, la Copa de Europa dice… ¿Dónde vas, chaval? ¿Dónde vas, espabilado? ¿Dónde vas, listo? Hablando todo el día, bebebebebebe.

Todo el día con la bocona, diciendo gilipolleces.

Te voy a dar lo que te mereces. Ya me lo dio en la vuelta, en el primer día de la vuelta de la repesca, que fue apoteósico.

Y ayer, madre mía, qué jornada.

Qué jornada de Champions League, qué jornada de Copa de Europa.

Todo lo que podemos pedir a esta competición se dio ayer.

Equipos inferiores remontando, apretando a los superiores, apretando a los favoritos, tratando de sacar un resultado absolutamente incompatible con la lógica, ni con el análisis previo, ni con el futbolístico.

Ayer, en Dortmund, el Barça hace uno de los peores partidos de la temporada y no es casualidad que sea viniendo de un 4-0 en la ida y no es casualidad que sea en cuartos de final de la Champions y no es casualidad que sea contra un equipo inferior como el Borussia Dortmund.

Y ayer, el PSG, que llevaba meses siendo, para mí, el mejor equipo del mundo y con una probabilidad alta, el máximo candidato a ganar esta competición y con un resultado óptimo, se va a Birmingham y el Aston Villa le hace pasar las de Cahim.

Pero las de Cahim, de una manera que, si no visteis el partido, es difícil de explicaros.

La cantidad de ocasiones que tiene el Aston Villa para poner este partido a su favor, esta eliminatoria a su favor y la claridad de las mismas fue razón, lo apoteósico.

¿Cómo no? ¿Cómo no? Si siempre pasa.

Si siempre pasa en la Champions League, porque está diseñada para que esto ocurra. ¿A qué me refiero? Primero, todos los equipos que juegan aquí son orgullosos.

Tú no llegas a jugar la Champions League si no eres un equipo orgulloso y puedes llegar a jugarla de manera anecdótica, alguna temporada, alguna fase previa.

Pero si estás en cuartos de final, seas el equipo que seas, los jugadores que tengas, el nivel que tengas, porque ni Aston Villa ni Borussia Dortmund son dos de los diez mejores equipos de Europa.

No importa.

Hay un orgullo obvio en la hinchada, en la afición, jugando en casa, en los jugadores, en los entrenadores, de que a nosotros no nos pasa cualquiera por encima porque, a lo largo del año, la mayor parte de los partidos somos mejores que nuestros rivales y ganamos a nuestros rivales.

Eso es lo natural, lo normal, de equipos que juegan los cuartos de final de la Champions League.

Eso, por un lado. Y después, que este formato, ida y vuelta, que se creó en los años 50 o 60, es glorioso.

Es glorioso. Mira que tengo yo formatos de play-off en diversos deportes o formatos de carreras o formatos de competiciones largas, lo que tú quieras.

Pero este ida y vuelta es difícilmente mejorable.

Difícilmente mejorable porque nos pone, en medio del escenario, a su majestad, el marcador.

Y su majestad, el marcador, dicta lo que está pasando.

Ni los entrenadores, ni los jugadores, ni las tácticas, ni las ideas preconcebidas.

Todo cambia con un gol.

Todo.