
Personajes indispensables de la Historia de España; "José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca". Raúl-Fernando Gómez

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José Moñino y Redondo, I conde de Floridablanca, fue un político español que ejerció el cargo de secretario del Despacho de Estado entre 1777 y 1792 y presidió la Junta Suprema Central, creada en 1808. En 1773, el rey Carlos III le concedió el título de conde de Floridablanca como reconocimiento a sus servicios.
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SENDEROS DE LA HISTORIA Bienvenidos amigos a un nuevo espacio audio del Fondo Documental Sonoro de Senderos de la Sabiduría y Senderos de la Historia.
Hoy caminamos por los pasillos del poder en la España del siglo XVIII.
Allí nos espera la figura de José Monino y Redondo, más conocido como el Conde de Florida Blanca, un hombre que desde la discreción de un escritorio ayudó a transformar el país.
Jurista, diplomático, reformista, Florida Blanca fue uno de los pilares del reinado de Carlos III y símbolo de la España ilustrada.
Pero ¿cómo se forja un estadista en una nación que busca modernizarse sin perder sus raíces? Hoy descubrimos su vida, sus desafíos y su legado.
¡Adelante! Aquí comienza Senderos de la Historia, un programa presentado y dirigido por Raúl Fernando Gómez.
José Monino nació en 1728 en la ciudad de Murcia.
Procedía de una familia acomodada, pero no noble.
Estudió leyes en Salamanca y pronto destacó por su talento jurídico y su capacidad para el trabajo minucioso.
La justicia fue su puerta de entrada al mundo del servicio público y su sólida preparación lo llevó a Madrid, donde comenzó una carrera que cambiaría para siempre su vida.
El joven Monino no provenía de las grandes familias, pero tenía algo que la corte valoraba, preparación y discreción.
En una España que se recuperaba de los conflictos de principios del siglo, la administración necesitaba hombres eficaces.
Su habilidad lo llevó a ser fiscal del Consejo de Castilla.
Allí conoció de cerca los problemas del reino, la lentitud de la justicia, la corrupción en algunos sectores, la pobreza y el atraso de muchas regiones.
En 1767, Carlos III tomó una decisión difícil, la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de la monarquía.
A Monino se le encomendó una misión clave, viajar a Roma y defender ante el Papa la posición española.
Allí desplegó toda su inteligencia diplomática.
Su éxito en esa tarea le valió el título de conde de Florida Blanca.
Desde entonces se convirtió en uno de los hombres de confianza del rey.
En 1777, Florida Blanca asumió como secretario de Estado, equivalente a primer ministro.
Su meta era clara, modernizar España sin romper con su tradición.
Impulsó obras públicas, fomentó la educación, organizó el correo, reguló la prensa y apoyó la ciencia.
Bajo su dirección se construyeron canales, se mejoraron caminos y puertos y se reactivó la diplomacia española buscando el equilibrio entre Francia e Inglaterra.
Florida Blanca entendió que España debía recuperar peso internacional.
Durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, jugó un papel decisivo en las alianzas, logrando importantes acuerdos que devolvieron a España territorios en América y Florida.
Al mismo tiempo, intentó mantener al país al margen de los conflictos más destructivos, consciente de los límites económicos del reino.
Pero nada podía detener el vendaval que se avecinaba.
La Revolución Francesa de 1789 cambió el tablero.
Florida Blanca, defensor del orden y de la monarquía reformista, se vio obligado a tomar medidas de control.
Censura más estricta, vigilancia de las ideas nuevas y ese giro conservador debilitó su posición.
En 1792 fue destituido y cayó en desgracia.
Tras su caída, pasó un tiempo en prisión preventiva acusado de supuestas irregularidades de las que fue asuelto.
Retirado de la política, se refugió en su tierra murciana.
Cuando las tropas napoleónicas invadieron España, el anciano conde fue llamado de nuevo para presidir la Junta Central Suprema, pero la guerra y la enfermedad terminaron por doblegarlo.
Murió en Sevilla en 1808, en los primeros meses de la Guerra de la Independencia.
Florida Blanca dejó un país más ordenado, más conectado y mejor administrado que el que él se encontró.
Fue un hombre de Estado, formado en la cultura de la Ilustración, que entendió la política como servicio.
Sus reformas no cambiaron de raíz a España, pero la prepararon para los grandes desafíos del siglo XIX.
José Moñino, conde de Florida Blanca, fue un puente entre dos mundos, el del antiguo régimen, que se resistía a morir, y el de la modernidad, que llamaba a las puertas.
En ese equilibrio inestable se movió su vida, prudente, pero audaz, discreto, pero firme.















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