Y hoy, en Planeta Invierno, hablamos de geografía y geopolítica.

No te dejo que entres porque estoy enrollada con el punto.

Paso total de vosotras, ¿me oyes? Bienvenidas a Planeta Invierno.

Un podcast que digievoluciona.

¿Ordenó el código rojo? Hice el trabajo que me encargaste.

¿ORDENÓ EL CÓDIGO ROJO? ¡POR SUPUESTO QUE LO HICE, JODER! ¡Aléjate de ella, puerca! Creado y presentado por Penny Lane BCN.

Las regiones de la cuenca parisina, los macizos de los prealpes del norte, la altitud del Mont Blanc, la densidad de población de Bélgica y de Holanda, los deltas del Asia de los monzones, el clima beretón, longitud y latitud y usos horarios, los nombres de las principales cuencas bulleras de la URSS y los de los grandes lagos americanos, la industria textil del norte, Lille, Montbau, Turcóin.

Cuando hablamos con personas más mayores, nos recuerdan que en sus tiempos era precioso saber de los departamentos con sus prefecturas y subprefecturas.

Y hoy quizá nos preguntamos de qué sirve saber todo esto, ¿no? Nos lo recordaba en 1976 Yves Lacoste cuando decía que la geografía, aunque nos pueda parecer una disciplina molesta o facilona, depende de cómo se enfoque, o que no hay nada que entender, que basta con memorizar, hay una animadversión hacia la geografía que quizá, porque quizá no se ha sabido trasladar la importancia que tiene, incluso se ha llegado a proponer la supresión de esta disciplina.

Hay incluso quien se pregunta si la geografía es una ciencia.

Esta acumulación de elementos de conocimiento sacados de geología y de sociología, de la historia, de la demografía, de la meteorología, de la economía política, incluso de la paidología, si de verdad, se preguntan algunos, si podrían constituir una ciencia auténtica.

La realidad es que los problemas de la geografía conciernen a toda la ciudadanía.

Pero hasta ahora no se han molestado demasiado en explicárnoslo bien.

¿Por qué de entrada la geografía sirve para hacer la guerra? Veamos, el proceso científico ha unido una historia y tiene que ser visto por una parte en sus relaciones con las ideologías, también como práctica, como poder.

Así que plantear de entrada que la geografía sirve para hacer la guerra no supone que sólo sirva para dirigir operaciones militares, porque también sirve para organizar territorios, no sólo en previsión de las batallas que habrá que librar contra los adversarios, sino también para controlar mejor a los hombres sobre los cuales ejerce su autoridad el aparato del Estado.

Es que, en primer lugar, la geografía es un saber estratégico que está estrechamente unido a un conjunto de prácticas políticas y militares, y estas prácticas son las que exigen la recopilación de informaciones heterogéneas, cuya razón de ser y cuya importancia no nos es posible entender si nos limitamos a esa legitimidad de la división del saber por el saber.

Son prácticas estratégicas que hacen que la geografía resulte imprescindible, sobre todo para quienes son los amos de los aparatos del Estado, pero ya digo, también para la totalidad de la ciudadanía.

Es esencial, porque el espacio, la geografía, es un poder, un saber estratégico.

En tanto que descripción metódica de los espacios, la geografía, tanto bajo los aspectos que se han convenido en denominar físicos como bajo sus características económicas, demográficas, sociales y políticas, debe situarse en el marco de las funciones que ejerce el aparato del Estado para el control y la organización de los hombres que pueblan su territorio y para la guerra, hombres y mujeres.

Más que una serie de estadísticas o que un conjunto de textos, el mapa es la forma de representación geográfica por excelencia. Sobre el mapa deben ser llevadas todas las informaciones necesarias para la elaboración de tácticas y estrategias.

La formalización del espacio, significada por el mapa, no es desinteresada.

Es un medio de dominación indispensable del espacio.

En primer lugar, el mapa fue elaborado por Melitón.