Lectura del ensayo "Plotino y la Psicología" escrito por Enrique Eskenazi.
"lo que actualmente llamamos ego-consciencia, el nivel cotidiano de acciones habituales en el reino de la physis, o la percepción natural sensible, es para Plotino el nivel más bajo de actividad y, en verdad, una especie de inconsciencia. Desde este punto de vista, la psicología contemporánea ha puesto la psique patas arriba. La psicología del desarrollo del yo y del fortalecimiento del ego fracasa porque conduce a menos consciencia en lugar de más."
James Hillman
Aquí tienen el texto completo:
Je crois que l'on naît platonicien, comme on peut naître athée, matérialiste, etc. Mystère insondable des choix préexistentiels.
(Creo que se nace platónico, como puede nacerse ateo, materialista, etc. Insondable misterio de las elecciones preexistenciales)
H. Corbin, Post-scriptum biographique à un Entretien philosophique
El neoplatonismo puede considerarse no sólo como una escuela filosófica o un cuerpo de doctrina, sino ante todo como "una actitud psicológica, una actitud arquetipal"(1). Marsilio Ficino, artífice del florecimiento del neoplatonismo durante el Renacimiento, proporcionó una espléndida imagen de esta actitud al comparar al hombre con aquél pájaro que, aún volando, cree arrastrarse porque ve su sombra deslizarse sobre la tierra (2): "Por lo tanto", añade en su Epistola ad hominum genus, "deja atrás los estrechos límites de esta sombra, regresa a ti mismo; pues así regresarás a la amplitud" (3)
Los "estrechos límites de esta sombra" no son, ni más ni menos, que la identificación con una "realidad externa", con el mundo "físico" y, con el ámbito de las conductas y las manifestaciones aprehensibles en términos de coordenadas espaciales y temporales, es decir: el materialismo. En este mismo sentido aquél otro gran neoplatónico que fue Giordano Bruno escribió en su De Magia que "el alma … no está encerrada en el cuerpo, esto es, no está circunscrita por el cuerpo, sino delimitada solamente a fin de poder desplegar según el cuerpo y en el cuerpo los actos segundos... que, como efectos, vestigios y sombras, de ella proceden" (4). Y en su sugestivo De Umbri Idearum (Sobre la sombras de las ideas) afirmó que "no dormirás si de la observación de las sombras físicas procedes a una consideración proporcional de las sombras ideales" (5). En un tiempo como el nuestro, dominado por el materialismo, en el que los fenómenos psíquicos tienden a explicarse en términos de soma -cerebro, terminales nerviosas, etc.- y de physis -biología, química- (6) o de polis -sociología: familia, educación, género, cultura, economía, política, etc.- resulta saludable volverse a la visión neoplatónica que, ya desde sus orígenes con Plotino, coloca al alma como punto de partida de todas sus reflexiones y en el centro mismo de la "realidad":
No hay que pensar que el alma sea de tal condición que asuma la naturaleza de cualquier afección venida del exterior, sin tener ella sola, de todos los seres, una naturaleza propia. No, sino que es menester que ella, mucho antes que las demás cosas, como quien tiene categoría de principio (arkhé), posea una serie de potencias (dynamis) propias (Enéadas II.3.15.15 ss) (7)
Esta aguda percepción de la exterioridad, la physis, como reflejo y expresión de la psique, de modo que lo espacial (lo físico, lo externo) despliega de manera explícita lo intangible (lo psíquico), que es su fundamento y su sostén, es lo que justifica la afirmación plotiniana, repetida por Ficino y por Bruno, de que el cuerpo está en el alma (En. V. 5. 9. 25 ss), y no viceversa:
-Entonces, ¿cómo es que todos dicen que el alma está en el cuerpo? -Pues porque el alma no es visible y el cuerpo en cambio sí lo es. Al ver, pues, el cuerpo y darnos cuenta de que es un ser animado porque se mueve y siente, decimos que es él quien tiene alma; de donde podemos concluir lógicamente que el alma está en el cuerpo mismo. Pero si el alma fuera una cosa visible y sensible poseída de vida por todas partes y coextendida hasta los límites extremos de cuerpo, no diríamos que el alma está en el cuerpo, sino que lo accesorio está en lo principal, lo cohesionado en lo cohesionante, y lo pasajero en lo permanente (En. IV.3.20.40 ss) (8)
Era usual en la tradición neoplatónica considerar sinónimos las expresiones "hyle" (materia), "soma" (cuerpo), "genesis" (mundo del devenir fenoménico). Jámblico las alude con las expresiones de "Hades" y de "Hécate", y también como "Circe" (9). Circe, la encantadora que retiene seducido a Ulises en el viaje de regreso a su reino, fue así una imagen fundamental de las trampas y enganches materiales que asedian al viajero en el retorno a su "patria querida", como escribió Homero y resaltó el mismo Plotino.
Plotino (205-270 d.C.) es considerado el fundador de la escuela neoplatónica, que tanto influirá, entre otros, sobre los ya mencionados Marsilio Ficino y Giordano Bruno. Más considerado en las facultades de filosofía que en las de psicología, su pensamiento es sin embargo enormemente psicológico, como puede constatarse ya en las primeras frases de sus Enéadas:
Placer y dolor, temor y coraje, deseo y aversión, ¿adónde se asientan estos afectos y experiencias? (Enéadas, I.1.1)
a lo que añade pocas líneas más abajo:
Esta primera investigación nos obliga a considerar desde el comienzo la naturaleza del Alma (En. I,1.2)
Como es natural, en las escuelas de filosofía se suele poner el acento en la concepción espiritual, metafísica y teológica de Plotino, con lo que suele pasar en segundo plano su originalidad como psicólogo. Excepcional y recomendable es la obra de Thomas Whittaker, que ya en su estudio sobre el neoplatonismo escribió: "Cuando los libros (de Plotino) se leen en orden cronológico, se vuelve particularmente evidente el punto de partida psicológico del sistema: las principales posiciones acerca del alma son las primeras en la serie... Después de la Psicología vendrá la Metafísica, luego en sucesión la Cosmología (con la Teodicea), la Estética y la Ética". (10)
Más penoso aún es su casi total desconocimiento por parte de los psicólogos, que aún aspiran a una psicología como "ciencia", basada en los estrechos presupuestos materialistas del s. XIX, esto es, un estudio al servicio de Circe. Es por ello que no encontraremos demasiadas referencias al alma en los libros de psicología, que dedican más espacio a estudiar supuestos "hechos" y "datos" tales como los actos reflejos, umbrales de percepción, recurrencias estadísticas... es decir, a la sombra del pájaro ficiniano. Esto es lo que ha sido denunciado como una "psicología sin alma", que habiendo perdido el alma -llamada Afrodita por Plotino- también ha perdido el Eros. Hoy por hoy no podemos comprender el lenguaje del alma recurriendo a los libros de psicología académica, sino aprendiendo a leer cualquier libro psicológicamente (11). Y una lectura tal es lo que reclama la obra de Plotino que, por otra parte, puede resultar enormemente instructiva para reconocer los temibles presupuestos sobre los que se basa la visión imperante de la psique, que intenta persuadir al pájaro de que no es sino idéntico a su sombra.
No busques, por tanto, "con ojos mortales", según el dicho, ni creas que es visible tal y como alguien podría estimar que lo son todas las cosas sensibles, teniendo a las cuales por reales, suprimen la máxima Realidad. Porque las cosas reputadas por más reales, son las menos reales, y lo dotado de magnitud es menor… así que debes opinar a la inversa (En. V.5.11.5ss)
Plotino ofrece, en mi opinión, los mejores argumentos contra el materialismo que, en su tiempo, estaba representado por la filosofía estoica o la escuela epicúrea. Mientras los estoicos suponían que el alma era una especie de "vapor" que permeaba al cuerpo, los epicúreos sostenían que la psique era una combinación de átomos. El pensamiento de Plotino es una de las más notables defensas y justificaciones de la "realidad incorporal", que tanto impacto ejerció más tarde sobre San Agustín.
Es absurdo que el alma sea un estado de la materia y posterior a ella. Entonces ¿de dónde le viene la animación a la materia? ¿De dónde, en absoluto, la existencia del alma? ¿Cómo es que la materia, unas veces, se transforma en cuerpos y, otras, parte de ella se transforma en alma? Porque si la forma adviene de otra parte, por el advenimiento de una cualidad a la materia en modo alguno se originará un alma, sino cuerpos inanimados. Pero si hay algo que modela la materia y la convierte en alma, síguese que antes que el alma originada existirá el alma originadora (En. VI.1.27.40)
Esto es, toda "animación" -recordando que "anima" es la expresión latina por "psique"- de la materia supone ya una potencia animadora, o por decirlo de otra manera: la "imaginación" de la materia -y toda afirmación acerca de "lo material" es un acto de la imaginación- presupone una potencia imaginativa, que no es sino la psique misma.
Plotino alude con humor a la necesaria prioridad lógica de la inteligencia sobre la materia:
Y si responden que ellos captan la materia con la inteligencia, sí que es extraña esta inteligencia que cede a la materia la primacía y atribuye el ser a ella y no a sí misma. Si, pues, la inteligencia no es ser para ellos ¿cómo puede ser fidedigna cuando habla de realidades más importantes que ella con las que no está emparentada en modo alguno? (En. VI.1.28.20)
Se manifiesta así la aguda conciencia plotiniana de que el universo, tal como lo concibe el naturalismo, le debe más al intelecto de lo que el naturalista está dispuesto a admitir. El naturalista no está describiendo lo que percibe, sino inevitablemente interpretándolo, transladando impresiones al lenguaje del pensamiento humano (12). No es sorprendente entonces que Plotino compare a los materialistas con unos pájaros pesados que apenas puedan despegar del suelo (13) , lo cual evoca la imagen ficiniana.
Pero si lo anímico no puede reducirse a lo "material", la pregunta de "dónde" está el alma carece propiamente de sentido, dado que su "espacio propio" no es un "espacio" físico, sino un espacio "imaginal", de modo que podría afirmarse que "el alma está en todas partes y en ninguna". En este sentido, no es el alma la que "está en" el cerebro, sino más bien es el cerebro que "está en" el alma, es decir, en la imaginación. La captación de este espacio imaginal requiere mirar con otros ojos que los del cuerpo, con una visión interior, y aprender a "moverse" por otros espacio que el meramente físico:
El que se aferre solo a los cuerpos bellos y no los suelte, se anegará no en cuerpo, sino en alma, en las profundidades tenebrosas y desapacibles para el espíritu, donde, permaneciendo ciego en el Hades, estará acá y allá en compañía de las sombras. "Huyamos, pues, a la patria querida", podría exhortarnos alguien con mayor verdad.
-¿Y qué huida es ésa? ¿Y cómo es?
-Zarparemos como cuenta el poeta (con enigmática expresión, creo yo) que lo hizo Ulises abandonando a la maga Circe o a Calipso, disgustado de haberse quedado pese a los placeres de que disfrutaba a través de la vista y a la gran belleza sensible con que se unía. Pues bien, la patria nuestra es aquella de la que partimos…
-¿Y qué viaje es ése? ¿Qué huida es ésa?
-No hay que realizarla a pie: los pies nos llevan siempre de una tierra a otra. Tampoco debes aprestarte un carruaje de caballos o una embarcación, sino que debes prescindir de todos esos medios y no poner la mirada en ellos, antes bien, como cerrando los ojos, debes trocar esta vista por otra y despertar la que todos tienen pero pocos usan.
-¿Y qué es lo que ve aquella vista interior?
-Recién despierta, no puede mirar del todo las cosas brillantes. Hay que acostumbrar, pues, al alma a mirar por sí misma (En. I.6.8.10ss) (14)
Plotino ha sido considerado "el descubridor de lo inconsciente" (15) si bien hay que tener cuidado en no identificar este inconsciente con lo opuesto a ego-consciencia. En efecto, como bien dice Geoghegan (16), lo que hoy llamamos auto-consciencia es lo que Plotino hubiera llamado "desatención". Para Plotino no hay un sólo nivel del yo (17) y, correspondientemente, tampoco hay un sólo nivel de inconsciencia.
No todo cuanto hay en el alma es ya por eso perceptible conscientemente, sino que nos llega a "nosotros" cuando nos entra en la atención. Ahora bien, cuando una actividad del alma se ejerce sin comunicarse con la consciencia, esta actividad no llega al alma total. Se sigue por ello que "nosotros" no sabemos nada de esta actividad, puesto que "nosotros" estamos ligados con la consciencia, y que "nosotros" no somos una parte del alma, sino el alma total. (En. V.12.5)
Nuestra consciencia superficial es sólo uno de diversos niveles de consciencia, aquél en el que está fijada la atención. Pero en cuanto esta atención se desplaza a otro plano de consciencia, podemos entonces hablar de otro "nosotros" y de otra experiencia de "realidad". El alma plotiniana es un continuo que se extiende desde la cumbre de la psique, cuya actividad es continua intuición espiritual, pasando por el yo empírico usual, hasta su imagen, su rastro en el organismo. Y el yo es un foco fluctuante de consciencia. El estar presente a un plano de realidad es, simultáneamente, estar ausente a otros. Podría afirmarse que los diversos planos corresponden a diversas "densidades", siendo el más denso justamente aquél en que la consciencia está vuelta hacia el cuerpo, la "realidad" concreta, la physis. En tanto el "foco" ilumina este ámbito, está ausente justamente para los otros planos, de mayor ligereza y transparencia. Es así que uno ("nosotros") se vuelve justamente aquello que atiende, de la misma manera que uno "es y se hace aquello que recuerda" (En. IV.4.3.6)
el alma es ella misma por la imaginación, no por el hecho de tenerla, sino en función de la clase de cosas que ve y de la clase de disposición en que se encuentra. Y si lo que ve son las cosas sensibles, desciende a una profundidad proporcional a la cantidad de ellas que ve. Porque como contiene todas las cosas de un modo secundario y no tan perfecto, por eso se hace todas las cosas… Así pues, si se mueve hacia allá, ve incluso al Bien a través de la Inteligencia… Mas si el alma se entrega a las cosas de abajo, obtiene lo que desea en correspondencia con lo que recuerda y con lo que imagina (En. 4.4.4 y ss)
A los diversos niveles corresponden diversos "hombres": Desde ya, no somos sólo uno, sino que "el hombre es muchos" (En. I.1.9). La consciencia puede asociarse con una u otra de estas partes. El "nosotros" toma su identidad del nivel de actividad en el que esté actuando, de modo que se mueve por el alma, habiendo consciencia ahora en un nivel, ahora en otro. En mis clases he ofrecido el ejemplo de un ascensor, que puede desplazarse desde el sótano hasta la azotea. A cada instante uno está en la planta en la que está el ascensor. Sólo hay una objeción para este ejemplo, y es que para ser fiel a Plotino, habría que imaginar que en cada piso no sólo cambia el panorama, sino también el viajero en el ascensor. A medida que se asciende, se transparentan e interpenetran el paisaje y el viajero, hasta que llegan a ser uno y el mismo transparentándose a sí mismos.
Si domina la parte del alma que está en la región sensible, mejor dicho, si se deja dominar y perturbar, no nos permite tener consciencia de lo que contempla la parte superior del alma. Porque el objeto inteligido no nos llega a "nosotros" sino cuando baja y llega a nuestra consciencia. En efecto, no todo lo que sucede en cualquier parte del alma lo conocemos antes de que llegue al alma entera… las almas particulares, aunque también ellas poseen su elemento descollante, no obstante están ocupadas en percibir con la percepción sensible muchas cosas que son ajenas a su naturaleza y que las afligen y perturban porque el objeto de que cuidan es una parte, y una parte deficiente y rodeada de muchas cosas ajenas a ella, y porque las cosas que le apetecen son muchas… Con todo, hay otra parte en el alma… cuyo modo de vida es semejante a su modo de ser (En. IV.8.8)
Aunque Plotino atribuye al Alma la categoría de sustancia (hipóstasis), una lectura detenida de sus Enéadas confirma la afirmación de Émile Bréhier, cuando escribió que para Plotino "el alma es un impulso y un movimiento, más aún que una cosa" (18) , o de acuerdo con Inge, "el alma es una viajera a través de todos los campos de la existencia" (19) o "una viajera del mundo metafísico" (20). De la misma manera, la identidad psicológica no es sino un modo de "presencia": uno es y se hace aquello para lo que uno está presente. "Plotino no admite un punto de apoyo fijo de autoconciencia como centro de nuestro mundo y nuestras actividades. Nosotros somos potencialmente todas las cosas" (21). De modo que el pensamiento y la imaginación, y también como veremos la memoria, suponen y condicionan la dimensión a la que uno se hace presente y que, por ello mismo, se presenta ante uno. Mientras más "exterior" y superficial es esta presencia, más encubre una profunda ausencia que, paradójicamente, va acompañada de una mayor "autoconciencia", o sea, un aumento del sentido del "yo" junto a una débil vinculación con el objeto:
...aún aquí, cuando uno contempla y contempla con suma claridad, no reflexiona entonces intelectivamente sobre sí mismo. Bien es verdad que se posee a sí mismo, pero su actividad está vuelta al objeto, y él mismo se transforma en el objeto ofreciéndose a él como material, conformándose a imagen de lo que contempla y siendo entonces él mismo en potencia (En. IV.4.2.5)
las diversas almas miran diversos objetos y son y se vuelven precisamente aquello que miran (En. IV.3.6.15)
Plotino insiste en que "atender" significa estar presente a, o sea: "tender-a". La autoconciencia, el sentimiento de "yo" es siempre una falta de atención, y por lo tanto, señal de una débil presencia, una manera de no estar presente o tendiendo-a con suficiente amor. Así, nos recuerda Plotino, cuando uno lee un libro atentamente, uno no advierte que está leyendo; y en el momento en que se advierte que se está leyendo, entonces ya no se está presente a la lectura. Probablemente la misma comprensión subyace a la reflexión de Simone Weil cuando escribió:
La alegría perfecta excluye el sentimiento mismo de la alegría, pues en el alma colmada por el objeto no hay rincón disponible para decir "yo" (22)
Debo retirarme para que Dios pueda entrar en contacto con los seres que el azar pone en mi camino y que él ama. Mi presencia es indiscreta como si me encontrara entre dos amantes o dos amigos. No soy la joven que espera a su novio, sino el tercero inoportuno que está con los novios y debe irse para que puedan estar verdaderamente juntos (23)
De modo que, como bien hace notar Hillman (24):
lo que actualmente llamamos ego-consciencia, el nivel cotidiano de acciones habituales en el reino de la physis, o la percepción natural sensible, es para Plotino el nivel más bajo de actividad y, en verdad, una especie de inconsciencia. Desde este punto de vista, la psicología contemporánea ha puesto la psique patas arriba. La psicología del desarrollo del yo y del fortalecimiento del ego fracasa porque conduce a menos consciencia en lugar de más.
Enrique Eskenazi
Notas
(1) James Hillman: Plotino, Ficino and Vico as precursors of archetypal psychology, en Loose Ends, Dallas, Spring: 1975, pg. 149
(2) Marsilio Ficino: Théologie Platonicienne, VI, II, pg. 227 ed. bilingüe, a cargo de Raymond Marcel, Paris, Societé d' éditions "Les Belles Lettres", 1964.
(3) Meditations on the soul, Selected letters of Marsilio Ficino, g.79, (Vermont, Inner Traditions, 1996)
(4) Cfr. la antología de textos de Bruno a cargo de Ignacio Gómez de Liaño: Mundo, magia, memoria, pg. 259 (Madrid, Biblioteca Nueva, 1997).
(5) Esta obra puede consultarse on-line, en su versión italiana, en: http://www.filosofico.net
(6) Véase, por ejemplo, el libro de E. Punset, El alma está en el cerebro, Madrid: ed. Aguilar, 2006
(7) Aparte de la versión en castellano de las Enéadas a cargo de Jesús Igal (Madrid: Gredos, 1992), a la que recurro en esta cita, utilizo la versión inglesa de MacKenna y Page (Univ. Chicago Press) y la versión italiana bilingüe a cargo de Giuseppe Faggin (Milano: Bompiani, 2000)
(8) Vale la pena hacer notar que Wolfgang Giegerich, en su penetrante artículo "Una lucecita que llevar a través de la noche y la tormenta", destaca que: "Kerényi lo deja claro. Citando pasajes de una carta suya a C. J. Burckhardt del 18 de diciembre de 1961, afirma: "Jung me escribió [...] citando a un alquimista 'maior autem animae [pars] extra corpus est' y realmente lo significaba. Se destaca como el único entre sus colegas -al menos no he encontrado otro entre los psicólogos no practicantes de una religión- que firmemente creyera en la existencia del alma". (ibid., pg. 487, mi traducción). La mayor parte del alma está fuera del cuerpo. Con esta tesis Jung rompe con el prejuicio antropológico, biologista, personalista, que predomina en la psicología de hoy como un hecho dado por supuesto y sin la menor reflexión crítica. El hombre "está en el alma", y no al revés".
(9) Cfr. Gregory Shaw, Theurgy and the Soul. The Neoplatonism of Iamblichus, pg. 42 n.15. Pennsyvania State Univ. Press: 1993. Esta asimilación de la materia a Circe también es notable, por ejemplo, en Giordano Bruno y su Cantus Circaeus (El encantamiento de Circe)
(10) Thomas Whittaker: The Neo-Platonists. A Study in the History of Hellenism, University Press, Cambridge:1901, pg. 32. Reeditado como facsimil por Adamant Media, 2005
(11) Cfr. Hillman, op. cit., pg. 150
(12) "El mundo tal como lo conoce la ciencia es una visión abstracta del mundo real o espiritual. Es una síntesis basada en las "leyes de la naturaleza" externalizadas por la imaginación como si existieran independientemente de la inteligencia. Al construir este mundo, la mente inhibe deliberadamente todos los juicios cualitativos y trata la realidad como algo mensurable y ponderable. Aún así, comporta mucho que no pertenece a la materia y que, ciertamente, no es percibido por los sentidos. El materialismo tendría que cometer suicidio como teoría mucho antes de llegar a los átomos o electrones con los que profesa tratar". William Ralph Inge, The Philosophy of Plotinus. 2 vols. Oregon: Wipf and Stock Pub., 2003. Cfr. vol. I, pg. 148.
(13) Andrew Smith, Philosophy in late Antiquity (Oxford: Routledge, 2004), pg. 48: "Es sorprendente... con cuánta frecuencia Plotino se propone mostrar que hay algo tal como la realidad incorpórea y explorar su naturaleza. Encuentra necesario combatir incesantemente contra nociones puramente materialistas, representadas primariamente por los epicúreos, a quienes comparaba con pesados pájaros que apenas si pueden despegar del suelo".
(14) Puede consultarse todo este tratado de las Enéadas en la siguiente picando aquí.
(15) Cfr. por ejemplo E. R. Dodds, Cristianos y paganos en una época de angustia (Madrid: Cristiandad, 1975), que afirma que "Plotino fue el primero en reconocer que el psiquismo humano incluye sensaciones, deseos y tendencias de que normalmente no tiene conciencia el individuo". (pg. 120. nota 61)
(16) Geoghegan W. D., en Platonism in Recent Religious Thought, (New York: Columbia Univ. Press, 1958), escribe que "la raíz de nuestra actitud -a diferencia de Plotino- yace en nuestra predilección por atribuir importancia primaria al ego abstracto. Este concepto implica la rígida oposición de ego y no-ego, el supuesto de que el ego es a la vez uno mismo y una propiedad de uno. Por el contrario, Plotino indica que hay un mutuo intercambio entre sujeto y objeto en el nivel psíquico, para no mencionar de una total falta de barreras en el reino noético. En segundo lugar, la consciencia se acrecienta (gignetai) a medida de que el individuo aspira a la unidad y la universalidad. En tercer lugar, en Plotino no hay trazas de lo que ha llegado a ser una pesada herencia del pensamiento occidental: la noción "propietaria" de mismidad. Mientras Plotino sostiene que la individualidad es un hecho, la pregunta de si es mi yo el que está "allí" carece de sentido para él. El hombre es potencialmente todas las cosas, y las clasificaciones de Plotino de él como "doble" o "triple" deben considerarse como fluidas heurísticamente".
(17) Cfr. Pierre Hadot. Plotin ou la simplicité du regard (Paris: Gallimard, 1997), cap.2. Hay traducción castellana: Plotino o la simplicidad de la mirada (Barcelona: Alpha 2004).
(18) Emile Bréhier, La philosophie de Plotin. pg.49 (Paris: Vrin, 1999).
(19) William R. Inge, op.cit. Vol. I, pg.139.
(20) William R. Inge, op.cit. Cfr. vol. I, pg. 203.
(21) William R. Inge, op. cit. Cfr. vol. I, pg. 248.
(22) Simone Weil, La Gravedad y la Gracia, pg. 77. Bs.As: Ed. Sudamericana, 1953 (reeditada por ed. Trotta, Madrid)
(23) Simone Weil, op. cit. pg.89. La relación entre Plotino y Simone Weil no es casual, ya que en ambos pensamientos no sólo lo anímico es central, sino la elaboración de los temas de la presencia y la atención.
(24) James Hillman, op. cit.
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