iVoox
iVoox Podcast & radio
Download app for free
By InfoAlcalaína.com Blog de Complumiradas
Blog de Complumiradas
Podcast

Blog de Complumiradas

38
20

Ponemos voz a los textos sobre Alcalá de Henares que escribe Complumiradas y publicamos en www.infoalcalaina.com. Queremos dar difusión a la cultura e historia alcalaína y que llegue también a las personas con dificultades visuales o simplemente les apetece ir por nuestra ciudad caminando y escuchando lo que van admirando.

Ponemos voz a los textos sobre Alcalá de Henares que escribe Complumiradas y publicamos en www.infoalcalaina.com. Queremos dar difusión a la cultura e historia alcalaína y que llegue también a las personas con dificultades visuales o simplemente les apetece ir por nuestra ciudad caminando y escuchando lo que van admirando.

38
20
PUEBLO SIN REY de Olalla García
PUEBLO SIN REY de Olalla García
Una novela histórica sobre las Comunidades de Castilla con personajes alcalaínos Como lectora de este género es un reto para mí reseñar una obra de una autora tan reconocida. Espero que me disculpe el atrevimiento de recomendar su lectura con mis propias palabras ya que no poseo formación literaria alguna. En mi particular elogio de la lectura tengo que destacar dos satisfacciones que me proporciona la lectura de novelas, la de poder viajar a cualquier parte de la mano de los que mejor conocen esos lugares, los autores, y si es histórica, la de viajar en el tiempo. Dejando a un lado el cine, que lo explica todo, la novela histórica es el género que más ayuda a entender los acontecimientos históricos, y conocer la vida en acción de las gentes de otras épocas, y aunque no sea mejor que un texto de investigación, la estética que utiliza es lo que cautiva a los lectores, que valoramos y agradecemos con nuestra fidelidad al autor por tanto conocimiento y placer como nos proporciona. De vez en cuando acudo a los escritores de este género que han desarrollado sus tramas en la ciudad complutense para conocerla mejor. Así fue como llegué hasta las obras de Olalla García. La primera, "El taller de libros prohibidos", publicada en 2018, y a esta, la más complicada de las que ha escrito, publicada en 2020, año de celebración de los actos del V centenario de las revueltas de Castilla, que también se celebró en Alcalá con una exposición que tuvo lugar en la Casa de la Entrevista. Aunque muchos de los actos programados para festejar dicho acontecimiento se cancelaron a causa de la pandemia, y también los de promoción y firma de ejemplares presenciales, que tuvieron que hacerse online, eso no fue obstáculo para que, una vez levantado el confinamiento, la novela fuera un enorme éxito. Fue reseñada por National Geographic Historia, su presencia en prensa literaria nacional fue constante, y su autora reconocida como uno de los referentes de la novela histórica actualmente. Creo que es un privilegio para Alcalá que una declarada amante de la Historia, que se emociona con la Literatura, haya decidido bucear en la historia alcalaína para recrear algunos de sus acontecimientos históricos, y de paso en la vida de los complutenses de antaño. ¿Qué alcalaíno no se ha preguntado alguna vez, paseando por nuestro destacado casco histórico, cómo sería la vida de los anónimos vecinos que nos precedieron por estas calles en el Siglo de Oro? Pues a esta pregunta responden sus novelas ambientadas en Alcalá. Y, también, a otras cuestiones más sesudas como las que se explican en la obra que nos ocupa ¿Qué sucedió en la ciudad durante la Guerra de las Comunidades? o ¿Quiénes fueron sus protagonistas? Su fórmula magistral es conjugar los métodos de investigación de un historiador con los métodos narrativos de un escritor, y el resultado es una obra que entretiene a la vez que ilustra. Como en todas las novelas histórica, dirán. Pues no, porque en este género lo que distingue a una buena novela de otra que no lo es, es el rigor en la documentación histórica, un matiz importante que la autora afincada en Alcalá sigue a rajatabla en sus libros. Si despojáramos a esta obra coral de los personajes ficticios y sus vidas nos quedaríamos con las fuentes documentales tal cual están en los archivos, porque para la escritora las fuentes son sagradas, y nunca pueden quedar supeditadas a la conveniencia de un desenlace. Con esta premisa, en "Pueblo sin rey" se nos narra cómo se desarrolló la Guerra de las Comunidades en todo el reino y qué papel jugó Alcalá. Para ello pone en acción a los verdaderos protagonistas del movimiento Comunero, e imagina otros a medida, que integra en dos familias complutenses, a los que dota de personalidad propia, y atribuye todas las cualidades inherentes al ser humano, poder, orgullo, placer, amor, venganza, traición, pasión, etc., mostrando absoluto respeto por la mentalidad de la época. Luego los implica en conflictos emocionantes que van desde la intriga, hasta el espionaje, pasando por el drama, y por supuesto, la acción, que nos hacen devorar una página tras otra, mientras avanza la trama con toda naturalidad en medio de los hechos históricos. Y todo ello sin que se aprecie división alguna entre la realidad y la ficción. La reivindicación del papel femenino es una constante en sus obras, y un valor añadido en esta. Una vez más se agradece la presencia de las mujeres, sobre todo en un tema tan masculino como es la guerra. A ellas les ha dado un papel tan predominante como el de los hombres, dando visibilidad a una presencia que con toda seguridad tuvieron, como ha sido siempre en el devenir histórico, a pesar de que tradicionalmente se haya silenciado, incluso su protagonismo. Por la obra desfilan la comunera María Pacheco, la poeta y escritora Isabel de Vergara, María de Lago, esposa del alcaide del alcázar madrileño el cual defendió en ausencia de su marido, y otras esposas, madres, hijas, hermanas y criadas de regidores, caballeros, comuneros, o mercaderes, reales e inventadas, pero que sin duda fueron de carne y hueso. El enfoque local desentrañando el papel que jugó la villa y la propia universidad en el enfrentamiento es un atractivo más para los lectores alcalaínos, además de haber colocado a Alcalá de Henares en el mapa del conflicto de las Comunidades de Castilla, junto a ciudades como Salamanca, Segovia o Valladolid, protagonistas, entre otras, de aquel episodio, y, sobre todo, haciendo hincapié en los sucesos que ocurrieron en las ciudades del sur de Castilla como Guadalajara -leal al rey- y Madrid o Toledo -a favor de los comuneros-. Se nos cuenta con precisión la participación de Alcalá, bastante activa en la guerra, y los desconocidos hechos que aquí sucedieron entre 1520 y 1522, fechas del prólogo y epílogo respectivamente, y a cuya conclusión "...el castellano sigue siendo un pueblo sin rey..." El rey no es otro que el joven flamenco Carlos I, ausente de los recién heredados reinos peninsulares, que reaccionó ante las justificadas revueltas de sus súbditos hispánicos, en lo que ya se conoce como la primera revolución anterior a la francesa, ignorando sus reivindicaciones y sofocándolas brutalmente. La autora considera este movimiento como una de las grandes revoluciones de la Edad Moderna, que fracasó y consolidó la deriva absolutista en la que desembocaría la monarquía española años más tarde. Olalla García ha realizado por nosotros el trabajo más ingrato. Ha leído los trabajos de especialistas como Joseph Pérez, las últimas investigaciones de Ángel Carrasco, Gonzalo Gómez y Vicente Sánchez Moltó sobre el movimiento Comunero en Alcalá, o de José Manuel Castellanos en Madrid, y nos ha despejado el camino para que entendamos mejor este episodio de la Historia Moderna de España, tan "complicado" por la atomización que se aprecia al estudiarlo a nivel local. A la novela ha añadido unos apéndices muy interesantes que ayudan a entender el hecho histórico, sus protagonistas, sus personajes, y el planteamiento de la obra. Unos agradecimientos sentidos y emotivos que muestran la calidad humana de la autora cierran el volumen. Leyendo esta obra es fácil calzarse los zapatos de los alcalaínos de aquellos turbulentos años, y verlos moviéndose por la villa, escucharlos encomendarse a la Virgen del Val y a San Justo, quejarse de la climatología complutense, calor sofocante en verano y frío extremo en invierno, o describiendo las vistas desde una ventana de la calle Mayor. Declara la escritora que nada le gusta más que que un lector le diga que después de leer una novela suya se haya quedado con ganas de saber más sobre el tema de la misma. Pues eso me ha sucedido con "Pueblo sin rey". Su narración despierta interés, como haría la explicación de un buen profesor que, apasionado por la materia, siempre busca la manera de que sus alumnos aprendan. Como aplicada lectora/alumna se lo agradezco. Olalla García nació en Madrid en 1973 y residió en varias ciudades españolas hasta que su familia se instaló en Alcalá de Henares en cuya universidad se licenció en Historia, especializándose en historia antigua de Persia. Cursó estudios en Salamanca, Bolonia y París. Impartió clases en la Universidad de Alcalá antes de iniciar un periplo que la llevó a residir en varias ciudades europeas, durante el cual redactó sus dos primeras obras. Su dedicación a la docencia de la literatura, pues es profesora de Historia de la Literatura en la citada universidad, y a la traducción literaria le llevó por el camino de la escritura, actividad que combina con las dos anteriores. Habla con fluidez cinco idiomas, y conoce en profundidad varias lenguas muertas, tanto clásicas como del Próximo y Medio Oriente, lo que le ha permitido documentar sus novelas acudiendo a las fuentes originales de la Antigüedad, así como revisar publicaciones de los mejores especialistas contemporáneos. Cultiva sobre todo la novela histórica ambientada en la Antigüedad tardía o el Siglo de Oro, periodos que mejor conoce por sus estudios e investigaciones profesionales, aunque también ha publicado narrativa contemporánea, biografía y ensayos. Para conocerla mejor os invito a visitar su página OlallaGarcía.com Obras publicadas: Ardashir, rey de Persia (2005), Las puertas de seda (2007), El jardín de Hipatia (2009), Rito de paso (2014), En tierra de nadie (2016), El taller de los libros prohibidos (2018), Pueblo sin rey (2020) y María Pacheco (2021). Y el relato 'Despedida' incluido en la antología solidaria Voces de Kiev (2022) publicado con motivo de la invasión de Ucrania, y próximamente verá la luz La buena esposa basada en la alcalaína Francisca de Pedraza, la primera mujer divorciada de España. Textos e imágenes por @complumiradas Leído por Isabel Anaya Especialista en Marketing Digital y Diseño Web Estratégico (CEO en Grupo Villa Otium)
Travel and places 2 years
0
0
2.1k
10:33
Divino Valles y Ronda Ancha
Divino Valles y Ronda Ancha
RONDA ANCHA Y DIVINO VALLÉS, DOS CALLES COMPLUTENSES El investigador Ramón Morales Valverde, gran estudioso de etnobotánica, y del que ya he hablado en alguna ocasión por su magnífica obra: "Una flora literaria: el mundo vegetal en la obra de Cervantes", 2016, dice que la palmera datilera (phoenix dactylifera) es la especie más antigua que se conoce en la Península Ibérica. La misma que se plantó en tiempos de la colonización fenicia en el palmeral de Elche, y que desde entonces se cultiva en el sur y sudeste de España mayormente. Añade el científico, gran amante de la literatura y estudioso de la obra cervantina, que el escritor alcalaíno hizo tantas alusiones al mundo vegetal en sus obras porque lo conocía bien ya que era un lector empedernido de cualquier ejemplar que estuviera a su alcance, incluido los de botánica. El investigador ha contabilizado que Cervantes se refirió a este árbol en 88 ocasiones en la totalidad de su obra, aunque solo aparece como palma, y mencionado su fruto en solo dos ocasiones por eso sabemos que se refiere a esta especie: "...y no la compareis a una palma que se mueve cargada de racimos de dátiles" dice en el cap. 21 de la II parte de El Quijote; y escribe en el cap. 70: "...alma de almirez, cuesco de dátil". La emplea el escritor, la mayoría de las veces, por su carga simbólica como sinónimo de victoria, triunfo o éxito en sentido figurado. Si para Cervantes la palmera era un símbolo de triunfo, para nosotros es, sobre todo, la encarnación del binomio veraneo y playa. Véase si no cualquier folleto o escaparate de una agencia de viajes. Suelo fijarme en un ejemplar magnífico que se divisa desde la calle Divino Vallés, en su confluencia con la calle Ronda Ancha, y cuya contemplación en estos días tan calurosos podría inducir al delirio a cualquier vecino andante necesitado de vacaciones junto al mar; e imaginar, ayudado por la presencia de unos toldos y unos edificios de poca altura que jalonan la calle, que está en el levante costero, y no en la tórrida Castilla cervantina; y que tras la palmera aparecerá el paraíso marítimo en todo su esplendor. Sin embargo, la sugestión se esfuma, y aunque la palmera, con sus ramas culpables meciéndose de risa, sigue ahí, el mar nunca estará tras ella. Divagaciones aparte, la palmera me da pie para contar unas cuantas cosas sobre estas dos calles complutenses, algo alejadas del casco histórico, que por un instante de enajenación mental por las altas temperaturas, este verano se me han antojado calles de Levante. La de la anhelada palmera es la calle Ronda Ancha, antes calle Labacería, del término "abacería" que eran establecimientos donde se vendían al por menor aceite, vinagre, legumbres y pescado seco, etc. También se llamó así la cercana calle Teniente Ruiz, antes de pasar a ser calle Ancha. Es probable que esta se llamara Ronda Ancha por su cercanía a aquella. Ambas calles tienen una anchura considerable para lo angostas que son sus aledañas. La palmera en cuestión está en los jardines de las viviendas de la antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid -después CajaMadrid, luego Bankia y finalmente absorbida por CaixaBank el año pasado- Una de las muchas colonias que se levantaron en Alcalá a mediados del s.XX para alojar a los trabajadores de las numerosas industrias que se establecieron aquí por aquellos años, y que originaron numerosas barriadas apartadas del centro urbano, donde se desarrolló la infancia y vida de muchos de los complutenses de hoy, llegados de todas partes de España buscando una vida mejor. En este caso se trata de una promoción de viviendas subvencionadas que se levantaron en la manzana formada por la citada Ronda Ancha, la calle Marqués de Alonso Martínez y el paseo de la Alameda que fueron construidas en 1966, y destinadas a sus "imponentes", así se llamaba a los humildes ahorradores que guardaban sus pequeños caudales en cuentas corrientes de esta Caja. En estos jardines los promotores de las viviendas instalaron dos motivos escultóricos metálicos en consonancia con los gustos de la época; sobre un pedestal de piedra, un niño paseando a su perro; y adosada a la pared lateral de uno de los bloques, la imagen en hierro forjado de Nuestra Señora de las Ánimas y del Monte de Piedad, que aunque no lo parezca existe, y bajo cuya advocación estaba la entidad. Según el investigador José Carlos Canalda es la única escultura de índole religiosa erigida en Alcalá por iniciativa laica, lo que se atribuye al espíritu nacional-católico de la época. Aunque desconocida, la imagen de Nuestra Señora de las Ánimas del Monte de Piedad, fue expuesta al culto público por el Padre Piquer (1666-1739), sacerdote y músico español, fundador en 1702 del primer Monte de Piedad en Madrid, que acogió a esta institución, predecesora de la Caja de Ahorros madrileña. Tiene capilla, tan desconocida como su imagen, situada en el edificio que se levantó de la desaparecida fundación, a principios del s. XX, en la madrileña calle San Martín, y que en principio era de uso privado de la compañía bancaria. En ella se conservan algunos elementos de la primigenia Capilla de la Casa Real de Nuestra Señora del Sacro Monte de Piedad. Respecto a la antigua calle de la Garrapata, hoy Divino Vallés, calle que, dicho sea de paso, excepcionalmente ha salido ganando con el cambio de nomenclatura, hay que decir que lo más interesante que tiene es precisamente su nombre, pues así se llamó al eminente médico burgalés Francisco Vallés y Lemus (1524-1592), médico de Felipe II que fue solemnemente enterrado en la capilla universitaria de San Ildefonso por expreso deseo suyo y empeño del monarca, al que salvó la vida ganándose justamente dicho apodo, y el nombramiento como "Protomédico general de todos los Reinos y Señoríos de Castilla", además de médico de Cámara. Su formación y actividad docente transcurrió durante diecisiete años en la Universidad Cisneriana donde se licenció en Artes y Medicina y doctorado, ocupando la Cátedra de Prima de Medicina en 1554. Fue el creador de la anatomía patológica moderna, del primer examen que debían superar los licenciados en medicina para poder ejercer, y el primero que enseñó dicha ciencia sobre un cadáver. Se casó con Juana de Vera, tuvo seis hijos y vivió en Alcalá casi veinte años en una casa de la calle de Santiago, convertida en el Sanatorio Vallés en 1963, hoy hospital privado HM Vallés, de la que sólo se conserva la portada del s. XVI. El Hipócrates español fue, durante dos siglos, maestro y referencia de la medicina europea. Aparte de un nombre de tanta categoría, también tiene esta calle tan angosta dos excelentes grafitis que alegran la vista de quienes la frecuentan. Realizados por uno de los artistas que según José Carlos Canalda, gran conocedor de su obra, "destaca con luz propia, tanto por la calidad como por la cantidad de sus grafitis". Se trata de Rubén Bernao Montero pintor muralista alcalaíno activo desde 2007, que tanto y tan bien se prodiga decorando puertas de garajes y paredes por las calles complutenses mostrando imágenes cervantinas o de los más bellos y conocidos rincones del casco histórico, llevándolos también a calles más apartadas del centro. Según el investigador, el primero de estos grafitis lo hizo en dos tiempos. La puerta del garaje del número 2 de esta calle con la fachada de la Universidad la pintó en 2012, y siete años después, en 2019, completó el trabajo pintando las paredes laterales; la izquierda con una vista panorámica de la plaza de las Bernardas, y la derecha con otra de la calle Mayor, vista desde la esquina de la calle de la Imagen, con la estatua de Don Quijote, solo, en primer plano. El segundo lo pintó en 2021, en el número 8, y también es un tríptico. Esta vez se trata de una vista panorámica de la plaza de Cervantes vista a partir del pedestal de la estatua del escritor, que no aparece. En el central se ve el kiosco, la Capilla del Oidor y la torre de Santa María y, al fondo, los dos torreones del Colegio de Málaga; en el de la izquierda presenta la fachada del Círculo de Contribuyentes y edificios vecinos, incluidas las cigüeñas, y en el derecho, está el Ayuntamiento y el primer tramo de los soportales. Textos e imágenes por @complumiradas Leído por Isabel Anaya Especialista en Marketing Digital y Diseño Web Estratégico (CEO en Grupo Villa Otium)
Travel and places 2 years
0
0
107
08:48
Fuente de la Comandancia
Fuente de la Comandancia
LA FUENTE DE LA COMANDANCIA La conocida como "fuente de la Comandancia" está situada en el lateral Este del Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga. El colegio fue fundado en 1623 y comparte tapias, jardines y vistas con otro, el Colegio Menor de Trinitarios Descalzos de la Santísima Trinidad. Éste último dio nombre a la calle de la Trinidad Descalza -de la Trinidad para abreviar- punto de encuentro de los dos colegios, cuya historia común está estrechamente relacionada desde que los trinitarios compraron casas y patios en la zona para albergar a sus estudiantes, y en 1626 el colegio de Málaga le cedió un trozo de un corral colindante con los solares que ya ocupaban para que siguieran creciendo. A pesar de ello su relación en el pasado no estuvo exenta de litigios como los provocados cuando los trinitarios construyeron sus ventanas y buhardillas con vistas a la propiedad del colegio de Málaga, y éste les obligó a cerrar los huecos. Ambos recintos están comunicados ya que pertenecen a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá, y forman un conjunto arquitectónico inmejorable dentro del casco histórico alcalaíno. Y, además, también comparten las andanzas de esta fuente, que a continuación voy a relatar. Precisamente al colegio convento de Trinitarios Descalzos es al que hace referencia el nombre con el que se conoce en Alcalá a esta fuente desde siempre, ya que su ubicación original no es la actual, adosada a muro Este del colegio de Málaga, sino el recodo que forman, unos metros más adelante, la fachada lateral de éste y la entrada de carruajes del colegio vecino. Un rincón, en toda la extensión de la palabra, cobijado por la fronda arbórea y la hiedra trepadora de los numerosos patios y jardines colegiales que asoman por encima de las tapias. Sucedió que en 1836 se suprimieron las órdenes religiosas en España, se cerró el convento y se cedió el edificio al Arma de Caballería por R.O. de 7 de febrero de 1839, convirtiéndose primero en cuartel de caballería y más tarde en Comandancia General del Cantón y residencia del gobernador militar. En base a dicha orden, no solo el convento de Trinitarios cambió su destino, sino el de once grandes edificios universitarios que fueron cedidos por la Hacienda Pública al Arma de Caballería que fue concentrando en Alcalá sus depósitos, almacenes y algunos de sus regimientos. En el artículo "La presencia militar en Alcalá de Henares en el siglo XIX", José Félix Huerta Velayos hace un recorrido por lo que supuso desde el punto de vista social, urbanístico e histórico, la numerosa presencia militar en la ciudad durante ese siglo, y explica que: "El siglo XIX representa el punto de inflexión en el predominio de las señas de identidad complutenses, la Universidad va languideciendo hasta desaparecer con su traslado a Madrid en 1836 y el Ejército consolida su presencia en Alcalá hasta convertirla en una ciudad cantonal. El paulatino abandono de los colegios universitarios deja sin uso grandes edificios muy aptos para albergar unidades militares necesitadas además para garantizar la seguridad de la cercana Corte". En este contexto el nuevo uso castrense del colegio de Trinitarios, que duró siglo y medio, supuso la alteración de algunos de sus elementos arquitectónicos como la iglesia cuya capilla Mayor, crucero y primer tramo de la nave se convirtieron en salón de Actos de la nueva Comandancia Militar para lo que se levantó un muro que dividió el interior de la iglesia en dos zonas, y convirtió el sotocoro en vestíbulo. En el exterior se abrieron dos balcones, uno en el centro y otro en el rincón izquierdo de la lonja. Las manchas que presentaba la fachada se debieron al desmantelamiento de los escudos originales de la orden situados a ambos lados de la ventana que iluminaba el coro, y bajos éstos un bajorrelieve de la Santísima Trinidad flanqueada por dos blasones de piedra de la orden y del patrono que también corrieron la misma suerte, abriéndose en lugar del bajorrelieve el balcón central. La fuente, sin embargo, no entró en escena hasta 1875 cuando fue donada por el Ayuntamiento de Madrid al de Alcalá atendiendo a la solicitud realizada por éste, tras constatar el alcalde complutense que en la madrileña plaza de Santo Domingo, cuando era "plazuela" y la cuesta de su mismo nombre era conocida como "subida o bajada", se encontraba ésta sin uso, según explica el investigador José Carlos Canalda citando la obra de Rafael Fernández López, "Alcalá de Henares. Fuentes documentales para la historia cotidiana de las obras hidráulicas, públicas y otros aspectos urbanos". Universidad de Alcalá (2019) vol.II Al lado izquierdo de la entrada de carruajes del colegio de Trinitarios, ya convertido en sede de la comandancia se encontraba la fuente. En la fotografía en blanco y negro de los años sesenta puede verse al soldado haciendo guardia en el lado derecho de la entrada. Al parecer la fuente en cuestión fue desmontada de su emplazamiento original por el Gobernador Militar de la zona en 1968 alegando motivos de seguridad militar. Hace tiempo leí que los soldados que vigilaban la puerta estaban más pendientes de mirar a las muchachas que iban a coger agua a la fuente con sus cántaros que de vigilar la entrada. Puede que fueran esos los motivos de seguridad militar a que se referían. Muchos alcalaínos aún recordarán una caseta de ladrillo visto y dos ventanucos donde hacía guardia el soldado que vigilaba ese acceso de la comandancia. El acuartelamiento albergó primero la Escuela de oficiales de caballería y la comandancia militar después. También fue sede del primer casino militar, y Archivo y Repuesto General del Arma. Durante mucho tiempo hubo dos cañones antiaéreos ocupando ambos lados de la lonja que sobresalían sobre el pretil de piedra, dejando bien claro el uso castrense del edificio. También sobre el arco central del atrio de la entrada se podía leer "Todo por la Patria". Lo mismo sucedía con el acceso desde la vieja puerta lateral de la comandancia sobre la que había un rótulo que decía "Triunfar o morir", y que bien recordarán aquellos complutenses que, tras cumplir con el servicio militar, acudían cada año como reservistas para sellar su cartilla militar por esta puerta de la calle San Julián. Tras desmontar la fuente, según el investigador José Carlos Canalda, fue desechada por el ayuntamiento, siendo su destino, al igual que lo fue la de los Cuatro Caños, el vertedero. Afortunadamente, fue recogida por el entonces concejal José Calleja y conservada en su finca cerca del viejo Cementerio Municipal, lo que permitió rescatarla, ya en los años 80, y volver a instalarla cerca de su lugar original, donde está en la actualidad. En el año 1981, el primer alcalde electo complutense de la democracia, Carlos Valenzuela Lillo (1939-2015), puso en marcha la depuración de las aguas y las conducciones, porque "salía barro del grifo, y había que esperar a la madrugada o hacer grandes colas para coger el agua en las fuentes públicas", según recuerda el cronista complutense Vicente Sánchez Moltó, y se decidió entonces volver a montar la fuente. Explica Vicente Fernández, un enamorado de Alcalá y su historia, en su cuenta de Facebook, cómo se fraguó el tema de la reposición de la fuente. Un día del año 1980 paseando por la plaza de Cervantes con un grupo de amigos se encontraron con el ex concejal José Calleja, le comentaron que habían oído que tenía la "Fuente de la Comandancia" en su finca, y le preguntaron si estaría dispuesto a devolverla y colocarla en su sitio. A lo que aquel respondió afirmativamente, y además les explicó que la autoridad militar que mandó retirarla tenían intención de enviarla al vertedero, por lo que preguntó si podía llevársela a su finca para conservarla. También les comentó que antes de instalarla de nuevo debería ser vista por los técnicos de bellas artes porque estaba deteriorada (llevaba en su propiedad trece años) y el traslado podría dañarla aún más. Con el visto bueno dado por la Dirección General del Patrimonio Artístico, según consta en el " Informe de visita para la restauración de una fuente ubicada en la pared exterior del edificio "Fuente de la Comandancia" en Alcalá de Henares (Madrid), el 19 de febrero de 1981, se autorizó su restauración y traslado desde la finca del antiguo concejal. La función de la comandancia había sido la misma antes, durante y después de la guerra. Hasta 1994 en que el antiguo colegio recobró su original condición de edificio universitario, aunque la fuente ya no estaba en su primitiva ubicación. Poco importaba donde estuviera, puesto que el edificio tampoco era ya sede de la vieja comandancia. Se convirtió en la sede de la Biblioteca Cervantina y del Centro de Estudios Norteamericanos "Benjamín Franklin" de la Universidad de Alcalá. Es como si el estamento militar lo hubiera estado custodiando -bastante bien, dentro de lo que cabe, según los arquitectos que lo rehabilitaron- mientras los estudiantes volvían a ocuparlo. La vuelta a su uso universitario motivó rehacer algunas de las modificaciones hechas por el ejército y se recuperaron elementos antiguos. Para el ciudadano de a pie, el cambio más visible fue la eliminación de los dos balcones. Las manchas en la fachada y el lugar que ocupaba el balcón central volvieron a dar paso a los escudos pertenecientes a la orden religiosa que fundó el colegio, a ambos lados de la ventana, al patrocinador, el banquero genovés Octavio Centurión, al arma del ejército que lo utilizó, cuidó y mantuvo durante tanto tiempo, y a la universidad de Alcalá, actual propietaria. También la redistribución de las numerosas ventanas de diferentes tamaños que se habían abierto en las fachadas y que volvieron a sus reducidas dimensiones originales, todas iguales y perfectamente alineadas como deben ser en un edificio conventual. Como se puede ver la fuente es sencilla y de modestas dimensiones, ya que no se trata de una fuente ornamental, sino que se diseñó para el suministro público de agua en la ciudad de Madrid. Básicamente la forman dos elementos, el vaso circular de piedra de granito coronado por dos columnas de piedra caliza de cada una de las cuales sale un caño, y unos restos de molduras en la parte superior. Su encanto radica en su diseño levemente arquitectónico. Además de los elementos reseñados, el citado informe decía que la fuente se componía de media docena de bloques de piedra arenisca, y mide 1,70x1,50x0,30 m. Como ya se ha dicho, y dejando a un lado la trayectoria de ambas fuentes, comparte ésta de la Comandancia dos circunstancias con otra fuente alcalaína muy importante, la de los Cuatro Caños, y es que sus restos una vez desmontada también estuvieron custodiados en la finca del conocido concejal, y que también fueron rescatados del vertedero por él, así mismo las dos conocieron cuatro ubicaciones diferentes en su larga trayectoria de más de un siglo, aunque la primera ubicación de la de la comandancia fue una plazuela madrileña, mientras que las de la de los Cuatro Caños solo conoció emplazamientos en Alcalá. Textos e imágenes por @complumiradas Leído por Isabel Anaya Especialista en Marketing Digital y Diseño Web Estratégico (CEO en Grupo Villa Otium)
Travel and places 2 years
0
0
101
11:54
Orquesta UAH
Orquesta UAH
CONCIERTO DE PRIMAVERA DE LA ORQUESTA DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ DE HENARES Extraordinario concierto el que realizó la Orquesta de la Universidad de Alcalá en la capilla de San Ildefonso el pasado sábado, dirigida magistralmente por Pablo Gastaminza que con su dirección y la simpatía que le caracteriza nos hizo poner en pie agradecidos por tan brillante interpretación. Para este tradicional Concierto de Primavera, bajo el título de "Las otras sinfonías", el director había seleccionado obras para orquesta de cuerdas -los instrumentos de viento siguen "confinados"-, cuyo nexo de unión es denominarse como "sinfonías", aunque no forman parte del género propiamente dicho. Se trata de unas pequeñas piezas musicales compuestas por dos jovencísimos W. A. Mozart y B. Britten, a los dieciséis y veinte años respectivamente, aderezadas con dos piezas cortas de B. Marini y E. Grieg. De ellos esbozó el director unos interesantísimos datos biográficos, con ese estilo tan cercano que le caracteriza, que las contextualizaron arrancando merecidos aplausos. Ni siquiera el pequeño contratiempo de tener que tocar de pie la mayor parte de los músicos y sin tarima el propio director por problemas de espacio en la preparación del escenario restó lo más mínimo en la magnífica interpretación. Había muchas ganas tras dos años sin conciertos en directo (a causa del COVID-19 en 2020 fue cancelado y en 2021 fue grabado para emitirlo en YouTube), y este fue un renacimiento por todo lo alto, incluida la selección del espacio donde tuvo lugar, la magnífica capilla de San Ildefonso. Fue construida entre 1500 y 1520 como capilla universitaria del Colegio Mayor de San Ildefonso, origen de la Universidad de Alcalá, en el solar contiguo siguiendo trazas de Pedro Gumiel, arquitecto de la Universidad, y bajo la dirección de Pedro de Villaroel. De planta rectangular, con una sola nave y presbiterio de mayor altura cubiertas por artesonado mudéjar de madera policromada. En su interior destacan además de las yeserías platerescas que lo ornamentan y el citado artesonado mudéjar, el sepulcro vacío del fundador de la Universidad, el Cardenal Cisneros, joya del renacimiento español obra de Domenico Fanchelli y Bartolomé Ordoñez realizado entre 1599 y 1601. En sus ocho capillas menores laterales también fueron enterrados los profesores más eminentes de la Universidad de Alcalá entre los que se encuentran el propio arquitecto de la capilla, Pedro Gumiel, el gramático Antonio de Nebrija y el médico de Felipe II, Francisco Vallés, "El Divino". El retablo renacentista data de finales del siglo XVI se atribuye a Ambrosio de Bengoechea y fue instalado aquí por la Dirección General de Bellas Artes durante su restauración de 1959/60 procedente de la iglesia parroquial de Quintanilla de Onésimo (Valladolid) derruida en la década de los años 50. Está presidido por una imagen de San Ildefonso en su hornacina central. Textos e imágenes de @complumiradas Leído por Ana Araujo - Organizer Profesional @@anaaraujo.organizer
Travel and places 2 years
1
0
100
03:38
Alcalá de Henares en la Guerra de la Independencia Parte III La visita de José Bonaparte a Alcalá de Henares en 1810
Alcalá de Henares en la Guerra de la Independencia Parte III La visita de José Bonaparte a Alcalá de Henares en 1810
La presente publicación es continuación de las dos anteriores sobre la Guerra de la Independencia en Alcalá, y presenta un itinerario referido a un hecho poco conocido de la historia complutense. Se trata de la visita que José Bonaparte (1768-1844) realizó como Rey de España a la ciudad el 18 y 19 de septiembre de 1810. Dos años antes, el 7 de julio de 1808 su todopoderoso hermano Napoleón le había nombrado monarca del trono español tras forzar la abdicación de Carlos IV y la renuncia del heredero Fernando VII firmadas en Bayona el 6 de junio de 1808. Se conocen los pormenores de aquel viaje que hizo el monarca josefino a Guadalajara y Alcalá, principalmente, por las crónicas periodísticas publicadas en la Gazeta de Madrid (periódico que las autoridades francesas utilizaron como panfleto propagandístico a su servicio durante la contienda, y para dar una imagen favorable del «rey intruso»). Y en el caso de Alcalá, por el testimonio del complutense Juan Domingo Palomar García, historiador y personaje local muy relevante en aquellos días que recogió el recorrido, entre otros acontecimientos, en su «Diario de un patriota complutense en la Guerra de la Independencia«. Diario personal donde se narran desde sucesos políticos, a acciones de guerra, pasando por celebraciones religiosas, o hechos que involucraron a vecinos de la ciudad, así como disturbios causados por la escasez y el hambre, y hasta las coplillas que se cantaban entonces, todos hechos acaecidos en Alcalá de octubre de 1809 a mayo de 1814. En 1894, el entonces alcalde complutense, Lucas del Campo, comunicó la aparición del diario en el archivo municipal y solicitó permiso al gobierno central para publicarlo, a lo que accedió el entonces Presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo. Desde su proclamación como Rey de España José Bonaparte había intentado acercarse a sus súbditos españoles y ganarse sus simpatías intentando dar una imagen de normalidad ante la sociedad civil, pero en la mayor parte de los casos fracasó. Buscando ese acercamiento desde el gobierno central se dictaron una serie de disposiciones a las autoridades locales para que ciertos fastos fueran celebrados de manera oficial en todo el país. Fue el caso de la conmemoración de la paz entre Francia y Austria. Para aquella ocasión el Ayuntamiento complutense invitó, el 5 de noviembre de 1809, a los vecinos de mayor rango social a acudir con sus familias a la casa en que se alojaba el comisario francés. El inmueble era propiedad de don Vicente Munarias, o Munárriz, que en 1811 sería nombrado corregidor. El fracaso quedó patente al acudir al festejo para agasajar al monarca solo dos regidores y el Corregidor interino de Alcalá, Roque Novella, que en 1812 sería nombrado juez de primera instancia en Madrid por el gobierno de Bonaparte. La residencia de don Vicente Munárriz era un magnífico edificio, ideal para acoger tan importante visita por su amplitud, estar ubicado en la céntrica calle Escritorios y poseer un hermoso jardín. Hago un inciso para explicar que la residencia habitual de los monarcas de visita en Alcalá era el palacio arzobispal, pero con la invasión napoleónica se convirtió en ciudadela fortificada donde se atrincheraban las autoridades francesas y colaboradores civiles cuando la guerrilla hostigaba la ciudad, encontrándose por ello en estado lamentable. Así que en esta casa tan imponente de la calle Escritorios se alojaron todos los visitantes ilustres que visitaron Alcalá desde entonces, incluso Fernando VII lo hizo en 1818, cuando ya era propiedad de los condes de Revillagigedo con quienes le unía una gran amistad. Visita que le adjudicó a la casa su consideración de residencia real. Distinción que daba derecho a que sus propietarios colocasen, como símbolo acreditativo de la estancia del rey, unas cadenas en la entrada principal, retomando así una antigua costumbre según la cual aquellos lugares donde hubiera dormido el rey tenían el derecho de colocar sobre la puerta unas cadenas en recuerdo del acontecimiento. Los eslabones de aquellas cadenas eran de hierro rematados en piñas doradas, y se colgaban de tres clavos formando un pabellón sobre el dintel de la puerta. Las cadenas permanecieron sobre la puerta del edificio en cuestión, que fue antiguo Colegio de los Irlandeses, hasta 1835, y de tal distinción solo se conservan los tres clavos que las sostuvieron. José Bonaparte se hospedó en la citada casa el 18 y 19 de septiembre de 1810. La víspera de su llegada, mediante un pregón, se había ordenado a los complutenses que limpiaran la vía pública correspondiente a la entrada de sus viviendas o negocios, y se engalanó el municipio. El rey josefino se presentó en la ciudad a las ocho de la mañana con una escolta de 2.000 soldados franceses procedentes de Guadalajara (ciudad que también formaba parte del tour), a parte de los 4.000 que cubrieron el camino entre Madrid y Sigüenza. Tras un breve descanso, recibió a las autoridades complutenses en tan magnífico alojamiento, también conocido como Colegio Menor de San Patricio de los Irlandeses, o Colegio de San Patricio o de San Jorge. La fundación del colegio fue obra de un rico matrimonio de origen portugués que no tuvieron descendencia, don Jorge de Paz de Silveira y su esposa doña Beatriz. Él, caballero perteneciente a varias órdenes religiosas, dejó establecido que todo su patrimonio debía ser destinado a obras pías, concretamente a la fundación de un hospital para sacerdotes en Madrid, un convento de franciscanas y un colegio de irlandeses. Voluntad que doña Beatriz cumplió reconstruyendo el convento franciscano de las Claras existente en Alcalá, y levantando este colegio para irlandeses, que en 1652 ya estaba en obras. Situar un Colegio fuera de la manzana universitaria provocó el descontento de la población que no veían con buenos ojos su instalación fuera del recinto universitario de la calle Colegios. La razón de fundar un colegio para estudiantes seminaristas católicos procedentes de Irlanda, Flandes y Escocia hay que buscarla en la sucesión protestante a la corona inglesa que se produjo a finales del s. XVII y que provocó una persecución anticatólica en Inglaterra, extendida a Irlanda que entonces pertenecía al Imperio británico. Entre las muchas prohibiciones a que estaba sometida la población católica irlandesa estaba la del acceso a la enseñanza. Y así surgen estos centros educativos en los países católicos de Europa que se implicaron en la formación moral e intelectual de misioneros irlandeses, que después volverían a su país a ejercer su ministerio. Su importancia no fue menor que la de otros colegios alcalaínos, y varios colegiales llegaron a ser obispos irlandeses. Estuvo funcionando hasta 1785 en que se cerró. En 1854 ya se había fundado una universidad católica en Irlanda, y los colegios irlandeses en el extranjero dejaron de tener utilidad. En lamentable estado de conservación, fue subastado en 1795 y comprado por el conde de Güemes. Como todos los colegios seculares de Alcalá pasó por dos estadios. Primero se transformó en residencia particular de aristócratas convirtiéndolo en casa-palacio, como los del Rey, de León y SS. Lucas y Nicolás, siendo uno de los mejores palacios de la ciudad. Y posteriormente, en fecha indeterminada del siglo pasado, se convirtió en casa de vecindad, como los colegios de Aragón, de Lugo y de SS. Justa y Rufina. Actualmente alberga Alcalingua centro de la Universidad de Alcalá dedicado a la enseñanza de español para extranjeros y a la formación de profesores de español. Continuando con el itinerario que siguió el rey francés, tras recibir a la autoridades complutenses, se dirigió a pie a la Catedral-Magistral, convertida en un almacén donde se custodiaban reliquias y objetos artísticos y de culto de gran valor que habían salido de sus templos al quedar suprimidas y disueltas todas las órdenes regulares monacales, mendicantes y clericales. Acogió el cuerpo de San Diego trasladado desde su convento, que había sido transformado en hospital militar. También guardaba la imagen de la Virgen del Val tras quedar dañada su ermita, las Santas Formas cuya capilla estaba en la iglesia de los Jesuitas antes de que fueran expulsados, y muchos otros objetos. En la catedral se le dieron a adorar las Sagradas Formas, y se abrió el arca de los Santos Niños para que viera las reliquias. En agradecimiento, José Bonaparte regaló un anillo de oro y diamantes para coronar la custodia que conservaba las formas incorruptas, aunque algunos dudan de aquella donación. El culto a éstas tenía mucho arraigo popular en Alcalá desde que en 1619 teólogos y profesores de la universidad las consideraran incorruptas después de someterlas a diferentes pruebas desde que se descubrieron en 1597. Fueron sacadas en procesión por primera vez en 1620; desde entonces todos los años se organizaba un importante desfile el cuarto domingo de Cuaresma, cuando se celebraba su festividad. Era la procesión más importante, si cabe, que la de los Santos Niños, patronos de Alcalá. Pero ni su generosidad e interés por adorar las reliquias locales obraron el milagro de sumar adeptos entre los naturales. Como estamos viendo su estancia entre los complutenses estuvo repleta de gestos encaminados a ganarse la simpatía del pueblo llano. Y para ello no dudó en prometer que levantaría una estatua al insigne escritor Miguel de Cervantes que aún carecía de monumento alguno en su ciudad natal. Aunque no era ésta la primera vez que se proponía erigir un monumento a nuestro vecino más universal (ya lo había hecho antes el padre Sarmiento, erudito y escritor benedictino en su obra «Noticia de la Verdadera patria (Alcalá) de El Miguel de Cervantes» escrita en 1767), sí era la primera vez que se realizaba un proyecto con datos. «En la plaza del mercado de Alcalá de Henares, se erigirá una estátua á Miguel de Cervantes Saavedra. Todas las ciudades de España contribuirán para costear este monumento. La ciudad de Alcalá de Henares, como pátria de Cervantes, será exenta de esta contribucion. El artista que presentase el mejor modelo de este monumento quedará encargado de su ejecucion». Sin embargo, aquella iniciativa no prosperó, y aún habría que esperar hasta el 9 de octubre de 1879, aniversario del bautizo de Miguel de Cervantes, para ver la inauguración, en la plaza que lleva su nombre, de la actual escultura, obra en bronce del florentino Carlo Nicoli y Manfredi de 2,71 metros de altura y fundida en Florencia. Ceremonia que tuvo lugar a la una menos cuarto del medio día en un acto solemne presidido por una comitiva cívica que partió del palacio arzobispal. Tras un discurso del primer edil, se descubrió la estatua, entre los sones de las bandas militares, el volteo de campanas y el estruendo de las salvas de honor, siendo alcalde Esteban Azaña, padre del que luego sería presidente de la segunda República. Desde la Catedral-Magistral José Bonaparte se dirigió a pie por la calle Mayor hasta la Universidad. Con la invasión la institución había quedado prácticamente anulada. Aunque las inauguraciones de curso se mantuvieron, no había casi alumnos. Según el investigador Luis Miguel de Diego Pareja, el sentimiento patriótico movió al claustro a decidir el pago del armamento de los estudiantes que se alistaran voluntarios en los ejércitos españoles, lo que fue prohibido por el Consejo de Castilla, terminando con la salida de los componentes del claustro y de la mayoría de los estudiantes de la ciudad. Según narra Juan Domingo Palomar en su diario, durante la visita del monarca francés éste»…estuvo registrándolo y viéndolo todo…». Se deduce de sus palabras cierta desconfianza, comprensible si tenemos en cuenta el saqueo que realizaron las tropas francesas de los templos y conventos complutenses con el beneplácito del rey josefino. Allí, en el primer piso, visitó la biblioteca, dividida en cuatro salas que guardaba 20.000 volúmenes. La Sala mayor o «Librería» tenía una estantería dividida en dos cuerpos, quedando entre ambos un pasillo que permitía el acceso a los libros situados en los estantes más altos. En las otras tres salas se encontraban los índices, sala de armas con cañones pequeños, picas, ballestas y armaduras. Y el Gabinete de antigüedades, un pequeño museo donde se guardaban los tesoros de la Universidad: recuerdos de Cisneros, cartas autógrafas del Cardenal guardadas en una caja de terciopelo carmesí, las llaves de la Alcazaba de Orán, el pendón que hizo tremolar el Cardenal sobre los muros de la misma, varios estandartes musulmanes, idolillos de bronce, una colección de mármoles españoles, monedas, un esqueleto humano reproducido en cera, el retrato en alabastro del Cardenal, obra de Felipe Bigarny y el ejemplar de la Biblia Poliglota Complutense que hoy se conserva en la Bbiblioteca Nacional. También visitó el Paraninfo y la capilla de San Ildefonso, cuyas construcciones son auténticas joyas de arte en sí mismas, entre otros lugares. Todos estos gestos y esfuerzos para seducir a los alcalaínos, y al resto de los españoles, fueron en vano. Ni siquiera consiguió la creación de una milicia cívica afecta a las autoridades francesas, para la que finalmente fue preciso recurrir al reclutamiento forzoso por incomparecencia de voluntarios, ni prosperaron sus reformas esbozadas en la denominada Constitución de Bayona. Terminada la visita a la ciudad complutense, a medio día, se dirigió hacia Guadalajara, desde donde había llegado, para regresar de nuevo a Alcalá al día siguiente. Y, de nuevo, alojado en la casa de Munárriz, allí pernoctó y celebró una fiesta. Por la mañana salió para Madrid entre la indiferencia de los alcalaínos que lo miraban pasar con curiosidad y en silencio. Fue cada vez más impopular y nunca dejó de ser visto como el representante de la potencia invasora extranjera que fue, y títere de las ilimitadas ambiciones de un hermano autoproclamado emperador de Francia. Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos. Más info en www.grupovillaotim.com
Travel and places 2 years
0
0
206
15:40
Alcalá de Henares en la Guerra de la Independencia Parte II "EL EMPECINADO"
Alcalá de Henares en la Guerra de la Independencia Parte II "EL EMPECINADO"
Como dice Benito Pérez Galdós en uno de sus Episodios Nacionales: «Ahora voy a hablar de las guerrillas, que son la verdadera guerra nacional, del levantamiento del pueblo en los campos, de aquellos ejércitos espontáneos, nacidos en la tierra como la hierba nativa, cuya misteriosa simiente no arrojaron las manos del hombre; voy a hablar de aquella organización militar hecha por milagroso instinto a espaldas del Estado, de aquella anarquía reglamentada, que reproducían los tiempos primitivos». El fenómeno de la guerrilla surgió como reacción a los desmanes que las tropas francesas cometieron durante la invasión napoleónica, así partidas de guerrilleros aparecieron por todo el territorio nacional para combatirlas. El movimiento de resistencia patriótica surgido en la comarca del Henares tuvo unos comienzos con actuaciones algo anárquicas y dispersas que evolucionaron hasta organizarse como un ejército regular sujeto a órdenes de autoridades civiles, bien de las juntas provinciales o de la Central. De todos sus lideres el más famoso apareció en escena en septiembre de 1809, un vallisoletano de 33 años, Juan Martín Díaz «El Empecinado» (1775-1825), hijo de labradores acomodados que a los 18 años se alistó en el ejército y participó en la campaña del Rosellón contra los franceses entre 1793-1795, donde aprendió el oficio de las armas, cuyas dotes de mando le convirtieron en el más destacado de aquellos líderes guerrilleros. Contra toda creencia no es debido a lo obstinado de su carácter por lo que se le llamaba Empecinado, sino por la pecina, el cieno negro de aguas en descomposición que el arroyo Botijas llevaba a su paso por su pueblo natal, Castrillo de Duero, y que hacía que a sus habitantes se les llamara despectivamente «empecinados», referido a personas de sucio y poco cuidado. Aunque los triunfos cosechados por el vallisoletano acabaron limpiando su apodo y el de sus paisanos, quedando el vocablo «empecinamiento» para describir un rasgo del carácter obstinado o pertinaz como el que mostró en la consecución de su ansiada libertad durante, y después de la Guerra de la Independencia. Según lo describió el novelista Benito Pérez Galdós en su Episodio Nacional titulado «Juan Martín el Empecinado», en la que el escritor canario narra las peripecias de Gabriel de Araceli, huérfano gaditano que sirve en las milicias guerrilleras comandadas por el Empecinado durante la contienda, y describe de modo exhaustivo la forma de vida en la guerrilla y los diferentes tipos humanos que en ella participaron, «…era un guerrillero insigne que siempre se condujo movido por nobles impulsos, generoso, leal y sin parentela moral con facciosos…», y al que dudaban si calificar como bandolero, loco o héroe. Los franceses permanecieron en Alcalá de forma casi ininterrumpida durante cinco años e hicieron de ella su centro de operaciones desde donde partían en busca de botín por toda la comarca. El Empecinado capitaneó una partida de guerrilleros con la que mantuvo en jaque a las tropas francesas hasta el final de la guerra, siendo uno de sus principales feudos las actuales provincias de Guadalajara y Cuenca. Apareció en el Valle del Henares con un centenar de guerrilleros establecidos en Cogolludo, y en numerosas ocasiones actuó en las inmediaciones de Alcalá: otoño de 1809, junio de 1811, julio de 1812 y en abril de 1813, en que volvió a liberar la ciudad brevemente. Aunque un mes antes de la revuelta del 2 de mayo de 1808 en Madrid, ya había realizado sus primeras acciones contra el invasor al comenzar a interceptar correos franceses, detener convoyes y capturar soldados franceses en la carretera que une Burgos con Madrid por Somosierra. Tanto daño hacían sus escaramuzas entre las tropas francesas que un año después de hacerse famoso se le ofreció el perdón por escrito y su adhesión al partido josefino, el cual rechazó. Ante la astucia del guerrillero, Napoleón nombró al general Joseph Léopold Sigisbert Hugo (1773-1828), padre del escritor francés Víctor Hugo y gobernador de José Bonaparte, como perseguidor exclusivo del «Empecinado» y sus huestes. La partida de El Empecinado hostigó a los franceses incansablemente en la comarca del Henares desde casi el inicio del conflicto. Y su participación fue crucial en la liberación de la ciudad por ser el vencedor de la acción de guerra más destacada que tuvo lugar en el municipio. Como calificaba muy acertadamente el periodista alcalaíno Pedro P. Hinojos «El 2 de mayo complutense tuvo lugar otro día de mayo, el 22, pero de 1813», y fue debido a la batalla del Zulema, en la cual las tropas del «Empecinado» liberaron a Alcalá. El puente que da nombre a la batalla, de construcción romana, originalmente estaba situado a un centenar de metros, aguas abajo del actual pues aquél fue destruido por la explosión de un polvorín militar en 1947. Era la segunda vez en poco tiempo que se encontraban ambos contendientes en este punto a orillas del río Henares, y aunque los franceses sorprendieron a los empecinados sin preparativo alguno en la ciudad, fue la rápida retirada hacia el puente la que culminó con la toma de éste y retirada de los franceses. Las crónicas de los historiadores decimonónicos como Esteban Azaña y Juan Domingo Palomar elogiaron este éxito como si hubiera sido una batalla de grandes dimensiones. Pero no se podría catalogar entre las más encarnizadas que protagonizó el líder guerrillero puesto que solo hubo tres bajas por cada bando. Según el investigador Luis Miguel de Diego Pareja los franceses tuvieron que retirarse al llegar la caballería de el Empecinado, que estaba alojada en Ajalvir, para evitar quedarse atrapados entre dos fuegos. La población alcalaína, agradecida al verse libre de otra oleada de saqueos, consideraron que aquella acción fue una gran victoria. A su magnificencia contribuyeron, posteriormente, los cronistas locales y los hagiógrafos del guerrillero. La deuda que los alcalaínos adquirieron con este patriota se saldó con el levantamiento en 1814 de un monumento que el propio Fernando VII consintió en dedicarle, mucho antes de caer en desgracia, para conmemorar aquella victoriosa batalla que tuvo lugar junto al puente Zulema. Los cronistas de la época lo describieron como una especie de pirámide, puede que fuera más bien el arranque de un obelisco similar al que se levantó en su memoria en 1837 en Burgos, aunque es difícil saberlo pues nunca llegó a terminarse por la falta de fondos, y no existe ilustración alguna ni descripción del monumento. Se desconoce incluso su ubicación primera en los alrededores del puente, en la cual fue destruido en 1823 por la furia absolutista desatada tras la abolición del régimen liberal implantado tres años antes. Se pretendía que este homenaje estuviera asociado a una solemne función de gracias a las Santas Formas, «porque en el mismo dia que se habian de haber celebrado sus visperas ocurrio esta batalla» (sic). Aunque el rey dio su visto bueno a este proyecto, exigió una modificación del texto de la inscripción prevista para la lápida, para que se le mencionara explícitamente. La inscripción corregida rezaba: «La Ciudad de Alcalá de Henares dedica este monumento á la memoria de las Valientes tropas de S. M. el Sr. Fernando Séptimo mandadas por D. Juan Martin el Empecinado, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, en reconocimiento de haber salvado á sus moradores del saqueo y la muerte, arrollando y batiendo á los franceses la mañana del 22 de Mayo de 1813 que en doble número atacaron por este puente». El 23 de marzo de 1816 las autoridades municipales colocaron el basamento de la pirámide y se prolongó la solemnidad del acto hasta el día siguiente con funciones religiosas, repiques de campanas e «iluminación general». La arenga carecía de dimensión política alguna. El obelisco inacabado fue destruido en 1823 por las que el historiador Esteban Azaña calificó como (…) frenéticas turbas, que ya no ven en ella el recuerdo del libertador de Compluto, del guerrillero que tanto diera que hacer á los batallones franceses, sino por el contrario, ven un monumento que recuerda la existencia de un general constitucional que ha perdido todos los derechos que tiene á la gratitud del pueblo, por el solo hecho de ser liberal, de haber servido al gobierno defensor del código gaditano (sic). La destrucción de este monumento coincidió con la caída en desgracia y arresto de El Empecinado. Habría que esperar hasta 1879, siendo alcalde el citado historiador, para volver a tratar el tema del monumento a El Empecinado. Fue el 9 de octubre de ese año cuando se inauguraron la estatua del autor de El Quijote en la plaza, obra de Carlo Nicoli, y el busto de El Empecinado, que se emplazó en la plazoleta existente frente al antiguo Colegio-Convento de la Merced, entonces sede de la Escuela de Equitación, la Escuela de Herradores y Depósito de Sementales, dándosele también su nombre a la calle que la atravesaba, antes de las Carnicerías, y la misma por la que entró victorioso en la ciudad tras la batalla del Zulema. Consistía en una sencilla columna de orden toscano coronada por un busto de hierro fundido encargado a Francisco de Asís Graciani Pastor (1832-1889) que, según el investigador José Carlos Canalda, hacia 1860 se trasladó a Alcalá contratado por el cabildo de la Magistral como restaurador, supuestamente de las imágenes que se conservaban en ella. Sin embargo no es ese busto el que en la actualidad podemos ver sobre la columna. Al parecer representaba al guerrillero con uniforme y grandes hombreras, y como comentó el citado alcalde, además de ser tosco tenía «cierto aspecto afrancesado que cuadraba mal con el carácter del personage«. Así que volvió a encargarse otro al mismo escultor, Pedro Nicoli, fundido en bronce florentino, y no en hierro como el anterior en 1882, que es el que podemos ver en la plazuela de la calle Empecinado. El busto desechado quedó arrinconado en los almacenes municipales durante más de cien años, y previa restauración, fue instalado en la sala de la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento. La columna no se reemplazó. En la parte media del fuste se colocaron dos sables cruzados orlados por una corona de laurel. El plinto de piedra caliza que sustentaba el monumento desde el principio llevaba una leyenda en letras de bronce que decía 22 de mayo de 1813. 1879, que desapareció poco después como dice el propio Esteban Azaña en su Historia de Alcalá de Henares. También desapareció la verja de forja que rodeaba el monumento, obra de Vicente Saldaña, de la cual se hizo una copia en 2002, que se instaló en el renovado jardincillo que lo rodeaba, con motivo del 120 aniversario de la inauguración del busto de Nicoli (1882) que hoy puede verse entre los frondosos setos de aquella remodelación. No se puede terminar una semblanza del Empecinado sin mencionar su trágico e injusto final. Acabó la contienda con el grado de Mariscal de Campo. Fernando VII le concedió el privilegio de usar el renombre de «El Empecinado» para sí, sus hijos y descendientes. Fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando. Hasta 400 artículos le dedicó la prensa nacional en los seis años que duró la guerra, pero durante la Regencia a causa de sus ideas liberales, fue postergado por el mismo rey que le había distinguido, al que combatió como liberal con la misma convicción con la que había luchado contra el invasor francés. Su «empecinamiento» en seguir buscando la libertad le condujo durante la Década Ominosa (1824-1833) a un inesperado final. Mediante engaños fue convencido para que regresara del exilio portugués, y tras dos años de encarcelamiento, a la edad de 50 años, fue ahorcado por orden real, acusado de traición a la Corona, el 20 de agosto de 1825 en Roa tras ser exhibido en una jaula los días de mercado durante diez meses en los que sufrió insultos y vejaciones. Inmerecido final para quien fuera el único guerrillero homenajeado por sus victorias tras la invasión napoleónica, y símbolo del pueblo que lideró la lucha contra los franceses. Sin embargo, la justicia poética quiso que fuera retratado como héroe en dos obras fundamentales del arte y la literatura española por dos genios, Francisco de Goya y Benito Pérez Galdós, y por incontables autores en biografías, obras teatrales, poemas, artículos periodísticos, etc. mientras que el monarca, también retratado por aquellos geniales creadores, ha pasado a la posteridad como «el rey felón». Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos.
Travel and places 2 years
0
0
122
14:35
Alcalá de Henares en la Guerra de la Independencia Parte I
Alcalá de Henares en la Guerra de la Independencia Parte I
Mientras se reconoce, con todo merecimiento, a los valientes alcaldes de Móstoles, Andrés Torrejón y Simón Hernández, por publicar el famoso «Bando de los alcaldes de Móstoles» el 2 de mayo convocando a la movilización contra el invasor francés para acudir al socorro de Madrid, es desconocido el hecho de que a Alcalá de Henares, la mañana de ese mismo día, llegaron rumores de lo que estaba sucediendo en la Corte y son los estudiantes de la Universidad los primeros que tomaron la iniciativa, y no era la primera vez, ya lo habían hecho en la Guerra de las Comunidades o el Motín de Aranjuez, presentándose frente al Ayuntamiento, entonces situado en el 17 de la Plaza de Cervantes (hoy conocida hamburguesería) buscando de nuevo el apoyo del corregidor, Agustín de Quadros Rodríguez, tras recibirse las noticias de las primeras revueltas en Madrid. Según el historiador complutense Vicente Fernández, a las 12:00 del medio día llegó de la capital un Guardia de Corps (Guardia Real), probablemente de camino a Zaragoza, que narró las alarmantes noticias de los hechos que estaban sucediendo allí. A primera hora de la tarde, el corregidor proclamó el primer bando municipal que llamaba al levantamiento contra el invasor. El documento se encuentra en el Archivo Municipal de Alcalá, y entre otras cosas dice «…se hace indispensable que los Pueblos comarcanos concurran a la defensa de la Patria y de Ntr.º Rey el Sr. D. Fernando Séptimo, marchando armados a Madrid…». Este bando también se pregonó por 21 villas de la comarca de Alcalá nombradas en el margen y cara posterior del documento. También recibió una copia el gobernador del Consejo de Castilla, Arias Antonio Mon y Velarde (1740-1811) que remitió un escrito urgente ordenándole que anulase el bando, e instándole a que colaborara con las tropas francesas e impidiera cualquier reunión o alteración del orden, de las cuales le haría responsable. El corregidor obedeció, dando contraorden en una breve carta fechada el 5 de mayo, donde avisaba de las graves consecuencias. La misma comunicación envió al rector de la Universidad para que contuviera a los soliviantados estudiantes y al personal de la institución. Así quedó abortada la incipiente rebelión de la comarca complutense, y en el olvido que el primer «bando de la independencia», incitando al levantamiento popular no fue el de Móstoles, sino el de Alcalá, cuya existencia no se conoció más allá de la comarca. Según el mismo historiador, se formó una partida armada que llegó a salir para Madrid pero que en Torrejón de Ardoz se disolvió al saber que una columna francesa venía de camino. Desde ese día y hasta la batalla de Bailén ocurrida el 19 de julio de 1808, el trasiego de soldados españoles desertores procedentes de Madrid por la ciudad complutense camino de Zaragoza o Valencia fue constante. Aún no había guarnición francesa alguna, y hubo días en que llegaron a contabilizarse más de 150. El mismo fenómeno se produjo también entre las fuerzas militares ubicadas en la ciudad. Estaban acuartelados en Alcalá desde 1803 el Regimiento Real de Zapadores Minadores y la Academia de Ingenieros, única unidad militar del Ejército español con sede fija en el Valle del Henares. Ocupaban cuatro edificios colegiales que la descomposición paulatina de la vieja ciudad universitaria permitía utilizar. Los primeros ocupaban el Colegio Máximo de Jesuitas y los segundos los Colegios de Basilios, Mercedarios Calzados y Manriques (situados en la calle Colegios y que hoy acogen el Aula de Música y dependencias del Parador de Turismo). Desde el levantamiento contra los franceses, de 1.300 hombres que contaban entre los dos acuartelamientos quedaban unos 400. La marcha de un grupo de Zapadores de la cual informó el corregidor alcalaíno al Consejo el 26 de mayo elevó aún más la preocupación de los vecinos, que la víspera habían escuchado las tropelías cometidas por el ejército francés contadas por un grupo de 140 soldados de guardias españolas, armados y vistiendo indumentarias completas pero sin oficial alguno, que hicieron bandera en las eras de San Isidro para recaudar dinero y víveres, afirmando que iban de paso para Cataluña. Aunque la fuga más recordada fue la que protagonizaron los efectivos del cuartel de zapadores. Ante el temor de la tropa de convertirse en parte del ejército invasor, los oficiales optaron por proponer a los mandos su marcha y proclamaron «preferir morir de hambre a comer el rancho costeado por el dinero francés». Así decidieron marcharse esa misma noche del 24 de mayo. A las doce la columna se puso en marcha a tambor batiente en formación con la bandera del 1er. batallón desplegada. Se dirigieron hacia el puente de piedra a Villalbilla, situada a una legua de Alcalá, camino de Almonacid. Seguían a la columna algunos carros y acémilas que portaban la caja de caudales del Regimiento, la munición, el resto del armamento y herramientas. A ellos se unieron días más tarde parte de los profesores y alumnos de la Academia de Ingenieros. En total unos 600 o 700 hombres. A Cuenca primero, y a Valencia después, a donde llegaron el 7 de junio, siendo recibidos triunfalmente. Con esta acción, el Regimiento Real de Zapadores Minadores y la Academia de Ingenieros se convirtieron en las dos primeras unidades organizadas que, con su bandera al frente, proclamaron la independencia contra Napoleón y sus representantes. Este episodio es conocido popularmente como la marcha de los Zapadores, y ha trascendido hasta el extremo de inspirar al extraordinario «pintor de batallas», Augusto Ferrer Dalmau, una obra pictórica titulada «La gesta de los zapadores» en 2011, quedando así inmortalizada la fuga del citado Regimiento Real de Zapadores Minadores. En el cuadro se ve la marcha de este regimiento a su salida de Alcalá, bajo las primeras luces del amanecer, reproduciendo rigurosamente el itinerario que siguieron. Al fondo la silueta de la ciudad se vislumbra desde el monte Gurugú, con algunos cerros como el del Ecce-Homo a lo lejos, mientras los soldados desfilan por un camino embarrado tras las lluvias caídas días antes. A esta fuga seguirían otras dos de militares que por una u otra razón habían quedado en la ciudad. Según el investigador José Carlos Canalda el perfil de la ciudad que muestra el pintor está tomado del grabado realizado por Pier Maria Baldi en 1668 para ilustrar el libro Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal. Explica el investigador que, a pesar de haber transcurrido 140 años, fue muy poco lo que pudo haber cambiado el patrimonio artístico y arquitectónico complutense, y por ello aplaude la elección de este grabado por el artista. Cuando se declaró la Guerra y abdicaron Carlos IV y Fernando VII, entregándole la Corona a José Bonaparte, los militares siguiendo su principio de obediencia a la Corona se mantuvieron leales a la institución y, en general, lo aceptaron puesto que la Monarquía lo admitía. La Guerra de la Independencia fue una guerra desatada por el pueblo a la que el ejército se vio arrastrado. Hay que decir que a todos los miembros de la Academia de Ingenieros y del Regimiento de Zapadores que se marcharon los primeros para que éste no cayera en manos del ejército francés, se les recompensó con la concesión por Real Orden de 1 de octubre de 1817, a todos los fugados, de una condecoración para premiar su gesta, la cruz de la «Fuga de los Zapadores» en cuyo reverso figuraba la leyenda «SALIDA DE LOS ZAPADORES – ALCALA 24 DE MAYO DE 1808». A principios de junio las deserciones continuaron y los soldados que paraban en Alcalá obligaban al corregidor a auxiliarles con dinero, pertrechos e incluso presos de la cárcel real. Los jefes y oficiales del Regimiento Real de Zapadores Minadores y de la Academia de Ingenieros que se habían quedado en Alcalá el 24 de mayo también terminaron por sublevarse. El 6 de junio hubo una segunda fuga al recibirse la orden del General Murat de que todos ellos debían trasladarse a Madrid. Ante esta sangría incesante de soldados de la guarnición alcalaína, el día 21 de junio el mando francés reaccionó enviando a Alcalá un tren con 6 cañones, 2 obuses y 30 carros de municiones y 3.000 soldados franceses que se alojaron en el Colegio de los Jesuitas que habían dejado vacío los zapadores fugados. Tras la humillante derrota de Bailén el 19 de julio de 1808 los franceses abandonaron Madrid, y Alcalá también se vio libre de ellos. Entonces no causaron daños más que en cuartel en que se alojaron. Aunque volvieron hasta en cuatro ocasiones, siguiendo el curso de la contienda. La primera el 3 de diciembre de 1808, cuando una columna francesa entró por la Puerta de Madrid dispuesta, esta vez sí, a apoderarse de la ciudad. Instalaron su cuartel general en el Palacio Arzobispal, que fortificaron y volvieron a reforzar en 1811 con otra muralla interior, que integraría el convento de las Bernardas y el de la Madre de Dios, hecha con los materiales procedentes de los conventos desalojados. Formaron así una especie de ciudadela que se cerraba con el tapiado de las calles vecinas de San Juan y Cardenal Sandoval y Rojas, y en cuyo interior se atrincheraban invasores y colaboradores civiles cuando la guerrilla hostigaba la ciudad. Según el investigador Luis Miguel de Diego Pareja no hubo ocupación francesa sistemática del Valle del Henares hasta la batalla de Somosierra en diciembre de 1808. Y a partir de ese momento es cuando se sucedieron, en este territorio, batallas, escaramuzas, idas y venidas de tropas propias y foráneas, expolios, violaciones y saqueos de patrimonio civil y religioso. La lectura de su obra: «La guerra de la Independencia en el Valle del Henares» es muy recomendable por su minuciosa exposición sobre cómo transcurrió la ocupación en Alcalá y el resto de poblaciones del valle. Con la entronización de José Bonaparte el 7 de julio de 1808 se instauró un régimen de terror que se prolongaría durante los cinco años que duró la ocupación. El azote del hambre, que ya acechaba desde 1811 debido al acaparamiento de alimentos y grano que el ejército napoleónico realizaba sistemáticamente, se hizo realidad en Alcalá. La carestía de la escasez afectó dramáticamente a la vida de los alcalaínos que tuvieron que soportar el despotismo de los invasores y la delincuencia que surgía de la caótica situación. El año 1813 fue el peor de toda la guerra para el municipio, pues las tropas francesas en retirada, a parte de saquear y ocupar las viviendas de los vecinos con obligación de mantenerlos, no dejaron de exigir arbitrarias contribuciones, y para colmo de males se llevaron el poco ganado que quedaba. Saqueos, incendios, asesinatos y violaciones fueron narradas por todas las fuentes decimonónicas, entre ellas el «Diario de un patriota complutense» de Juan Domingo Palomar, historiador y personaje local muy relevante en aquellos días. De lo que no cabe duda alguna es del daño que sobre el rico patrimonio complutense infringieron amparados en leyes de exclaustración dictadas en 1809 por la administración josefina. Aunque, en principio, los conventos complutenses no fueron derribados, como sí ocurrió en Madrid donde se demolieron indiscriminadamente manzanas enteras de edificios para levantar plazas y calles nuevas (en venganza los madrileños llamaron a José Bonaparte «Pepe Plazuelas»), sí causaron grandes destrozos en el convento de San Diego que fue convertido en hospital militar, previo saqueo de sus objetos más valiosos, obligando a trasladar los restos de san Diego a la Catedral-Magistral y la imagen titular de Santa María de Jesús a la vecina parroquia de Santa María la Mayor. Tampoco se salvaron las ermitas. La de San Isidro fue utilizada como cuadra y su retablo destruido, y la de la Virgen del Val fue saqueada e incendiada. Igual sucedió en los colegios donde se acuartelaron, el de la Compañía de Jesuitas, el de Basilios, y sus vecinos de Mercedarios Calzados y Manriques, que quedaron gravemente dañados, especialmente los dos últimos. Idéntico ataque sufrieron el convento del Santo Ángel y el oratorio de San Felipe Neri que se convirtió en granero. Fincas rústicas y urbanas propiedad de los monasterios también fueron vendidas. Objetos litúrgicos, y hasta las campanas de las iglesias fueron robadas de los campanarios. Los retablos del oratorio y de la iglesia del convento de la Madre de Dios, convertida en cuadra, fueron quemados para extraer el pan de oro que los cubría. Todos los retablos de los 17 conventos, que no se quemaron o fueron destrozados, se vendieron para aprovechar la madera, así como el hierro que hubiera en los templos. Afortunadamente, se salvaron algunos como el de la iglesia del Colegio Máximo de Jesuitas, obra de transición del herreriano al barroco trazada por el jesuita Francisco Bautista que aún podemos contemplar. También las murallas de la ciudad, que entonces estaban completas, sufrieron transformaciones ya que fueron tapiadas todas sus puertas menos las cuatro principales, las de Madrid, Santiago, Mártires y San Julián en las que se apostaron destacamentos para su custodia. En las de Madrid y de Mártires se colocaron dos portones que se habían desmontado del Colegio de Mercedarios y Basilios ya que habían perdido las suyas. Esto es solo una somera idea de la calamitosa situación en que quedó la ciudad complutense tras la marcha de las tropas francesas. Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos.
Travel and places 2 years
0
0
129
15:00
Las cigüeñas de Alcalá Patrimonio vivo de la ciudad
Las cigüeñas de Alcalá Patrimonio vivo de la ciudad
Siempre por estas fechas es inevitable citar el refrán "por San Blas, la cigüeña verás", aunque habría que hacer una variación "por San Blas, la cigüeña más rezagada verás" pues hace ya semanas que venimos observando algunos ejemplares surcando los cielos complutenses, hecho que no es de ahora. A finales del siglo pasado ya se decía que la cigüeña era la reina de los cielos alcalaínos desde enero hasta agosto, de la Epifanía a San Bartolomé, y a veces se veían antes de Navidad. En estos años he compartido en IG numerosas publicaciones sobre las cigüeñas alcalaínas porque la ciudad mantiene desde hace mucho un vínculo especial con estas grandes zancudas gracias al gusto de éstas por habitar los lugares elevados del casco histórico complutense, que pone a su alcance numerosas torres, espadañas, campanarios, murallas y torreones. En Alcalá se encuentra una de las tres mayores colonias urbanas de cigüeñas de España y por ello sus nidos, y ellas mismas, se consideran parte del patrimonio alcalaíno y reciben el mismo tratamiento que el patrimonio histórico que llevó a la ciudad a ser incluida en la lista de Ciudades Patrimonio de la Humanidad. Conseguir una convivencia entre ambos patrimonios, el histórico y el natural no ha sido fácil. Las cigüeñas son imagen de Alcalá desde que Arsenio E. Lope Huerta (1943-2021), abogado y alcalde de Alcalá entre 1983-1987, utilizó por primera vez la denominación "Alcalá de las cigüeñas" en un artículo publicado en el semanario Puerta de Madrid el 25 de marzo de 1978, incorporando otro apellido a la ciudad, que ya lo era de Sant Yuste, de Henares, del Saber ... Desde entonces empezó a repetirse en todo tipo de publicaciones y artículos. Para los viejos alcalaínos de entonces “las cigüeñas traían un cierto sabor de infancia", infancia en la que aún no habían aparecido pantallas hipnóticas y en la que mirar por la ventana era un pasatiempo, y esperar ver la llegada de estas aves una señal. Las cigüeñas ya estaban aquí cuando Alcalá ni siquiera era Complutum. Entonces comían en la ribera del Henares, y anidaban en las copas de los álamos y olmos. Después se nutrieron en los campos de cultivo y se acomodaron a la presencia humana, levantando sus nidos también sobre tejados y campanarios. En aquellos años setenta desaparecieron siete nidos de los edificios complutenses por considerarlos una amenaza, y ante la insistencia de las aves en volver a levantarlos no hubo más remedio que hacerles caso y esforzarse por convencer a los vecinos y, sobre todo, a quienes las tenían sobre sus tejados que las cigüeñas habían elegido quedarse entre nosotros y había que integrarlas y protegerlas. Hoy parece obvio, pero entonces parecía una cuestión poco seria dedicar tanto esfuerzo a unos animales culpables de originar goteras y dañar campanarios. Fue también Lope Huerta, junto a unos pocos alcalaínos, los que empezaron a mirarlas con ojos protectores y solicitaron incluir en los programas electorales un capítulo para salvar los nidos de las cigüeñas como se salvaba el patrimonio cultural de Alcalá. Félix Díaz del Campo hizo el primer catálogo de los nidos existentes. En 1974 había sólo ocho nidos en Alcalá y casi una década después se habían multiplicado por tres, y eso a pesar del acoso permanente que sufrían por parte de los propietarios de los edificios, mayormente religiosos, sobre los que se levantaban un San Blas tras otro. Entre las medidas que se tomaron para intentar cambiar las cosas y la mentalidad, en 1985 se multó a las Agustinas por retirar ilegalmente el nido de la espadaña de su convento, a la vez que se les dio una subvención para que pagaran la multa. Su finalidad pedagógica era evitar que ese hecho volviera a repetirse. En 1986 se colocó la primera plataforma artificial sobre la torre de Santa María y se recolocó el nido ya existente sobre la misma. En 1987 se puso una rueda de carro sobre la boca de la chimenea de la vieja cerámica de los Pinilla para favorecer la instalación de un nido de cigüeña sobre ella. No siempre las partes implicadas se pusieron de acuerdo. Desaparecieron los 8 nidos que hubo sobre las ruinas de la Iglesia del Colegio de Caracciolos cuando se rehabilitó en 1997 al colocarse una cúpula de pizarra pero no plataformas artificiales que sustituyeran a los salientes de la ruinas. En el 2000 tuvo lugar lo que la prensa llamó el "ovicidio de la Magistral" al realizarse unos trabajos con las campanas en la torre de San Justo en plena época de cría, provocando el abandono de los once nidos que había. Se perdieron más de cuarenta huevos. En 2001 las Catalinas tuvieron tantos problemas con el nido de su espadaña que para evitar que volvieran a construir en ella la cubrieron de azulejos blancos, superficie resbaladiza que imposibilitaba siquiera que se posaran las aves. Y aún hoy continúa habiendo desencuentros. El año pasado con motivo de las obras del oratorio de San Felipe Neri se retiraron tres nidos históricos, uno de ellos con ochenta años de antigüedad, y se colocaron cables disuasorios alrededor de la espadaña por seguridad del edificio y de las personas que, sin embargo, pueden lastimar a las cigüeñas. El debate sigue abierto. Pero en los últimos años también se han producido algunas noticias de más amable lectura que la pérdida de nidos. En marzo del 2014 una pareja de cigüeñas anidó sobre el quiosco de música de la Plaza Cervantes. Un hecho excepcional porque nunca un nido tan céntrico había estado tan próximo al suelo, ni despertado tanta expectación. En 2016, en el Hospital de Santa María La Rica, anidaba la abuela de todas las cigüeñas que vivían en Alcalá, se llama G18116 y tenía 28 años. Nació en 1989, fue anillada por el Grupo Dalma en Villaseca de Uceda (Guadalajara), a 37 kilómetros de aquí, y tuvo, al menos, 39 cigoñinos. En 2020 se publicó el caso de una cigüeña sueca que por segundo año consecutivo se posaba en las antenas del barrio de Venecia y ocupaba uno de los nidos del Colegio de Málaga, lo que atestigua la procedencia europea de los ejemplares que anidan en Alcalá. Buscar el equilibrio es la clave, y para ello un correcto mantenimiento anual y la colocación de estructuras especiales en los tejados para que puedan anidar es fundamental. El municipio cuenta con una ordenanza que regula la protección y la gestión de los nidos: se aligera el peso cuando es preciso, fuera del periodo reproductor, se colocan nidos artificiales donde sea necesario, y se recogen los pollos caídos del nido o heridos, soltándose después en un acto público y didáctico integrado por escolares, buscando así despertar la simpatía y el respeto hacia estas aves, y crear conciencia sobre el cuidado del medio ambiente desde la infancia. El año pasado se devolvieron 15 ejemplares de cigüeña blanca recuperados por GREFA en la Isla del Colegio. Históricamente los edificios del casco urbano han contado con uno o varios nidos, Y el crecimiento de las parejas ha ido incrementándose desde los años 70, con menos de diez parejas, hasta las diez o veinte en los 80, que alcanzaron en los años 90 hasta ochenta parejas. En 2019 se ocuparon 122 nidos de los 144 existentes, aunque solo 82 consiguieron criar. En 2020 había unas 130 parejas reproductoras. El aumento constante desde los años 80 se debió a la apertura del vertedero de la Mancomunidad de Municipios del Este situado en el término municipal, una fuente de alimento muy accesible y causa de que algunos ejemplares ya no migraran en busca de sustento. El año pasado el Ayuntamiento informó que había 109 parejas, de las que 101 eran reproductoras. Tras la clausura del vertedero se puso en marcha un proyecto pionero para mantener su población, consistente en la ubicación de un punto de alimentación con seis comederos, cuya estructura permite el acceso de las cigüeñas al alimento, pero se lo impide a otras aves. Hace años el diario ABC señalaba donde estaban los diez mejores tejados de España para ver cigüeñas, y entre ellos estaba la popular espadaña de la Capilla del Colegio Mayor de San Ildefonso, donde, aún hoy, se encuentran los nidos más emblemáticos y fáciles de ver de Alcalá por estar en la Plaza Cervantes, lugar idóneo para ver otros edificios con nidos como la sede de la Sociedad de Condueños, la Capilla del Oidor, la Torre de Santa María, el Ayuntamiento con sus #cigüeñasyoutubers, el Colegio de Abogados, el Colegio de Málaga, el Colegio de Carmen Calzado y el Convento de las Agustinas. Pero la concentración más espectacular de nidos se encuentra alejada de la plaza, en las ruinas del Palacio Arzobispal. Lugar idóneo para observarlas en las diferentes etapas desde la construcción de los nidos hasta la crianza de los recién llegados. Son tantos los nidos y los ejemplares en cada uno de ellos que cuando los pollos crecen es un espectáculo impresionante ver tantas cigüeñas juntas. Todo lo dicho justifica la existencia de una ruta turística llamada "la ruta de las cigüeñas" que recorre los edificios del casco histórico que cuentan con nidos. Una iniciativa que pone el acento en las alturas de estas edificaciones y monumentos de gran belleza, y combina los conocimientos histórico-artísticos al uso con datos sobre la vida y costumbres de estas aves en el medio urbano, aportando a la ciudad un extra que la distingue de otras. Podéis verlo en https://www.youtube.com/watch?v=YBxMqLlhJVs Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Lidia, licenciada en Biología, Auxiliar Clínico de Veterinaria, CatSitter y estudiosa del comportamiento felino. Creadora de "Tras las Huellas del Gato – Servicios gatunos" Puedes contactar conmigo a través de mi perfil de Instagram:  @traslashuellasdelgato
Science and nature 2 years
1
0
108
10:27
Homaneje anual a Cervantes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá
Homaneje anual a Cervantes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá
Naciendo en Alcalá y convirtiéndose después en el «Príncipe de los Ingenios», Miguel de Cervantes nos aseguró a las generaciones futuras de complutenses dos días festivos anuales que recuerdan, en octubre y en abril, su nacimiento y muerte, aunque lo que conmemoramos en dichas fechas sea el día de su bautismo y sepelio respectivamente, hechos que la Iglesia registraba en las partidas de nacimiento y defunción de donde proceden los únicos datos históricos referidos a las citadas efemérides. En ambos casos se ignoraron las costumbres de la época a la hora de determinar las celebraciones que señalarían los dos acontecimientos más importantes del cervantismo -descontando la de la publicación de El Quijote-. Así el día 23 de abril es la fecha de su enterramiento, y no de su muerte, y el 9 de octubre es la fecha que consta en su partida bautismal, aunque se da como probable que su nacimiento se produjo el día 29 de septiembre, festividad de San Miguel, teniendo en cuenta la vieja costumbre de poner al recién nacido el nombre del santo del día que nace, en este caso se confirmaría la hipótesis. De aplicarse esos pequeños detalles, el calendario de celebraciones cervantinas sería otro. Parece que fuera el sino de Miguel de Cervantes escabullirse en el devenir histórico. Desde el comienzo las fechas que acotaron su existencia fueron confusas y para colmo acabó desapareciendo materialmente en una sepultura donde ningún estudio de ADN asegura que que sean suyos los huesos encontrados en el convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso porque no hay huesos con los que cotejarlos. A pesar de lo cual su figura se agigantó tanto que las dos efemérides, aunque inexactas, dieron lugar a dos sólidas celebraciones que le homenajean con honores en su ciudad natal. Una celebrando la Semana Cervantina en octubre, y otra de resonancia internacional coincidiendo con el Día Internacional del Libro, con la concesión del premio más importante de la literatura en castellana, conocido coloquialmente como «el Cervantes». Nombre para un galardón mundialmente reconocido, con la misma enjundia que «el Nobel» sueco, o en cinematografía, «el Oscar» hollywoodiense. Por ser al libro a quien se dedica esta feria de abril alcalaína, e instalarse en la plaza que lleva su nombre, y en presencia de su estatua, testigo inmutable que «nos mira en silencio como mira el bronce» (así miraban las esculturas cervantinas de la Plaza de España a un joven Andrés Trapiello la primera vez que pisó Madrid en la década de los 70), es de justicia en esta fecha indagar en los libros que leyó el autor de El Quijote. Si, como asegura el lema «somos lo que leemos», y en su obra hay muchos testimonios que reivindican la lectura como una actividad propia de la condición humana, ¿cómo si no iba a transmitir el convencimiento de haber encontrado la verdad en los libros?, con la vida tan azarosa que vivió, siempre escaso de dineros, aunque hay quien defiende que sus quejas eran solo postureo, y huyendo de sus circunstancias, cabe preguntarse si leía, cuándo, cómo, dónde y, sobre todo, qué. Afirma el escritor Andrés Trapiello que Cervantes leyó «en condiciones poco gratas, en casas modestas, pequeñas y ajetreadas, calurosas en verano y heladoras en invierno, cuando no en ventas o posadas, colonizadas por gentes de paso que son, por naturaleza, las más escandalosas, o en carro o sobre una caballería. Y que le sobrarían ocasiones y momentos para dedicarlos a la lectura y hacer más liviana su soledad y sentir que su vida estaba un poco más viva de lo que en realidad lo estaba cuando la dedicaba a negocios que tampoco le interesaban lo más mínimo. Leyó todo el tiempo que estuvo sin coger la pluma, y leyó mucho, a su manera, sin demasiado orden y todo género de obras, tal y como haría hoy cualquiera de los lectores llamados compulsivos. Tiempo tenía de sobra. Se pasó media vida de aquí para allá, solo, viviendo, en ventas y posadas, sin contar los cinco pasados en el cautiverio de Argel y casi otros tantos acogido a la milicia, acuartelado o en el hospital… Porque, y aquí queríamos llegar, Cervantes nos confiesa que le gusta mucho leer, «aunque» sean los papeles rotos de las calles». Algunos investigadores también defienden que Cervantes fue poseedor de una biblioteca a pesar de ser los libros artículos de lujo en aquella época. Sus ejemplares procederían de regalos de amigos, impresores que agradecían sus versos de alabanza o de presentación escritos por él en las introducciones, y los comprados con sus propios ingresos, que aunque no eran muchos, bastaron para permitirle el conocimiento de hasta 429 títulos según expuso en su discurso el historiador Armando Cotarello Valledor (1879-1950) titulado «Cervantes Lector», leído ante el Instituto de España y en representación de la Real Academia Española por la Fiesta Nacional del Libro del 23 de abril de 1940. El director del Centro de Estudios Cervantinos y catedrático de Filología de la Universidad de Alcalá Carlos Alvar, a propósito de una exposición titulada «Los libros que leyó Cervantes», explicó que éste habría leído unas 200 obras, que incluyen desde textos de caballería como El Amadís de Gaula hasta teatro y poemas de los poetas más italianizantes, como Francisco de Aldana, Garcilaso de la Vega y Boscán pasando por los viejos romances españoles y los populares pliegos de cordel, que eran historias narradas en versos. También, y por obligación, leía documentos que en su mayoría trataban de su servicio a la corona como militar, comisario y recaudador de impuestos. El cervantista norteamericano Daniel Eisenberg asegura que «Había seguido el naciente teatro español desde la juventud. Leía constantemente, y es el primer autor que tiene un sentido de la literatura española en toda su riqueza, el primero en percibir la importancia y valor del surgimiento del nuevo género, la novela. Observador curioso, conversador infatigable, Cervantes conocía todas las clases sociales y todos los ambientes de su tiempo, desde la cárcel de Sevilla hasta la casa real. Conocía, también, el campo y el pueblo tanto como la ciudad» Que «el regocijo de las musas», -como lo calificó otro cervantista, Luis Astrana Marín (1889-1959)- no tuviera formación universitaria, estando en su ciudad natal la universidad más prestigiosa del reino, no fue, sin embargo, ningún obstáculo para que consiguiera una vasta cultura en unos tiempos en que ser autodidacta no era tan sencillo como hoy en día. Aunque no estudió en ella sí conoció las aulas de la universidad cisneriana a través de su relación con colegiales y poetas de la misma, y a pesar de su marcha a temprana edad también mantuvo el contacto con su ciudad a lo largo de toda su vida. Su primera novela pastoril «La Galatea» se desarrolla a orillas de ‘nuestro Henares’, y se la publicó en 1585 su amigo el impresor Juan Gracián en su imprenta de la calle Libreros de la ciudad cervantina. En otra calle complutense, la de los Colegios, fue presentado «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha», concretamente en el Colegio de Teólogos de la Madre de Dios para la corrección de erratas el 1 de diciembre de 1604. Aunque no se codeó en los pupitres con las grandes figuras del Siglo de Oro que estudiaron en las aulas complutenses, convivió y se disputó con ellos el favor de los lectores que con su reconocimiento le proyectaron hacia la inmortalidad, siendo un acto de justicia poética que su nombre resuene en la Cátedra del Paraninfo de esta Universidad que nunca pisó como alumno, por boca del galardonado de turno que en su discurso alaba su figura cada mes de abril desde el año 1977 en que se entregó el primer el Premio Cervantes. Dicha Cátedra está decorada con los mismos motivos «candellieri», que aparecen en toda la decoración del espacio superior del recinto al que se abre una galería de arcos escarzanos constituidos en balcones desde donde presenciaban los estudiantes los actos académicos. También los encontramos en la fachada del Colegio Mayor, típicos del estilo plateresco al que pertenece el conjunto. Está dividida en tres nichos, coronados con el escudo del cardenal. En este caso llama la atención su policromía a juego con los colores del artesonado del techo: rojo, azul y oro ornamentada con motivos del repertorio renacentista. Y no es caprichosa su situación en el centro del muro orientado al Este, «el lugar de la Luz, el punto sagrado de la salida del Sol del Universo». Desde luego hubiera sido el lugar perfecto para la exaltación de su obra inmortal, un clásico ya, lectura preferida de españoles ilustres de todos los tiempos como Felipe III, su paisano Manuel Azaña o Miguel de Unamuno, y de una larga lista de personalidades extranjeras que lo tuvieron como libro de cabecera y lectura diaria, que se lee y se estudia en las más altas instancias académicas descubriendo cada poco nuevos datos que nos siguen asombrando. Originalmente el Paraninfo estaba rodeado de un friso y graderío de azulejería toledana separado a tramos por barandas de yeso dorado, mientras el centro estaba ocupado por un estrado levantado tres cuartos del suelo, revestido también de azulejos donde se representaban comedias, se pronunciaban discursos y conferencias que atraían gran número de oyentes, y entre otras funciones, los graduandos, sufrían arrodillados el «vexamen» -antecedente de la palabra examen- o vejamen de sus compañeros de universidad», explica el profesor Antonio Marchamalo Sánchez. Nada en esta sala carece de interés. Si miramos hacia arriba quedaremos igual de impresionados ante la belleza del artesonado mudéjar de lacerías cuya riqueza cromática fascina al reflejar la luz. Ni siquiera el pavimento nos deja indiferentes, formado por una alfombrilla central y dos octógonos de azulejos sevillanos sobre baldosas de barro, en los que destaca la decoración islámica de lazo en verde, negro y anaranjado. No en vano fue escogido como el marco perfecto para la entrega del premio en la ciudad natal del homenajeado y en el seno de la Universidad fundada por Cisneros en 1499 que desde entonces tanto ha contribuido al desarrollo de la lengua española. Sobre sus paredes están escritos los nombres de alumnos o profesores destacados de la institución alcalaína como Vallés «el Divino», médico de Felipe II, los literatos Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática Española de quien se celebra este año el V centenario de su muerte, el arzobispo Bartolomé de Carranza, los políticos Antonio Pérez y Gaspar Melchor de Jovellanos, o santos como Santo Tomás de Villanueva, Ignacio de Loyola o Juan de la Cruz. Y en el espacio de transición entre el Paraninfo y la Sala de Togas , adosados sobre el muro también figuran los nombres y efigies en bronce de los escritores galardonados con el Premio Cervantes, la mayoría realizadas por el mismo autor que la medalla y la escultura que se entregan al galardonado. Las yeserías que enmarcan la entrada al Paraninfo desde el patio Trilingüe anticipan la belleza que encontramos en su interior donde trabajaron los maestros más notables de las bellas artes del reino que emplearon en la obra maderas de Pastrana, panes de oro de Guadalajara, y azulejos de Toledo. Sufrió los mismos avatares que el resto de los edificios universitarios tras la Desamortización de Mendizábal en 1836, abandono y venta que llevó a convertirlo incluso en pajar. Fue un edificio anejo al vecino Colegio de Teólogos de la Madre de Dios edificado por Pedro de la Cotera que inició su construcción en 1516 y acabó en 1520, dos años después de fallecer el Cardenal Cisneros, creador de la ciudad universitaria. Y era el Aula Magna de la Universidad, el teatro académico, el lugar donde se celebraban los actos más relevantes de esta institución durante los siglos XVI-XVII; dictámenes, clausuras e inauguraciones, graduaciones, lecciones magistrales, discursos, y tomas de posesión de «maestros». Este lugar donde se celebran los actos principales de la Universidad como el «Annua Commemoratio Cisneriana» y donde el Rey entrega en una ceremonia llena de solemnidad -como las de antaño- el citado Premio, tiene su entrada principal en el patio del Colegio Menor de San Jerónimo o «Trilingüe«. El más antiguo de los que tiene la Universidad. La denominación popular procede de su dedicación al estudio y enseñanza de las Sagradas Escrituras en Latín, Griego y Hebreo. El también conocido como Patio del Teatro, se construyó entre 1564-1570, obra de Pedro de la Cotera, como el citado Paraninfo, sigue el modelo renacentista del Hospital de los Inocentes de Florencia de Filippo Bruneleschi, y es, junto a su portada y acceso de la actual Hostería del Estudiante, lo más destacable de su arquitectura. Como los patios renacentistas, está formado por dos cuerpos: la galería inferior tiene 36 columnas con capiteles jónicos y fustes toscanos, sobre las que descansan arcos carpaneles con medallones en las enjutas. Y el cuerpo superior con ventanas enmarcadas entre pilastras jónicas y corintias alternativamente, estando las de las esquinas y centrales cegadas para no producir una linealidad que desplazaría la perspectiva. No falta, como en todos los patios castellanos, un pozo cuyo brocal está decorado con veneras cóncavas que simbolizan la regeneración por el espíritu. Clausurado en 1780, pasó a formar parte de otro Colegio, el de la Inmaculada Concepción y tras la desamortización de 1836 el edificio fue subastado sufriendo desde entonces las consecuencias del abandono y el expolio, como los demás edificios de la manzana universitaria. Desde 1929 alberga la famosa Hostería del Estudiante, aunque necesitó numerosas restauraciones tras los daños ocasionados por los bombardeos de la Guerra Civil. Antes de terminar quiero explicar cómo acaba llamándose Paraninfo un espacio que originalmente era Teatro Escolástico y cómo fue en esta Universidad donde nació la palabra, que desde donde se extendió a todas las demás. En la Grecia clásica «paraninpho» era en las bodas el mensajero que acudía a casa del novio llevando un mensaje de la novia «ninphé». Como era «portador de buenas noticias», por extensión, se llamó en los orígenes del recinto universitario «paraninfo» al mensajero que enviaba el Cancelario (rector de la universidad) al Teatro Escolástico para anunciar a los estudiantes ya examinados el día en que serían licenciados los que estaban aprobados. Los aspirantes esperaban impacientes en el Teatro la llegada del «Paraninfo» vestido de traje multicolor y precedido por música de trompetas y chirimías, que les dirigía un breve discurso, al que ellos correspondían desde el estrado central haciendo una apasionada defensa de sus méritos. Al día siguiente tenía lugar la graduación en al Iglesia Magistral. Desapareció de los usos estudiantiles complutense el ritual académico de la llegada del «paraninfo», portador de buenas noticias, pero por fortuna quedó el término asociado al edificio del Teatro Escolástico, tan importante en esta semana. Menos mal que Cervantes dejó la espada y cogió la pluma con la mano sana, y creó al hidalgo enloquecido por los libros de caballerías, alter ego con el que pudo volver a las armas y repartir, a golpe de cálamo, ingeniosas letras con imaginarias estocadas y mandobles que le hicieron trascender más allá de fechas erróneas o sepulturas perdidas. La medalla y escultura que el Rey entrega a los galardonados con el Premio Cervantes son obra del escultor Julio López Hernández (1930-2018), en cuya obra las manos son un tema recurrente, y el medio por el que el escultor muestra la emoción en sus trabajos. Para mí es un homenaje a la mano de Cervantes, y a las manos de los escritores galardonados que se sirvieron y sirven de ellas para transcribir sus brillantes pensamientos. En una de sus caras, unas manos sujetan un libro abierto con el dibujo de una ciudad y sobre ellas las palabras “ninpharum domus”, la casa de las ninfas o de la creatividad y la inspiración. Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Arancha Sáenz, alcalaína hasta la médula.
Travel and places 2 years
0
0
119
15:06
Santo Tomás de Aquino (Patrón de la Universidad de Alcalá) y Parador de Alcalá de Henares
Santo Tomás de Aquino (Patrón de la Universidad de Alcalá) y Parador de Alcalá de Henares
El santo dominico italiano Tomás de Aquino (1225-1274) fue uno de los intelectuales más trascendentales que ha dado la Iglesia Católica y alumbró la obra más profunda que se ha escrito en su seno, «La Suma Teológica», donde explicó todas sus enseñanzas basándose en las Sagradas Escrituras, la filosofía, la teología y la doctrina de los santos. Fueron tan concurridas sus clases mientras ejercía de profesor en la Universidad de Paris que a los 31 años se le concedió el doctorado excepcionalmente. Impartió clases en las universidades más prestigiosas de la Europa medieval. Se celebra su festividad cada 28 de enero, porque ese día de 1369 sus restos mortales fueron trasladados a Tolosa de Languedoc, mucho después de su fallecimiento ocurrido el 7 de marzo de 1274 yendo de camino al concilio de Lyon. Fue canonizado y declarado Doctor de la Iglesia, y el 4 de agosto de 1880, el Papa León XIII lo proclamó patrón de todas las universidades y escuelas católicas, aunque en la Universidad española no se establecieron los patronazgos -aún hoy vigentes- hasta 1943 en la Ley de Ordenación de la Universidad Española donde se dice: «La Universidad española se coloca bajo la advocación y patrocinio de Santo Tomás de Aquino, el día de cuya fiesta no será lectivo y se solemnizará con actos religiosos y académicos». En 1529 se creó el primer colegio de la universidad alcalaína bajo su advocación, el Colegio de la Orden de Predicadores. La Universidad de Alcalá, fiel seguidora de las tradiciones, celebró el pasado 27 de enero su tradicional acto académico con motivo de esta festividad en el Paraninfo del Colegio Mayor de San Ildefonso. Durante el cual se leyó una conferencia, se entregaron diplomas y premios, y el actual rector, José Vicente Saz, cerró el acto con un discurso que incluía la siguientes palabras: «…las universidades nos constituimos, como Santo Tomás, en defensoras de la universalidad y la importancia del conocimiento, que juega un papel cada vez más relevante en estos tiempos tan complejos, asediados por grandes problemas globales, para cuya resolución el conocimiento y la educación son elementos imprescindibles». En Alcalá, ciudad universitaria de vieja tradición, el nombre del santo está escrito con mayúsculas a la entrada del Parador de Turismo ya que éste se levantó en 2008 sobre los restos del Colegio-Convento de Dominicos de Santo Tomás de los Ángeles y de Aquino (1604), situado en la calle Colegios, así llamada por el elevado número de centros que acogía. Éste fue uno de los más importantes que tuvo la ciudad universitaria que ideó el cardenal Cisneros y donde estudió el teólogo, filósofo y físico Fray Domingo de Soto. El conjunto lo formaban una iglesia de una sola nave que perdió su cúpula, y cuya puerta da acceso a la cafetería del Parador, que muestra una hornacina con la imagen de Santo Tomás sobre ella; un claustro de dos plantas con arcos de piedra berroqueña; la antigua huerta y el jardín alrededor de los cuales se distribuyen el restaurante, la biblioteca, el spa (antigua sacristía) y las habitaciones originales a las que se accede mediante una escalera también original. Todo ello forma parte de una sección de las tres que ocupa este complejo junto a las de otros dos colegios adyacentes ya desaparecidos según consta en planos originales del s. XVI. Junto al anterior estaba el Colegio de Santiago de Alcalá, más conocido como Colegio de los Manriques o de los caballeros Manrique, fundado por García Manrique de Luna, capellán de honor de Carlos V y Felipe II, que lo erigió en 1550 para colegiales de su linaje preferentemente, y que se corresponde, aproximadamente, con la entrada y vestíbulo del Parador. Y en la última sección se situaba el Colegio de Mercedarios Calzados de Nuestra Señora de la Concepción (1518), separado de otro colegio colindante, el de San Basilio, por el callejón del Pozo, y en cuyo tramo se encuentra el llamado «jardín tallado», un damero de patios ornamentales que dan acceso a las nuevas habitaciones, 98 en total, las cuales no se ven desde el exterior ni rompen la unidad estética que marcan las tapias del antiguo colegio porque fueron construidas en el subsuelo, en una planta rodeadas de jardines y bien iluminadas. De los 30.000 m2 del recinto, 1.000 son salas de convenciones y cerca de 9.000 jardines. Su restauración recibió numerosos reconocimientos de diversas instituciones nacionales e internacionales. Volviendo a la historia de las construcciones originales, la invasión francesa, primero, y la Desamortización de 1836, después, vaciaron y devaluaron estos tres edificios que fueron reutilizados de la siguiente manera. En 1803 se había instalado la Academia del Cuerpo de Ingenieros Militares en el Colegio de los Basilios, actual Aula de Música, que se extendía hasta el Parador. En ella estaban acuartelados los 700 soldados que lo abandonaron y se unieron, en mayo de 1808 en plena invasión francesa, a la fuga del Regimiento Real de Zapadores y Minadores, que estaban en el Colegio Máximo de Jesuitas de la calle Libreros, con lo que -dicho sea de paso- la Academia de Ingenieros quedó disuelta «de facto». Tras el fin de la guerra Carlista, en 1840, el Colegio de Santo Tomás de Aquino se convirtió en un cuartel de Caballería con capacidad para 100-150 hombres y 231 caballos. Y en 1852 se transformó en cárcel de hombres llegando a albergar hasta 1.000 reclusos entre presos políticos del régimen franquista y presos comunes, algunos tan renombrados como el banquero Juan March o El Lute. El penal se cerró en 1990 tras sufrir un tremendo incendio. Veinte años después fue rehabilitado, convirtiéndose, por entonces, en el segundo Parador de Turismo más grande de España con 128 habitaciones. En su interior se combinan armónicamente cristal y acero, piedra y ladrillo en líneas rectas, usando la madera en las zonas donde se juntan los materiales. Los usos de las dependencias hoteleras se han superpuesto sobre los habitáculos originales, así algunas habitaciones son las antiguas celdas carcelarias y el edificio de los talleres penitenciarios acoge los salones de convenciones y congresos. El complejo se extiende a lo largo de la calle Santo Tomás de Aquino, donde se encontraba la entrada principal de la iglesia del colegio que en la actualidad ha quedado reducida a simple ventana. En esta calle también se encuentran varios edificios de interés. Frente al Parador, la fachada lateral de otro colegio-convento, el de los Agustinos Calzados de San Agustín el Real (1518) en el que se encuentra la antigua sede de los juzgados de Alcalá y un antiguo pabellón anexo a éstos. Aquí están desde que se restauró el colegio en 1989 los seis juzgados de Primera Instancia civiles. El teatro La Galera y el antiguo Penal de Mujeres, levantados sobre la iglesia y los restos del Convento de Carmelitas Descalzos de San Cirilo (1571) respectivamente, y la Casa de Acogida San Juan Pablo II que fue costeada por la Diócesis y los fieles complutenses, rehabilitando, en 2015, un edificio antiguo que en su día ocuparon las religiosas de San Vicente de Paúl, para acoger personas sin hogar y comedor social atendido por voluntarios. Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Verónica González (Podcaster y Podcast Tapeando Radio).
Travel and places 2 years
0
0
136
08:42
Semana Santa complutense, recuerdos.
Semana Santa complutense, recuerdos.
La Semana Santa alcalaína fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2019, antes ya era Fiesta de Interés Turístico Regional. Más de 100.000 asistentes, entre vecinos y visitantes presencian cada año las procesiones complutenses. Entre el Viernes de Dolores y el Domingo de Resurrección, 4.000 penitentes de 10 cofradías, la más antigua del s. XVI y la más joven del 2016 recorren las calles del casco histórico en 15 procesiones y un vía crucis. Las procesiones de la Semana Santa se celebran en Alcalá de Henares desde el siglo XVII. Temporalmente fueron suprimidas durante la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil, momentos en que desaparecieron la mayoría de las cofradías penitenciales y sus archivos. A finales del siglo XX hubo un resurgimiento notable, incrementándose el número de hermandades, de pasos procesionales, de cofrades y de visitantes atraídos por esta tradición religiosa, que en la Semana Santa complutense combina el fervor popular con la belleza artística, tanto de los templos o antiguos colegios de donde salen los pasos, todos edificios de gran interés histórico artístico como la Catedral Magistral, la Iglesia de Santa María, la ermita del Cristo de los Doctrinos, y diversos monasterios y conventos, como de los itinerarios procesionales que transitan por rincones del casco histórico ofreciendo imágenes de gran belleza plástica , o de las tallas de los pasos, algunas de gran valor artístico como la del Cristo Universitario de los Doctrinos del siglo XVI atribuida al escultor manierista Domingo Beltrán (1535-1590), que procesiona cada Jueves Santo y se conserva en su ermita o la de la Soledad Coronada, obra del imaginero Antonio Castillo Lastrucci (1878-1967), que procesiona el Viernes Santo. https://infoalcalaina.com/semana-santa-complutense-recuerdos/ Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Olalla García (Traductora, profesora de literatura y escritora alcalaína).
Travel and places 2 years
0
0
167
20:53
San Antón
San Antón
LAS FIESTAS DE SAN ANTÓN Las primeras fiestas populares que se celebran después de Reyes son las fiestas de San Antón. En Alcalá esta fiesta despierta gran expectación el domingo siguiente al 17 de enero -festividad del santo- cuando la calle Mayor es tomada por toda clase de animales que, acompañados de sus dueños, la recorren para recibir los panecillos del santo y las bendiciones que un sacerdote, después de la misa, reparte a las puertas del Hospital de Antezana, conocido como el “hospitalillo”. San Antonio Abad fue un anacoreta egipcio (251-356) y santo de larga tradición cristiana que, quedó huérfano en plena juventud y decidió poner en práctica las palabras de san Lucas (XVIII, 22): “Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes y sígueme…” lo que hizo en absoluta soledad y privaciones en medio del desierto donde murió a los 105 años. Sus reliquias llegaron a Constantinopla desde Alejandría doscientos años después de su muerte, y de allí fueron traídas por un caballero a la localidad francesa de Dauphiné. Custodiadas en el monasterio de Saint Antoine la Motte a donde un noble y su hijo, afectado de ergotismo (enfermedad producida por consumir pan de centeno contaminado con un hongo popularmente conocido como cornezuelo) peregrinaron en 1090. Tras su curación de tan terrible enfermedad que producía escalofríos en brazos y piernas y después sensación de quemazón hasta que se consumían las extremidades y acababan desprendiéndose del cuerpo, el noble creó la orden y el primer hospital, el cual tenía la paredes pintadas de rojo fuego, lo que contribuyó a que el ergotismo se conociera como el fuego de San Antonio, presente en la iconografía junto a otros atributos con que se suele representar al santo desde que gremios y cofradías empezaron a adoptar su imagen a partir del s. XIII. Los demás atributos eran el de la ancianidad, larga barba y báculo en forma de Tau, semejante a la cruz, o cosida a la túnica; un libro (biblia) que siempre leía; rosario ceñido a la cintura; un cerdo sumiso, símbolo del dominio del santo sobre la impureza que representaba este animal en la Edad Media; y la campanilla que llevaban estos animales que bajo la protección del santo se criaban en comunidad y servían para manutención de los hospitales y de la propia orden. En el año 1214 llegó a España la Orden de San Antonio Abad o Antoninos, para atender a los enfermos de ergotismo a los que dada la aparición en focos se les consideró contagiosos, aunque en 1146 ya funcionaba la primera casa para estos enfermos establecida en Castrogeriz (Burgos), reinando Alfonso VII de Castilla, donde sanaban los peregrinos europeos del Camino de Santiago afectados por esta dolencia. Su mejoría se debía a la sustitución en la dieta del pan de centeno -consumido masivamente en Centroeuropa- por el pan de trigo candeal que se producía aquí. Esta hermandad gozaba de privilegios reales como exención de tributar por recorrer los caminos del Reino pidiendo limosna para el sustento propio y de los hospitales. Allí donde llegaban se producía el mismo fenómeno, iban acompañados de cerdos y armaban gran alboroto tocando un tambor, cencerros y campanillas, mientras los limosneros recorrían calles y plazas pasando las bandejas petitorias (la demanda de San Antón). Los jóvenes recogían y amontonaban leña para alimentar las hogueras, se engalanaban caballos, mulos y asnos, y se elaboraban y bendecían dulces que se repartían para la “protección de las bestias”, y de ahí la entrega simbólica del panecillo bendecido. El costumbrismo y la tradición que arrastra la devoción hacia este santo es de una gran variedad cultural ya que se celebra por toda la geografía española y son numerosas sus particularidades locales. El patronazgo sobre los animales y las enfermedades de la piel, entre otros, han contribuido a que haya sido venerado en prácticamente todos los rincones del país desde la Edad Media, momento en que el santo adquiere fama como sanador de esta enfermedad. En Alcalá esta celebración es organizada por la Hermandad de San Antonio Abad desde los años 70, aunque la cofradía data de 1657, y fue suprimida en 1787, reinando Carlos III, a causa de las críticas de clérigos y seglares contra estas órdenes mendicantes y sus privilegios, aunque la Ilustración y el cambio de mentalidad que acompañó al s. XVIII también tuvo que ver. La desaparición de la orden no acabó con la advocación al santo ni con sus costumbres y ceremonias de veneración, ni con el culto que permanecieron latentes en multitud de tradiciones, posteriormente recuperadas. Las cofradías representaban un apoyo importante en la sociedad desde la Edad Media en materia de educación y cuidado de enfermos y, por supuesto, como aglutinador del fervor religioso en todo tipo de manifestaciones entre las que estaban fiestas patronales como ésta de san Antón. 54 cofradías convivían en la ciudad complutense en el s. XVIII, aunque pasaban de 25.000 en todo el país. Según el escritor complutense Fernando Sancho Huerta (1892-1976), que describe -en tono jocoso- algunos detalles de esta festividad en su obra Bagatelas, a principios del siglo pasado, la víspera del 17 de enero se celebraban unos fuegos artificiales primero en la Puerta de Madrid, y más tarde en la Plaza Mayor. La cofradía es descrita como una de “las más populares y rumbosas, la integraban honrados menestrales que se sucedían de padres a hijos, y a los cuáles se les exigía no solamente el amor y el culto al Santo Patrón, sino también un buen estómago y una decidida vocación por el cordero asado”. Los vecinos se solazaban con los fuegos artificiales, la romería y la rifa del cerdo. El paseo de Zulema era el sitio elegido para la fiesta campestre. Al parecer, si el día era soleado la gente abarrotaba la Puerta del Vado y el incesante hormigueo llegaba hasta el Gurugú, donde se decía que se vendían las morcillas, longanizas y lomos más baratos, y así era siempre que se pudiese evitar el pago de consumos en el fielato instalado en la puerta del Vado. Todos los romeros procuraban burlar al “guardapuertas” y por esa razón -dice con ironía el escritor- se celebraba esa “romería de San Antón en un sitio donde no había más ermita que la del señor Anselmo, fabricante de la más sabrosa morcilla que había comido en su vida”. La rifa del cerdo, otro acto tradicional de esta festividad, tiene su origen en el carácter benéfico que tenían los sorteos de estos animales que se criaban, como se ha dicho, en comunidad para manutención de la orden y sus hospitales. La presidían los cofrades y atraía a los curiosos. Cerca de la plaza de Abajo o de la Picota, situada en los Santos Niños, se colocaba un pequeño tabladillo, y en él un bombo pintado de verde en el que se encerraban las bolas, con forma de bellotas para estar en consonancia con el premio de la rifa, y en su interior un papelito con un número. Ante todos se daba vueltas al bombo y se pedía una mano inocente que extrajera una bola con el número de la suerte del agraciado con el cerdo de San Antón. También se prendían hogueras, no solo el día de la romería a las afueras de la Puerta del Vado, sino que los complutenses quemaban en su vecindario los enseres inútiles, maderas, sillas rotas, viejas esteras, y otros trastos almacenados en buhardillas y corrales o deshechos de los comerciantes como las cajas de sardinas. Según cuenta el escritor, “los munícipes terminaron por suspender estas fogatas callejeras a causa del arbolado y el pavimento flamante de algunas calles”, aunque deja ver que también se fue perdiendo esta costumbre conforme fue aumentando el valor de las cosas viejas. Este santo está presente en varios templos importantes de Alcalá, a parte del ya mencionado del Hospital de Antezana donde se encuentra la imagen de san Antón que para la celebración de esta festividad se saca al exterior y preside el desfile de los animales que son bendecidos por el sacerdote y reciben su correspondiente panecillo del santo, en la Catedral -Magistral uno de los quince relicarios que se custodian en la Cripta de los santos niños Justo y Pastor contiene una reliquia de San Antonio Abad. Se trata de una pieza de bronce dorado de 57 cm de altura con pie triangular y fanal troncopiramidal coronado con una cupulilla y una cruz que según diversos estudios está fechado en el primer cuarto del siglo XVII. Una pieza elegante y de gran calidad cuya fábrica sitúan algunos estudios en un obrador de la corte o de la propia Alcalá donde vivieron varias familias de plateros muy apreciados. La leyenda en el soporte de la reliquia dice: San Antonio Abad Ora Pro Nobis. El relicario procedía del Monasterio de San Bernardo, fundado por el arzobispo de Toledo D. Bernardo de Sandoval y Rojas que lo fue de 1599 a 1618. Muy proclive al culto de las reliquias, que también encargó numerosas piezas de plata y bronce para equipar el monasterio. También en el retablo fingido de la ermita de San Isidro Labrador, construida en 1650 y convertida en parroquia en 1967, hay una imagen de san Antón. La ermita perdió su retablo mayor durante la Guerra de la Independencia y éste fue sustituido en 1885 por una pintura mural que ocupa todo el testero y que fue pintado por el polifacético Manuel Laredo, que fue alcalde de Alcalá y autor del conocido Palacio de Laredo, fingiendo la continuación de la propia arquitectura del edificio en un ábside semicircular abovedado, bajo el que se ubica un templete circular. Tanto la figura el santo a la derecha del retablo como patrono de los animales domésticos, junto a la de santa Bárbara, protectora contra las tormentas, a la izquierda encajan perfectamente en una ermita construida por los labradores en mitad de una era en honor de un santo labrador. @complumiradas Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos. Más info en www.grupovillaotim.com
Travel and places 3 years
0
0
222
11:07
Borrasca Filomena (Parte II)
Borrasca Filomena (Parte II)
Con los mismos ojos y las mismas cámaras con las que habíamos inmortalizado la hermosura provocada por Filomena inmortalizamos los excesos de la bajada de temperaturas. El frío polar duró desde el día 11 hasta el 17 y las fotografías pasaron de documentar la nevada a documentar la catástrofe tras la helada. Cada mañana de esos días los complutenses impacientes nos levantábamos y mirábamos por la ventana como si fuera el “Día de la marmota”, comprobando desanimados que el hielo seguía ahí. Alcanzamos en Alcalá unas temperaturas que superaron a las que tienen en Moscú por estas fechas -entre -9º y -10ºC-. Inicialmente de madrugada llegaron hasta -14ºC, y en los días finales oscilaron entre los -9 º/0ºC de mínima siendo las máximas durante el día alrededor de los 5ºC . Tener una pala con que despejar tu calle, o liberar tu coche atrapado fue durante aquellos días como tener un tesoro. En los días siguientes se agotaron. La imagen de gente empuñando palas o cualquier utensilio para despejar calles y hacer pasillos para acceder a los comercios y viviendas acentuaba aún más ese panorama posbélico. Sin duda estábamos reconstruyendo, de nuevo, nuestras vidas cotidianas ya modificadas por la pandemia que seguía con elevados niveles de contagio tras las fiestas navideñas a pesar de las duras restricciones. Las vacunas acababan de empezar a inocularse a los más mayores, así que el virus seguía provocando gran mortalidad. Toda actividad estaba inmovilizada. Los centros escolares cerrados. Sin transporte público, intentar llegar al puesto de trabajo era una aventura arriesgada. Llegar caminando, para el que tuviera esa posibilidad, sin ayuda de crampones o bastones era muy peligroso. Se recomendó no salir de casa -otra vez- aunque entonces no hizo falta presionar mucho. Si no tenías equipamiento de montaña, salir a la calle era un deporte de riesgo y no estaban los servicios sanitarios como para acudir en auxilio en caso de caída. Además, los sanitarios seguían atendiendo a los contagiados que conseguían llegar hasta los centros, a los que por otro lado era difícil llegar. Muchos voluntarios se prestaron para llevar a enfermos de diálisis y a otros más delicados hasta ellos en sus 4×4, únicos vehículos que podían circular con seguridad. Protección Civil hizo la compra de primera necesidad a las personas mayores o con movilidad reducida que lo solicitaron. El ejército movilizó sus ambulancias y vehículos todoterreno para hacer traslados urgentes de personal y material al hospital y soldados de la BRIPAC ayudaron en la limpieza de calles. En definitiva, la solidaridad se desató para intentar recobrar la “nueva normalidad”. Pudimos constatar que son estas situaciones extraordinarias las que nos ponen los pies en la tierra. Nuestra cómoda y organizada vida se apoya en un entramado tan complejo que ante los acontecimientos imprevistos quiebran y quedamos desamparados a merced de nuestras propias capacidades y de la solidaridad de nuestros semejantes. Entre las imágenes apocalípticas también la belleza apareció como un rayo de esperanza en medio de la fatalidad. Los carámbanos -peligrosos si te colocas bajo ellos- fueron los más efímeros de todos los fenómenos hermosos que nos brindó la helada, brillando bajo los rayos del mismo sol que en breve acabaría con ellos. Los vimos salir de las bocas de las gárgolas del Palacio Arzobispal, colgando de las cornisas, de las ventanas, de las verjas, de los campanarios, de la vegetación. Un paseo por la ribera del Henares, fue como visitar el reino del hielo. La desembocadura del caz, junto a la Isla del Colegio estaba helada, justo donde habitualmente decenas de ánades acuden al reclamo de las sobras de pan que les ofrece la gente. Y la humedad ambiental dio lugar a la cencellada, es decir que al congelarse las minúsculas gotas de agua la vegetación se cubrió de plumas y agujas de hielo de formas cristalinas de gran belleza. También fue una gran alegría comprobar que, a pesar de la ventisca, algunos de los nidos de las cigüeñas complutenses seguían ocupados por sus inquilinas o merodeaban alrededor de ellos como si esperaran que el sol derritiera la nieve que los cubría. Cuando subieron las temperaturas y las vías fueron despejadas, la luminosidad desapareció y dio paso al gris. Durante varios días pudieron verse montoncitos oscuros en muchas calles complutenses. Eran los residuos que dejó la nieve caída descongelándose a su ritmo. Nieve sucia que adquiere ese color al mezclarse con el polvo acumulado en la superficie y pequeños desperdicios de la propia calle. Como por estas latitudes no tenemos costumbre de tener nieve en la puerta de casa un día tras otro, ignorábamos cómo terminaría el proceso. Sabíamos que un par de centímetros caídos al día siguiente ya no están, pero casi medio metro conservado por las bajas temperaturas es materia que dominan mejor en los países del centro y norte de Europa. Filomena nos dejó, además de frío, incomodidad y pérdidas económicas, una nevada histórica que nos mostró una Alcalá cuya belleza no habríamos visto de ningún otro modo. Cuando aquel 7 de enero felices imaginábamos que caería una cuarta de nieve, suficiente para pasar un buen rato en familia, lo que nos dejó fueron unas imágenes únicas. Además de gente practicando deportes de invierno por las calles, contemplé la “estepa rusa complutense” con el Ecce Homo y el Malvecino a su lado desde la finca de los García, calles del casco antiguo vacías azotadas por la ventisca, gente caminando por calles con nieve hasta los tobillos y quitando hielo a golpe de pico y pala, entre un sinfín de momentos irrepetibles. En definitiva, nos dio muchos disgustos, pero nos regaló un inolvidable fin de semana – el último antes de la vuelta al cole tras las vacaciones de Navidad- instalando una estación de esquí en cada barrio, y un álbum de fotos para la posteridad. @complumiradas Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos. Más info en www.grupovillaotim.com
Travel and places 3 years
0
0
99
06:21
Borrasca Filomena (Parte I)
Borrasca Filomena (Parte I)
FILOMENA EN LA CUNA DE CERVANTES HACE UN AÑO. A la sexta borrasca de gran impacto de la temporada 2020-21 le correspondía el nombre de Filomena, a su pesar, -perdón por el chiste fácil con el título de la obra de Gonzalo Torrente Ballester- lo digo porque parece que el nombre no gusta mucho para llamar a las recién nacidas como se ve en la estadística. La edad media de las más de 8.000 mujeres que llevan este nombre en España es de 72 años. El nombre se lo trajeron los Reyes Magos el 5 de enero, cuando la AEMET la bautizó, porque no parecía una borrasca cualquiera sino que traía temporal de viento, lluvias fuertes y nevadas copiosas en amplias zonas del interior peninsular. Y todos esos fenómenos sucedieron entre los días 6 y 10 de enero, menos la descomunal nevada que se cebó con el interior peninsular entre el 8 y el 9 produciendo en Madrid capital y zonas del centro y este 50 cm de espesor cuando se esperaban 20 cm. El domingo 10 Filomena se había ido y el cielo se despejó dando lugar a una ola de frío que duró desde el 11 hasta el 17, y cuyos registros de temperaturas también batieron marcas, pasando a ser tan históricos como la borrasca y su nombre. Pocas veces un nombre en trance de desaparecer queda inmortalizado de manera tan rotunda. No nevaba así en la región desde 1971, y hasta que llegó Filomena había que remontarse a 2009 para recordar una gran nevada en Alcalá. Publiqué en IG la primera fotografía del entorno del río Henares comenzando a blanquearse el 7 de enero. Mejor acogida habría recibido en plena época navideña y, además, nos habría dejado unas Navidades blancas como Dios manda, pero se retrasó un pelín y su virulencia se llevó por delante hasta los adornos navideños que apenas 24 h antes habían dejado de iluminar las calles, por última vez, la Navidad de 2020, la primera del Coronavirus -aunque eso aún no lo sabíamos-. En una publicación que compartí días después escribí: “Así empezó todo. Los más rezagados aún estábamos desenvolviendo regalos del Día de Reyes -el último coletazo de la Navidad 2020- y se anunciaba nieve. El 7 de enero por la tarde se presentó el sol, tímido, cuando ya habían caído los primeros copos por la mañana. Aunque lo intentó no le salió de las entrañas ese fuego rojo que a veces nos hipnotiza y dejó una luz de melocotón, suave y cálida, en el horizonte antes de apagarse para no volver a aparecer, radiante y frío, hasta el día 10. Felices, aquel día imaginábamos una cuarta de nieve, suficiente -pensamos- para pasar un buen rato con los niños el último fin de semana antes de la vuelta al cole, pero cayeron más. Y el resto de la historia que vivimos, y revivimos fotográficamente cada día con más nostalgia, ya la conocemos.” No estábamos preparados para que al amanecer del día 10 la nieve caída sin cesar durante dos días se perpetuara como si fueran las del Kilimanjaro, y continuaran ahí donde cayeron, agarradas a la piel de nuestras calzadas y entrada de nuestras casas, la carrocería de nuestros coches, las tuberías de suministro de agua, y de todo aquello que estuviera a la intemperie. Desolación fue el segundo sentimiento fuerte que nos produjo la histórica borrasca, el primero había sido de éxtasis al ver tanta belleza. Gracias a ella nos habíamos olvidado de las Navidades más tristes de nuestra existencia y de la dureza de los ocho meses que las precedieron: confinamientos, estados de alarma, restricciones, aislamiento y cifras de mortalidad desconocidas en la reciente historia de nuestro país. Estábamos aletargados por la incertidumbre y a las puertas de la tercera ola del Coronavirus cuando Filomena se presentó y nos regaló una pista de nieve en cada calle. Las nieves son buenas en el medio agrícola porque la tierra labrada se mantiene húmeda y esponjosa para que las cosechas crezcan bien, -lo dice el refrán, “año de nieves, año de bienes”- y también en las estaciones de montaña donde se practican los deportes de invierno, pero en el ámbito urbano las nevadas copiosas sólo son soportables el tiempo suficiente para capturar esas instantáneas de momentos para la eternidad, y para la diversión que proporciona tener abundante nieve en la puerta de casa. Con cuánta intensidad vivimos aquellos momentos, convencidos por experiencia, de que las condiciones atmosféricas que los habían provocado eran tan pasajeras como la belleza efímera que producían. Filomena nos trajo primero alegría e imágenes insólitas, gente esquiando por la calle Mayor, trineos, tablas, muñecos de nieve en cada esquina, monumentos y edificios históricos nevados, júbilo y alborozo. Una vez helada la nieve nos dejó la congelación forzosa de la vida cotidiana. Como ya he dicho, antes de que amaneciera el tercer día desde que empezara a nevar, el manto blanco se había transformado en una gigantesca masa de hielo ártico sobre la cual había que ser experto patinador para moverse. Las imágenes hermosas dieron paso a otras más dramáticas de resbalones, coches abandonados en mitad de la nada, puentes, túneles y carreteras cerrados, transportes paralizados, actividad económica inexistente, comercios y accesos a hospitales impracticables, etc. La amenaza del desabastecimiento -que ya habíamos vislumbrado durante el confinamiento- acechaba, y lo peor de todo, hubo tres víctimas mortales. Cuando el día 10 amaneció con un sol radiante los efectos de la nevada se hicieron más visibles. Si durante la tormenta del fin de semana las imágenes ya eran hermosas, bajo los rayos de sol eran sublimes, pero también más visibles sus devastadores efectos. Se puede utilizar la terminología de los incendios forestales para hablar de una de sus consecuencias, la destrucción del arbolado urbano de las calles y parques de Alcalá. Ver árboles de más de 120 especies, cuyo denominador común era pertenecer al grupo de especies resistentes al clima extremo, vencidos sobre la calzada y los vehículos aparcados fue de las cosas más impactantes. Cientos de árboles, pequeños como los de las calles Santiago, Libreros, Santa Úrsula o Colegios, y grandes, de más de cien años, como los del Parque O’Donnell o el Paseo de los Pinos, recién plantados, o silvestres como los de la ribera del río Henares, se habían quebrado o perdido parte de sus ramas por el peso de la nieve, adelantando una poda forzosa. La calle Santiago mostraba el aspecto de una calle centroeuropea tras una contienda, sembrada de coches y contenedores mezclados con ramas caídas, adornos navideños esparcidos entre la nieve y viandantes mirando cuidadosamente donde poner los pies. Los barrios periféricos no estaban mejor. Sigue en el próximo post! @complumiradas Texto e imagen creado por Complumiradas y leído por Claudia Guzmán de Desarrollales Jugando www.desarrollales.es
Travel and places 3 years
0
0
109
07:31
El belén de El Perfumista
El belén de El Perfumista
En el auge de la tradición belenística de Alcalá hay una persona muy entrañable y apreciada por los alcalaínos que tiene mucho que ver en el asunto y desde hace mucho tiempo. Me refiero a Luis Pérez Rey (1947), a quien por el nombre solo identificarán sus íntimos, pero si le llamo -con todos mis respetos- "el perfu" como hacían sus viejos amigos Ramón del Olmo (Hijo predilecto de Alcalá) o el escritor José Mª Pinilla, y menciono que tiene la tienda de belenes más antigua y conocida de Alcalá, y me atrevería a decir que de todo Madrid, teniendo en cuenta que emisoras de radio y televisión locales y nacionales la han visitado durante más de cincuenta años para interesarse por el magnífico Belén que monta en su escaparate, lo recordarán mejor. Y si añado que esa tienda se llama "El Perfumista", sin duda le reconocerán hasta las nuevas generaciones de aficionados al belenismo complutense que acuden a su tienda buscando a partes iguales tanto elementos para el Belén como los sabios consejos de Luis. Un viernes de este mes de diciembre por la tarde atendió con amabilidad mi interés por la historia de su tienda. Lo hizo sin descuidar a sus clientes, que no paraban de entrar, y a algunos de los cuales llamaba por su nombre de pila. Me contó que todo había comenzado con su padre, Florentino Pérez, que venía en tren desde Madrid con su maletín al hombro para vender perfumes en Alcalá, y al que a veces acompañaba cuando él tenía seis años. Fue su padre quien le introdujo en el negocio de la droguería y los perfumes, y también quien le inculcó el amor por los belenes, que le llevó a ganar un diploma de la Asociación de Belenistas de Madrid en 1951. Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos. Más info en www.grupovillaotim.com
Business and industry 3 years
0
0
145
09:01
Torre de San Justo (Catedral – Magistral)
Torre de San Justo (Catedral – Magistral)
La torre más emblemática y más alta construcción de todos los edificios que se dibujan sobre el casco histórico complutense es la de San Justo, un auténtico mirador situado en el águlo SO de la catedral. De estilo gótico tardío lleva aparejado el nombre del insigne arquitecto que la diseñó y comenzó su construcción en 1528, Rodrigo Gil de Hontañón (1500-1577), uno de los mejores arquitectos españoles del renacimiento, autor y colaborador en más de cincuenta obras religiosas: catedrales, iglesias y conventos, y una veintena de obras civiles, entre las que se encuentra la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso, la joya renacentista que guarda Alcalá ideada por el cardenal Cisneros en 1499. Fue el elemento final que culminó la interminable obra que supuso la construcción de la catedral. Aunque el templo se había finalizado en 1516, la torre no se remató hasta 1618, a manos de otro maestro, Nicolás Vergara “el Mozo”, casi cien años después, con un chapitel de influencia flamenca siguiendo la tradición herreriana. En los ochenta y siete años que transcurrieron desde que se demolió la vieja torre medieval (1531) hasta que se finalizó la que hoy vemos, fueron varias las manos que le dieron forma y que organizan en tres fases su construcción. La primera y la última en que participaron los dos arquitectos mencionados, y una intermedia a cargo del maestro Agustín de Argüello que también intervino en 1582. Un período tan largo de construcción explica la disparidad de estilos que hay entre el templo y la torre. Como campanario de la catedral hay que mencionar sus campanas que se distribuyen en los dos cuerpos superiores, a los que se accede mediante una escalera helicoidal de piedra, prodigio que no se apoya en eje alguno y que tiene un total de 165 peldaños de una sola pieza perfectamente encastrados. Su ascenso es amenizado por numerosos grafitis, algunos del s. XVI, y otras marcas que cubren los muros que la rodean, al parecer las hacían los canteros para señalar las piedras que habían transportado y cobrar por ellas. Al final de la escalera encontramos la primera sala de campanas, habiendo dejando antes otros dos espacios vacíos que en el futuro albergarán salas de exposiciones. Desde 1997 en este cuerpo hay ocho campanas de volteo que cuelgan en cada una de las troneras abiertas, dos en cada lado, y que llevan el nombre de Santa María (la más grande y pesada con más de 1.500 kg) y San Justo al norte, San Juan de la Cruz y San Ignacio de Loyola al este, Santa Teresa de Ávila y Santo Tomás de Villanueva al sur y San Pastor y San Diego al oeste, santos todos muy vinculados a la historia de Alcalá. Estas campanas repican un cuarto de hora y cinco minutos antes de cada misa, escuchándose por todo el casco histórico y alrededores. Aunque también lo hacen para celebrar otros eventos religiosos o de interés general como fue recordar el aniversario de los diez años desde que Alcalá fuera declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1998. Desde aquí y a través de otra escalera helicoidal de madera se accede a la segunda sala donde está el carillón de Ntra. Sra. del Rosario con quince campanas más pequeñas que pesan entre 27 y 56 kg, y que cada día a las 9:00, 12:00 y 18:00 horas interpretan los himnos de la Virgen de Fátima, de la Virgen del Val y de los Santos Niños respectivamente. Este cuerpo está adornado por una balaustrada de granito y rodeado por cuatro pináculos embolados que junto al chapitel le dan el toque herreriano. Hasta 1992 hubo sólo dos campanas en la torre y en su día tuvo hasta reloj. Tratándose de una torre las cifras importan. Su planta es cuadrada y tiene 12,5 m de lado; la altura máxima es de 62,5 m hasta la veleta; el chapitel cubierto de pizarra negra tiene 56 m y la cornisa más alta llega a los 40 m. Pero más allá de los datos técnicos son varios los relatos que alimentan su historia. Por ejemplo, su inapreciable inclinación. Para algunos se trata un fallo de cálculo de los arquitectos que la proyectaron y que al apreciarse en su largo periplo constructivo se optó por no rectificarlo al no suponer un peligro. Pero la más popular dice que quedó inclinada en 1689 cuando un terremoto, a pesar de no ser muy intenso, movió sus recios cimientos y derrumbó algunos muros que llegaron a causar heridos. Para otros, el seísmo que la inclinó fue el que sacudió a la Península Ibérica en 1755 y que arrasó la mayor parte de la ciudad de Lisboa. Las vistas desde lo alto son impresionantes y fue una atalaya perfecta a principios de la Guerra Civil cuando las fuerzas militares sublevadas en Alcalá se atrincheraron en la catedral y usaron la torre como puesto de observación y tiro. Durante el posterior incendio, provocado tras la recuperación del templo por las tropas leales al gobierno, ardieron dos ruedas de campanas cuyos soportes aún se conservan, aunque la peor parte se la llevó el templo. Tras su rehabilitación en 2011 el Obispado de Alcalá permitió las visitas turísticas que ofrecen una impresionante panorámica de la ciudad complutense y sus alrededores, imprescindible para tomar conciencia de la magnitud y riqueza monumental de la ciudad. He aquí una ínfima parte de lo que podemos observar. Por el lado oeste se ve el camino de Madrid con su puerta, y el lejano emplazamiento de la Complutum romana y al fondo la capital. Por el norte, el camino de Burgos, se ve hasta la sierra madrileña, más allá del recinto amurallado y el Palacio Arzobispal hacia donde nos conduce la mirada desde la plaza de los Santos Niños. Por el este, el camino de Guadalajara donde desemboca la calle Mayor y su prolongación en la calle Libreros, al fondo los cerros complutenses y el Ecce Homo. Por el sur, hacia Toledo, la antigua capital, donde se encontraba una de las siete puertas que tenía la muralla medieval, la del Vado, en ella estaban la Picota y el fielato de la ciudad y de fondo los bloques de viviendas que testimonian los desarrollos urbanísticos complutenses de los años setenta y ochenta junto al río Henares. Fue el mirador más alto de la ciudad hasta que en 2005 lo desbancó la moderna Torre Garena que mide 71,75 m. @Complumiradas Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos. Más info en www.grupovillaotim.com
Travel and places 3 years
0
0
141
06:40
Paradas obligadas en la Calle Mayor II
Paradas obligadas en la Calle Mayor II
LUGARES DE INTERÉS QUE HAY QUE VISITAR EN LA CALLE MAYOR Parte 2 Continuando por el lado derecho de la calle encontramos, hacia la mitad de ésta, el único tramo sin soportales desde su origen. Se trata de la fachada del Hospital de Antezana, o de Nuestra Señora de la Misericordia, para los alcalaínos "el hospitalillo" porque a su fundación contaba sólo con 12 camas que más de cinco siglos después se ampliaron a veintitrés, que prestaban asistencia a personas mayores necesitadas. Considerado el hospital más antiguo de Europa en uso ininterrumpido, fue fundado en 1483 por el matrimonio formado por Luis de Antezana e Isabel de Guzmán en su propia casa palacio tras morir sin descendencia y dejar parte de su fortuna para esta institución dedicada al cuidado de enfermos, pobres y viajeros, tutelada por la cofradía de caballeros de Antezana. En su amplia fachada se abrieron las puertas y ventanas del hospital, y a ella se añadieron por el este una casa y por el noroeste dos más, ampliándose hasta la calle de Santiago. Aquí sirvió como enfermero y cocinero de los pobres que estaban acogidos San Ignacio de Loyola (1526), de quien se conservan la cocina y habitación que ocupó. En el patio hay un pozo sobre el que se dice se subía a predicar y una capilla levantada en su memoria en la iglesia del hospital cuando fue canonizado en 1622. También trabajó aquí como "zurujano sangrador" el padre del autor del Quijote, Rodrigo de Cervantes, cuya casa familiar compartía un muro medianero con el hospital. De la construcción original gótico mudéjar sólo se conserva el gran alero que lo remata y que cubría un gran balcón corrido desaparecido en el s. XIX cuando se suprimieron algunos accesos y huecos y se cubrió la fachada de ladrillo y mampostería con varias capas de enfoscado y revoco, fingiendo el muro de cantería actual para darle un aspecto neoclásico. Descentrada respecto al eje de su puerta de acceso, hay una hornacina en medio de las dos plantas que guarda una talla en piedra de Nuestra Señora de la Misericordia que da nombre al hospital. Al parecer había una fuente a sus pies que el Ayuntamiento retiró en 1877 para evitar discusiones entre los vecinos que iban a por agua. Una placa en el interior del recinto recuerda su existencia. En frente, cruzando la calle está el adarve que da acceso al Corral de la Sinagoga.  A continuación del "hospitalillo" se encuentra el Museo Casa Natal de Cervantes. Aquí nació en 1547 Miguel de Cervantes Saavedra hijo de Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas. Y aquí vivió hasta 1551. Cuatro años tenía el autor de "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" (1605) cuando parte de la familia se trasladó a Valladolid en busca de una vida mejor. Si el autor del Quijote entrara hoy por la puerta de su casa natal ¿la reconocería? El exterior desde luego no, y la propia entrada tampoco ya que la original de la vivienda era bastante más modesta, sin jardín y estaba en el nº 2 de la calle de la Imagen, a la vuelta de la esquina. Una vez dentro quizás reconocería el patio y la escalera que lleva al primer piso que son los elementos que datan de la época en la que los Cervantes eran los propietarios del inmueble. En el patio también hay elementos que le serían familiares, balaustres de madera y el pozo con su brocal de piedra. Y finalmente, reconocería la cueva (despensa subterránea) y las pinturas murales con motivos renacentistas que aún decoran la pared de adobe del que fue aposento de trabajo de su padre. La rehabilitación de la finca original en 1956 la convirtió en el actual museo con dos novedades muy discutidas, el añadido jardín delantero y el nuevo acceso por el nº 48 de la calle Mayor. Es la única casa con jardín exterior de toda la vía, lo cual desvirtúa mucho el espíritu de una calle soportalada de origen medieval. En este espacio ajardinado había una simple pared de otra vivienda con entrada por la calle de la Imagen que se anexionó a la original para hacer el museo. Éste recrea una vivienda acomodada tradicional española de mediados del siglo XVI, llena de muebles y objetos de época que evocan un ambiente muy confortable que nos traslada a la vida cotidiana del Siglo de Oro, pero lejos del verdadero estatus social que padecían los Cervantes. También posee una gran colección de obras cervantinas, con piezas importantes como una primera edición de la primera parte del Quijote, editada en Lisboa en 1605. La entrada es gratuita y cuenta con una programación estable de exposiciones y otras actividades (teatro, talleres, actividades infantiles, etc.) que se pueden consultar aquí http://www.museocasanataldecervantes.org/ Toda visita al Museo Casa Natal de Cervantes termina necesariamente con el visitante inmortalizándose en su puerta entre las esculturas de bronce a tamaño real que el escultor madrileño Pedro Requejo (1964) hizo de don Quijote y Sancho Panza para celebrar el IV Centenario de la publicación del Quijote (1605-2005). Son las más fotografiadas de Alcalá junto a la de Cervantes en la plaza que lleva su nombre. En la esquina donde arrancan de nuevo los soportales, a la izquierda del museo, descansa sobre éstos una casa color albero conocida como "la Calzonera" porque se cree que su propietaria tenía un negocio donde vendía o remendaba los calzones de los estudiantes e incluso se especulaba con que los "llevaba bien puestos en su propia casa" (el calzón era una prenda masculina que cubría desde la cintura hasta la rodilla usado desde el s. XV). Hay varias placas en la fachada que la distinguen. Una de ellas dice: “Casa de la Calzonera”, propiedad de la familia de Cervantes Año 1997 CDL Aniv. Nacimiento de Cervantes. Esta casa fue en su día de Juan de Cervantes, tío del escritor que, por su ocupación y a juzgar por el tamaño de la casa, debió de gozar de mejor situación económica que la de su hermano, Rodrigo de Cervantes. Se afirma que probablemente en ella se quedaban el escritor y su familia en las frecuentes visitas que hacían a Alcalá cuando ya se habían marchado. Sobre la placa hay un escudo de la Universidad, que compró y restauró la casa para instalar la sede de su Fundación General. Antes de acabar y aunque no se encuentre en la calle Mayor, sino frente a la entrada original de la casa de Cervantes, en la calle de la Imagen, se puede aprovechar su cercanía para ver el exterior de la casa natal de otro alcalaíno ilustre, Manuel Azaña Díaz (1880-1940) presidente de la II República Española y gran admirador del escritor que vivó frente a su casa y murió antes de que Luis Astrana Marín demostrara documentalmente en "Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra", Madrid, 1948, que era la verdadera casa natal del autor del Quijote. Hasta aquí los sitios imprescindibles que hay que visitar en la calle Mayor. @complumiradas Texto e imagen creada por Complumiradas y leído por Alfonso Luque de VODEVIL CIRCUS.
Travel and places 3 years
0
0
120
08:44
Paradas obligadas en la Calle Mayor I
Paradas obligadas en la Calle Mayor I
LUGARES DE INTERÉS QUE HAY QUE VISITAR EN LA CALLE MAYOR (Parte I) La calle Mayor de Alcalá de Henares, como ya conté en la anterior publicación, tiene su origen en la aljama medieval. La historia la convirtió en la calle Mayor de la Ciudad de las Tres Culturas (s. XII), de la Ciudad del Saber de Cisneros (s. XIV) y de la ciudad del Siglo de Oro de Cervantes (s. XVI-XVII). Este historial tan sobresaliente generó un riquísimo patrimonio que en conjunto le valió su declaración como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1998. Geográficamente la calle Mayor une de este a oeste dos plazas muy importantes de Alcalá que ostentan nombres de peso en su historia, la plaza de Cervantes y la plaza de los Santos Niños respectivamente, y de norte a sur se comunica mediante calles que fueron callejones medievales con la calle de Santiago y con la de Escritorios, dos vías que discurren paralelas a ella. Es la calle soportalada a ambos lados más larga de España, con 396 metros, y segunda de Europa tras la de Bolonia. En los ocho metros de anchura que tiene hay espacio para todo, y bien engalanada ha sido y es escenario de festejos, desfiles, procesiones, cabalgatas, etc. Sus fotogénicos soportales, siempre ajetreados, son un lugar de encuentro al que acuden los alcalaínos para trabajar, hacer gestiones o comprar los días laborables, y encontrarse para pasear y disfrutar los días festivos. A su resguardo multitud de modernos escaparates quedan ocultos una vez al año con los puestos del mercado del Siglo de Oro. De los 343 pilares y columnas que los sustentan, hay que decir que no están todos los que fueron. En el Plan de Urbanismo de 1848 el Ayuntamiento acordó que debían eliminarse todos los soportales que estuvieran fuera de la plaza de Cervantes y la calle Mayor, lo que supuso la desaparición de los que había en los lados norte y oeste de la plaza de los Santos Niños, los de la calle de San Felipe Neri y los de la calle de San Juan, sólo se libró el de la plaza de Santa María la Rica, que produce extrañeza verlo tan aislado. Dos tipos de apoyos sujetan los soportales: los más antiguos que son columnas que proceden, la mayoría, de la cantera en que se convirtió la abandonada ciudad romana de Complutum y que sustituyeron a los pies derechos de madera que habían colocado los judíos que los construyeron. Y los pilares cuadrados de piedra que las sustituyeron en el s. XIX en una reforma que pretendía imprimir algo de modernidad a la vetusta calle Mayor. Quedaron algunas de las antiguas columnas que cumplían con la nueva normativa y son inconfundibles. Mayormente de orden toscano, aunque hay alguna con volutas corintias, e incluso con restos de pintura, que salieron a la luz en 1987 cuando se reformó la calle, con decoraciones vegetales en los capiteles, una vieja tradición complutense que acostumbraba a pintar y decorar las columnas de su calle principal por donde discurrían las procesiones religiosas, especialmente la del jueves de Corpus Christi. En esta calle nacieron, tuvieron casa o vivieron Santo Tomás de Villanueva, San Ignacio de Loyola, los Cervantes, y muy cerca de éstos Manuel Azaña. La lista de personajes ilustres, monarcas, profesores, médicos, santos, escritores, políticos, militares, y mucha plebe sin lustre es muy extensa. Gracias a su presencia confluyen en esta arteria varios edificios de gran interés. Empezando por el extremo que linda con la plaza de Cervantes. En el nº 1, a la izquierda, encontramos la casa donde vivió Tomás García Martínez o Tomás de Villanueva -de los Infantes- (1486-1555) donde había transcurrido la niñez y juventud del primero de los santos que saldrían de las aulas de la Universidad Cisneriana y de donde tomó su apellido al entrar en religión. El que sería llamado “arzobispo de los pobres” llegó a Alcalá en plena adolescencia (1501 o 1502) y como estudiante tuvo que residir por su cuenta en alojamientos particulares como pupilo o en casas de estudiantes, lugares que ya estaban surgiendo en la recién fundada ciudad universitaria. Fue en estos años en los que debió de habitar estas casas mientras estudiaba Gramática, Retórica y Dialéctica en el desaparecido convento de San Francisco en la plaza de San Diego y hasta que ingresó becado en el Colegio Mayor de San Ildefonso en 1508. Fue el primero que empezando como colegial llegó a ser catedrático de la institución. Esta casa fue demolida en 1859 y reconstruida en 1864. La lápida que recuerda en la fachada a Santo Tomás de Villanueva fue colocada en 1986 para celebrar el quinto centenario de su nacimiento. A continuación, a la derecha, otro recuerdo de la aljama complutense. A parte de los adarves y corrales mencionados en la anterior publicación, hay que visitar el Corral de la Compaña, de la Compañía o de la Campana que comunica la calle Mayor con la de Santiago y también tuvo salida a la calle de las Carnicerías, hoy de Cervantes. El nombre de Compaña, que según la RAE define como “conjunto de criados”, puede deberse a que en este corral vivieron los criados de las familias distinguidas que habitaban las casas señoriales de la calle Santiago levantadas desde el XVII al XIX. Es uno más de los treinta y tres que existieron en esta calle y actualmente es un lugar muy frecuentado por visitantes y alcalaínos por sus terrazas y locales de restauración. @complumiradas Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos. Más info en www.grupovillaotim.com
History and humanities 3 years
1
0
118
05:47
Un itinerario complutense para el mes de los difuntos: San Diego de Alcalá
Un itinerario complutense para el mes de los difuntos: San Diego de Alcalá
En la Catedral-Magistral encontramos un personaje muy venerado en Alcalá, santo de los cientos que alumbró “la ciudad de Dios” en que la convirtieron los más de sesenta colegios y conventos que se instalaron en “la ciudad del saber” fundada por el Cardenal Cisneros, se trata de San Diego de Alcalá salido del mismo convento de donde proceden más de cien santos franciscanos, el de Santa María de Jesús, desaparecido en el s. XIX. Protagonizó, antes y después de su muerte ocurrida en 1463 en el citado convento, numerosos milagros/hechos inexplicables. Su fama de milagrero y profetizar el lugar y la fecha de su propia muerte rodeó ésta de un aura de santidad acentuada por el hecho de que su cuerpo permaneciera incorrupto a pesar de que fue sepultado en tierra. Era el sábado 12 de noviembre de 1463, colocado su féretro en la capilla conventual comenzó a peregrinar la gente de Alcalá para besar sus pies y lograr quizá una reliquia. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio común del convento franciscano y exhumado de nuevo a los tres días. Se cuenta que ante la pena que sentían sus hermanos franciscanos al tercer día de su muerte uno de ellos comenzó a cavar en el lugar de su sepultura y llegando a golpear en la mano del santo se produjo un pequeño terremoto, a continuación, se desenterró por completo advirtiendo que estaba en perfecto estado y apto para la veneración de los fieles durante seis meses más. Lo que quedó de su cuerpo momificado se conserva en la actualidad en una de las capillas laterales de la Catedral-Magistral de Alcalá, donde es públicamente mostrado cada 13 de noviembre. Son los milagros que se le atribuyeron tras su muerte los que le hacen merecedor de un lugar en este itinerario ya que están relacionados con la incorrupción de su cuerpo. Los reyes españoles fueron grandes demandantes de sus milagros siendo Enrique IV de Castilla el primero que peregrinó a Alcalá buscando un remedio para su brazo paralizado. Obrado el milagro, volvió a repetirse otro con su hija enferma, la infanta doña Juana. También cardenales, nobles, cargos administrativos y el pueblo llano buscaron sus milagros, pero el que le valió la canonización fue el concedido a Felipe II en 1562, un siglo después de la muerte del santo. Cuando acudiendo a Alcalá a recibir lecciones el príncipe Carlos, don Juan de Austria y Alejandro Farnesio, hijo, hermano y sobrino respectivamente de Felipe II, entre juegos el príncipe cayó por una escalera del Palacio Arzobispal golpeándose la cabeza. Como los médicos no encontraban remedio, ordenó Felipe II que trajeran a la cámara del príncipe enfermo el cuerpo incorrupto de fray Diego y tras orar por el príncipe. A la mañana siguiente éste despertó mejorado y diciendo que se le había aparecido Fray Diego con una cruz verde en la mano. Agradecido, el rey mandó venerar sus restos en la misma urna de plata que hasta hoy los conserva en la citada capilla. En la Catedral, en el Museo Diocesano, se encuentra también el citado sepulcro del arzobispo alquimista Alonso Carrillo. @complumiradas Texto e imagen creado por Complumiradas y leído por Isabel Anaya de InfoAlcalaína.
History and humanities 3 years
0
0
96
03:16
Un itinerario complutense para el mes de los difuntos: Plaza del Herrezuelo
Un itinerario complutense para el mes de los difuntos: Plaza del Herrezuelo
En la plaza del Herrezuelo, (herrezuelo=hierro pequeño), antes Plazuela del Rejo, Horno del Rejo o Royo, vivió la conocida como bruja María Santos, viuda del carpintero Sebastián García que trabajaba en la carpintería de la calle de Santiago y que según declaró dijo tener licencia del Santo Oficio para quitar hechizos. Entonces la línea que separaba la superstición de lo que no lo era venía dada por el estatus de oficialidad. Su causa data de 1625, y es otra de las que se dieron en la audiencia de Alcalá por hechicería entre los s. XVI y XIX, aunque quedó inconclusa y no fue condenada. La existencia de las hechiceras se producía sobre todo en ámbitos urbanos, y en el caso de Alcalá está relacionado con la fundación de la Universidad y el aumento de población, masculina sobre todo, que hizo de la ciudad una de las poblaciones del interior peninsular con más habitantes de la época, llegando en 1.591 a 2.345 vecinos, que llegaban de todas las regiones en busca de las oportunidades que ofrecía la nueva ciudad universitaria. La vida de vecinos, profesores, estudiantes y criados estaba amenizada por alcahuetas, hechiceras, sortílegas, aojadoras, videntes, ligadoras (personajes algunos descritos en conocidas obras literarias del Siglo de Oro) que vivían principalmente de prometer amor con sus prácticas. Los hechizos más corrientes eran los amorosos, seguidos de la adivinación, sanación, visiones y provocación de odios. Las hechiceras alcalaínas eran famosas por “ofrecer a sus clientes sogas y habas para conciliar amores”. Esta actividad era promovida por el desamparo que sentían las mujeres en su búsqueda de seguridad económica al vivir supeditadas al hombre, y por la necesidad de tener influencia en la esfera pública que les era negada por el orden social establecido. @complumiradas Texto e imagen creado por Complumirdas y leído por Isabel Anaya de InfoAlcalaína.
History and humanities 3 years
0
0
144
01:55
More of InfoAlcalaína.com View more
Podcast garrapiñado de Alcalá y sus gentes
Podcast garrapiñado de Alcalá y sus gentes Concilyando Coworking e InfoAlcalaína.com se unen en este podcast "garrapiñado" sobre Alcalá de Henares y sus gentes. Iremos invitando a personajes vinculados a nuestra ciudad, expertos en historia, tradiciones locales, emprendedores, etc., etc. Este espacio está patrocinado por Concilyando Coworking (espacios de trabajo y salas de reuniones en La Garena) e InfoAlcalaína.com (Web con agenda cultural, negocios locales y Blog de Complumiradas). Muchas gracias por la ayuda técnica a Tapeando Radio!! Updated
You may also like View more
La Historia en Ruta
La Historia en Ruta Un podcast que es una road movie, aprende de historia viajando y oyendo España. David Botello y Esther Sánchez recorren los lugares más destacados y la historia de los itinerarios culturales europeos que hay en España. Suscríbete y descubre nuevas rutas. Updated
César Sar - El Turista
César Sar - El Turista César Sar es el director y creador de la serie de viajes EL TURISTA en Canal Viajar y otras plataformas. Apasionado de la vida y los viajes ha dado 3 vueltas al mundo y visitado más de 135 países. Si quieres viajar conmigo puedes escribirme a viajes@cesarsar.com y si quieres dejarme una nota de voz puedes hacerlo en el propio email o en mis redes sociales. Updated
PodCastizo, el podcast de Madrid
PodCastizo, el podcast de Madrid PodCastizo es el primer podcast dedicado a la ciudad de Madrid. Recórrela con nosotros en una tertulia desenfadada entre amigos en la que os iremos desvelando sus secretos... Si te gusta Madrid, este es tu podcast. No importa si eres madrileño, madridado o forastero: aquí todos somos gatos. Si no conoces Madrid, descúbrela con nosotros. Si no te interesa Madrid, dale una oportunidad al podcast, ya que tratamos una amplia variedad de temas. ¡Seguro que alguno te engancha!. Si sientes Madrid en tu corazón... ¡apóyanos! Le damos voz a cada rincón y cada persona, a cada actividad y a cada grupo; al pasado y al presente, a lo más grande y a lo más pequeño. La fuerza de una ciudad espontánea y vital. La nuestra. Somos el primer podcast en español dedicado a una ciudad, y de los primeros en cualquier idioma. No dejéis de seguirnos en las redes sociales y darle a me gusta en ivoox, dejarnos comentarios y ponernos estrellitas en iTunes y todas esas cosas, que nos hace ilusión, nos ayuda mucho y ¡no cuesta nada...! ¡Escucha PodCastizo, el podcast de Madrid! www.podcastizo.com Updated

Go to Travel and places