Pan de la Palabra Marzo 2016

La resurreccio?n del Sen?or Jesu?s es el fundamento de la fe de la iglesia, y por eso mismo es el nu?cleo central de su predicacio?n. todo creyente esta? llamado a experimentar la vida nueva que E?l nos ofrece, y ser su testigo en el mundo.

El discurso que sigue a la curacio?n del parali?tico en la puerta del templo, se presenta como precioso testimonio del poder liberador de Cristo resucitado. Es por su accio?n que se recobra la salud y se obtiene la salvacio?n.

La primera lectura narra la curacio?n del parali?tico en la puerta “Hermosa” del templo, por obra de Cristo resucitado a trave?s de Pedro y Juan. De esta manera queda claro que el testimonio del Resucitado no so?lo se debe dar con la palabra, sino tambie?n con obras y signos del poder amoroso de Dios.

La primera lectura reporta la u?ltima parte del discurso de Pedro el di?a de Pentecoste?s, donde insiste en que la resurreccio?n de Cristo fue la manifestacio?n del poder de Dios a trave?s del cual constituyo? Sen?or y Mesi?as a quien las autoridades, y en cierta manera todo el pueblo, habi?an crucificado.

Con la fuerza del Espi?ritu, los apo?stoles dan valiente testimonio de Jesucristo resucitado, como lo recuerda la primera lectura de hoy. El discurso de Pedro el di?a de Pentecoste?s hace una lectura de la historia sagrada, interpreta?ndola desde el misterio pascual de Cristo, que llevo? a cumplimiento y plenitud todas las promesas de salvacio?n contenidas en las Sagradas Escrituras y en la historia.

La solemne vigilia pascual es el culmen y meta de todas nuestras celebraciones de fe. Así lo ilustra la elocuencia de los símbolos que hoy intervienen en la liturgia: fuego, luz, cirio, agua, Palabra, etc.

Los cánticos del Siervo de Yahvé no sólo se adelantan a anunciar los tormentos y desprecios que el Mesías iba a soportar, sino que advierte también cuáles serán los beneficios redentores de su misión.

Los ca?nticos del Siervo de Yahve? no so?lo se adelantan a anun- ciar los tormentos y desprecios que el Mesi?as iba a soportar, sino que advierte tambie?n cua?les sera?n los beneficios redentores de su misio?n

La Pascua, celebrada por el pueblo de Israel en la víspera de su liberación de la esclavitud, marca el sentido de esta fiesta como paso de Dios que trae muerte a los opresores y da vida, libertad y salvación a su pueblo.

La descripción de la misión del Mesías por parte de Isaías insiste en el tema de la comunicación. En efecto, el Salvador prometido vendrá con un mensaje de esperanza, de consolación y salvación para los afligidos; pero también sabrá escuchar, no sólo la voz de Dios que guía su vida y su misión, sino también la voz de sus semejantes.

En sus ca?nticos del Siervo del Sen?or, Isai?as describe los aspectos fundamentales de la misio?n del Mesi?as prometido: elegido desde el seno materno para servir al proyecto salvi?fico de Dios en el mundo, se constituye en luz para todas las naciones, de modo que siguie?ndolo a E?l, todos puedan encontrar la vida y la salvacio?n.

El profeta Isai?as preanuncia algunas de las caracteri?sticas ma?s importantes de la misio?n que el Mesi?as tendra? que cumplir: ungido por el Espi?ritu de Dios tendra? que proclamar e instaurar la justicia y la paz en el mundo entero.

Despue?s de la intensa preparacio?n a lo largo de la Cuaresma, vamos llegando a la meta de nuestra peregrinacio?n. Con este domingo nuestra fe proclama a Cristo como Rey y Pastor que llega a salvarnos.

La promesa que dirige Dios al rey David acerca de un descendiente suyo que consolidara? y hara? perdurable su reinado, se cumple con creces a trave?s de Jose?, de cuya estirpe, segu?n lo humano, nacera? el Mesi?as.

La primera lectura nos presenta la persona de Jeremi?as como prefiguracio?n del Mesi?as; pero esta vez la insistencia no recae tanto en los sufrimientos y persecuciones que tuvo que soportar el profeta, sino ma?s bien en la confianza que deposita en su Dios, para encontrar seguridad y defensa.

La alianza establecida por Dios con Abraha?n, en muchos aspectos, prefigura la nueva y definitiva Alianza sellada por Cristo en su misterio pascual.

El relato edificante que nos ofrece el libro de Daniel, aunque se quiere idealmente ubicar en la e?poca del exilio en Babilonia, en realidad fue escrito probablemente en e?poca posterior, a mediados del siglo II a.C., cuando el rey sele?ucida Anti?oco IV Epi?fanes queri?a imponer las costumbres, cultos y tradiciones de los griegos al pueblo judi?o.

La rebelión y murmuración del pueblo de Israel en el desierto, ilustra muy bien lo frágil que es nuestra voluntad, lo rápido que caemos ante las primeras dificultades, pero, sobre todo, lo infinito de la misericordia de Dios, que no obstante ser despreciado y ofendido, se muestra dispuesto a perdonar la rebeldía del pueblo.

El detallado y edificante relato que se proclama hoy en el libro de Daniel, se acostumbra a llamar el de la casta Susana; sin embargo, el tema de fondo ma?s que la castidad es el de la justicia. Incluso el nombre mismo de Daniel significa “justicia de Dios, o Dios es mi juez”.

La liturgia de este quinto domingo de cuaresma anima nuestros procesos de conversio?n al recordarnos la infinita misericordia de Dios, que en lugar de castigar y condenar, quiere restaurar y devolver la vida.