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Aquí encontrarás los mejores consejos y claves para afrontar mejor diferentes situaciones y problemas de salud, contados de forma clara y directa, en un formato que va contigo a cualquier parte.

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Saludable-mente [9] ¿Cómo ayudar a alguien con depresión?
Saludable-mente [9] ¿Cómo ayudar a alguien con depresión?
Bienvenidos una vez más a nuestra cita mensual con la salud psicológica de la mano de nuestro podcast Saludablemente. Desde Información Sin Fronteras este mes respondemos a una pregunta que es posible que te hayas hecho alguna vez: ¿cómo puedo ayudar yo a esa persona cercana, quizá un amigo o un familiar, que atraviesa una depresión? Profundicemos en ello. El término de depresión alude a una disminución de funciones, a una reducción de actividad, a un enlentecimiento biológico y a una baja actividad psicológica y social. Es un problema real, aunque no pueda verse físicamente en el laboratorio. Es, de hecho, un problema biológico, psicológico y social. Se trata de un trastorno mental o del comportamiento, en lugar de propiamente una enfermedad mental, pese a lo que muchos piensan. Y más concretamente se trata de un “constructo” teórico o, lo que es lo mismo: una construcción mental. Pertenece a la categoría de trastorno porque cuando se padece, está encuadra dentro de un marco temporal y afecta a las áreas de vida tan básicas como el aseo, la alimentación, el sueño, el desempeño laboral, la vida social o de ocio, etc. Su sintomatología puede ir desde la tristeza aguda a los sentimientos de culpabilidad, la dificultad para conciliar el sueño, la pérdida o el aumento de peso, la lentitud de movimientos, la sensación de fatiga… Pero también esconde, con frecuencia, una gran pérdida de interés hacia las cosas y de disfrute de las cosas. Asimismo, conlleva que la persona que la padece termine aislándose de su círculo de amigos habituales y, en la mayoría de los casos, aparece la idea de la muerte como mecanismo de solución hacia todo. Esto puede llevar ideas suicidas con o sin la verbalización de una intención de querer morir. Existen multitud de teorías y modelos explicativos para poder comprender por qué ocurre. Estas pueden ir desde teorías biológicas (donde las hormonas o el déficit de neurotransmisores serían los que ayudaran a entenderlo) hasta teorías sociales (según el apoyo social o las relaciones interpersonales que se tienen, entre otros) y unas amplísimas teorías psicológicas. Según estas últimas los constructos mentales y el comportamiento pueden interferir significativamente en la aparición de la depresión. Por desgracia se trata de un trastorno muy incapacitante, que afecta mayoritariamente a las mujeres y sobre el que todavía existe un enorme tabú. De ahí que sea primordial que el entorno sepa ayudar y apoyar a quien la padece. Así que, ¿qué puedes hacer tú para ayudar a esa persona de tu entorno que padece depresión? Si eres familiar o conocido de una persona que padece este trastorno, aquí van unos consejos que pueden ayudarte: o Debes tratar de saber cómo está la persona a través de los síntomas que comenta. o Si desconoces en qué consiste la depresión, hazle todas las preguntas acerca del trastorno que necesites (en qué consiste, por qué se origina...). o Sé paciente y comprensivo al escucharle. Trata de no banalizar sus quejas. ¿A que no pedirías a alguien con fiebre que dejara de tenerla? o Hazle saber que estás ahí con cariño y sin provocar un sentimiento mayor de inutilidad en la persona (hay que evitar por todos los medios el “trae que yo me encargo, que tú no puedes”). o Mantente abierto a las propuestas que haga la persona. Si solamente quiere compañía en el sofá, estate con él o ella. No lo desacredites, aunque sí puedes sugerirle alguna que otra actividad. o Valora y felicita sus progresos, por pequeñísimos que sean. o Aliéntale a que continúe como lo viene haciendo hasta ahora con su tratamiento psicológico y farmacológico. Recuérdale que, con el tiempo, pasará la depresión. o Si la persona afectada tiene hijos menores, explícales, según su nivel de edad, lo que le ocurre a la persona afectada, ayudando a normalizar la situación. o Si presenta ideas suicidas, trata de no asustarte y ayúdale/la a que las exprese. Contrariamente a lo que se piensa, por hablar no se “alimentan” las ideas. Al contrario, verbalizarlo muchas veces resulta de gran alivio y ayuda a limitar el riesgo. En caso de que consideres que puede haber un riesgo inminente, no te alarmes pero tampoco le dejes solo. Retira cualquier objeto peligroso y avisa a los servicios sanitarios cuanto antes. o Si comienzas a detectar mejoría, anímale a que retome el ritmo a su vida cotidiana pero sin presionarle para que acuda a todos los eventos familiares o de amistades. Tiempo al tiempo. o Por supuesto, no debes olvidarte de tu autocuidado. Permanecer al lado de una persona con depresión produce cierto desgaste, así que trata de apoyarte en otras personas de tu entorno y no cargar con todo. Si después de todo necesitas ayuda, no dudes en pedir ayuda profesional.
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Saludable-mente [8] Conoce qué es realmente la autoestima y como cuidarla
Saludable-mente [8] Conoce qué es realmente la autoestima y como cuidarla
Bienvenidos a una nueva entrega de Saludable-mente. Hoy queremos explicaros qué es realmente la autoestima y qué se debe hacer para cuidarla y que esté siempre en sus niveles más óptimos. Tal vez estés pasando por un mal momento, y es posible que tu autoestima se haya visto alterada. Si escuchas este podcast, tendrás más herramientas para gestionarla. Para entender qué es la autoestima, se debe comenzar comprendiendo qué es el autoconcepto. El autoconcepto es el propio sentido de identidad, es decir, lo que piensa una persona de sí misma como individuo. A su vez, lo que piensa una persona como individuo, lo compone el ideal de sí mismo, es decir, sería lo que le gustaría ser. El autoconcepto implica por tanto, la percepción. El autoconcepto está formado por las siguientes áreas: Social (soy la…). Académica/laboral (soy profesora, soy estudiante de…). Familiar (soy hijo de, soy sobrina de…). Corporal (soy alto, soy moreno, tengo la boca grande…). Global (soy ciudadano). Por su parte, Mc Kay y Fanning describieron 8 áreas para comprender el autoconcepto: Aspecto físico. Cómo se relaciona con los demás. Personalidad. Cómo le ven los demás. Rendimiento en estudios o trabajo. Ejecución de las tareas cotidianas. Funcionamiento mental. Sexualidad. Entonces, ¿qué es la autoestima? La autoestima está formada por la relación entre el autoconcepto y el ideal que se quiere conseguir. Si el autoconcepto se adecúa al ideal, habrá más autoestima. Por el contrario si se ajusta menos, la autoestima será menor. Cuantas más áreas se encuentren afectadas, menos autoestima se tendrá. A diferencia del autoconcepto, la autoestima indica valoración. Por otra parte, se concibe como la suma de un conjunto de juicios acerca del propio valor y competencia en diferentes dominios. A consecuencia de los problemas y maneras de enfocar la vida y de las vivencias experimentadas durante la infancia, la autoestima es un proceso en el que los acontecimientos diarios tienen una gran influencia. En ocasiones, la baja autoestima es considerada como precursora de trastornos psicológicos. Es por ello, que la autoestima se puede trabajar a diario con todos nuestros actos, pero siempre ayudarán una serie de hábitos, como realizar ejercicio moderado, mantener una alimentación adecuada, poseer una rutina de sueño correcta o practicar distintos métodos de relajación. Pero además hay algo muy importante, es necesario controlar los mensajes que generamos en nuestra mente. Estos pueden ser excesivamente adversos, y es posible que si ponemos el foco en todo lo negativo que nos ha sucedido impidan que pensemos con claridad. Además, a largo plazo, influyen en nuestro autoconcepto y por lo tanto, en la autoestima de cada uno. Así que si estos pensamientos surgen, tenemos que cuestionar y rebatir sus mensajes negativos, y sustituirlos por otros más adaptativos. Ahora, ya sabes lo que tienes que hacer para mejorar tu autoestima. Una vez más, esperamos haberte sido de ayuda. Hasta la próxima entrega.
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Saludable-mente [7] Todo lo que necesitas saber sobre el síndrome premenstrual
Saludable-mente [7] Todo lo que necesitas saber sobre el síndrome premenstrual
Bienvenidos a la séptima entrega de Saludable-mente. Hoy queremos contaros todos los detalles de un trastorno muy frecuente entre las mujeres: el síndrome premenstrual. Si alguna vez lo has padecido o lo sufres con frecuencia, escucha con atención estos consejos. Seguro que te ayudarán a controlar mejor esta circunstancia. El síndrome premenstrual es uno de los trastornos de la menstruación de mayor relevancia, dada la elevada incidencia en la población femenina y la gravedad que pueden alcanzar sus síntomas. De hecho, afecta a entre el 25% y el 97% de mujeres estudiadas. ¿Qué causas lo provocan? Las causas que provocan el síndrome premenstrual no están claras y por ello es motivo de estudio hoy en día. No obstante, hay algunas que se pueden señalar y que pueden estar detrás de su origen. Son las siguientes: Déficit en el nivel de progesterona. Carencia del grupo de vitaminas B. Corticoesteroides. El estrés. Una nutrición descuidada. Fluctuaciones en el nivel de melatonina e hipoglucemia. Alteraciones y negación del rol femenino o sentimientos de pérdida. ¿Qué síntomas lo caracterizan? Se han encontrado más de 150 síntomas diferentes relacionados con el síndrome premenstrual. Además, estos difieren de una mujer a otra e incluso, en una misma mujer, este trastorno se puede llegar a presentar con distinta intensidad y duración. Los síntomas más importantes son: inflamación del abdomen, dolencias en las mamas, y alteraciones conductuales y emocionales. También son comunes síntomas como: tensión muscular, dolor de espalda, de cabeza, cansancio, problemas de memoria, insomnio, sudores, mareos, náuseas, ansiedad, irritabilidad o cambios en el estado de humor, entre otros. Estos síntomas pueden aparecer en los días previos a la menstruación e incluso hasta 10 días antes. Además, alcanzan su máxima intensidad entre las 48 y 24 horas anteriores al periodo. Sin embargo, estos desaparecen cuando se produce la menstruación. ¿Cómo sobrellevar el síndrome premenstrual? Para poder gestionar el malestar derivado del síndrome premenstrual conviene adoptar una serie de medidas: Realizar ejercicio moderado. Controlar la ingesta de alimentos ricos en sal y procesados. Mantener una rutina de sueño adecuada. Practicar distintos métodos de relajación. Controlar los mensajes que generamos en nuestra mente, pues pueden ser especialmente dramáticos y catastrofistas durante estos días. Así pues, conviene que ante la presencia de ellos, los cuestiones y rebatas, para sustituirlos por otros más adaptativos. Sin olvidar todo lo que te hemos comentado, recuerda que este es un síndrome que solo dura un tiempo limitado. No es eterno. Y ahora, tras habernos escuchado, seguro que lo llevas mejor. Muchas gracias por vuestra atención una vez más. Hasta la próxima entrega.
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Saludable-mente [6] El exceso de control lleva al descontrol: ¿cómo lo puedes evitar?
Saludable-mente [6] El exceso de control lleva al descontrol: ¿cómo lo puedes evitar?
Bienvenidos a una nueva edición de Saluda-blemente. Hoy vamos a abordar un problema bastante común al que a lo mejor te has enfrentado en alguna ocasión: el exceso de control. Controlar las cosas es algo propio del ser humano para poder adaptarse al medio. Sin embargo, llevar el control al extremo implica un exceso de control y, por lo tanto, puede ocurrir lo contario y, al final, todo se descontrola. Aunque es habitual tener miedo o recelo al descontrol, los intentos por querer controlarlo todo, implican precisamente un descontrol total. ¿Qué implica el descontrol? El descontrol implica grandes dificultades para manejar el malestar que experimentemos (ansiedad, rabia...). Sin embargo, también afecta al rendimiento laboral o a las actividades básicas de la vida diaria como la calidad del sueño. ¿Cómo se puede solucionar? El proceso de dejar de lado el exceso de control es algo lento y complejo. Requiere paciencia, pues es probable que venga marcado como una forma muy habitual de comportarse y de enfrentarse a los acontecimientos. Para aprender a "soltar las riendas", es decir, dejar de lado el exceso de control pueden ayudarnos estas actitudes: · Reconocer nuestras emociones y aceptarlas. Ni ocultarlas, ni bloquearlas. Están ahí para darnos información de lo que ocurre a nuestro alrededor o de lo que nos ocurre a nosotros mismos. · Dejar de lado el enfrentarnos a las cosas con la idea de “todo” o “nada". Se puede llegar a términos medios. · Tratar de cambiar rutinas y probar nuevas actividades. Así nos expondremos a algo que no está controlado y comprobaremos que no hay consecuencias negativas por no controlar excesivamente todo. · Intentar ser espontáneos, más creativos y huir de las repeticiones. · Diferenciar las cosas que impliquen un deber o un placer. Aquello que se realiza por placer, si se convierte en deber, acabará siendo algo difícil de manejar porque de no hacerlo, emergerán sentimientos de culpabilidad. De vez en cuando, realizar algo por placer puede ser realmente gratificante, y de nuevo nos enseñará las bondades de evitar el exceso de control. · Controlar las normas internas que nos creamos, tales como: "Tengo que hacer..." o "Debería hacer esto...". Esto es así, porque su presencia nos empuja irremediablemente a cumplir con ellas, y de no conseguirlo, generan excesiva frustración, desánimo y pérdida de motivación. ¿Qué tal si pruebas a preguntarte: “¿Dónde pone que tengo que hacerlo yo?" Y si la respuesta es negativa, entonces querrá decir que tú mismo te estás generando una presión innecesaria. · Por último, hay que evitar juzgar constantemente lo que es malo o bueno, y dejar de etiquetar todo. Esperamos que estos consejos te hayan ayudado y que a partir de ahora no seas tan controlador o, por lo menos que lo intentes, te relajes y disfrutes un poco más de la vida. ¡¡Nos volvemos a escuchar en la próxima entrega!!
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Saludable-mente [5] Tolerancia a la frustración, un aprendizaje que comienza en la infancia y nunca se acaba
Saludable-mente [5] Tolerancia a la frustración, un aprendizaje que comienza en la infancia y nunca se acaba
Bienvenidos una vez más a este nuevo podcast de Saludablemente. Hoy te vamos a hablar de “La tolerancia a la frustración, un aprendizaje que comienza en la infancia y nunca se acaba.” ¿Qué es la frustración? Se trata de un sentimiento de impotencia, una respuesta emocional que emerge cuando ciertos deseos y expectativas no pueden ser cumplidos. La persona que la padece suele reaccionar a nivel emocional con expresiones de ira, de ansiedad o tristeza. La frustración es una de las reacciones humanas más comunes que, si no se aprende a manejar y eventualmente a superar, acarrea como consecuencia un sentimiento estable de decepción. Frustrarse es un estado de incertidumbre que no nos define como personas. Ahora bien, atravesar por una situación frustrante no significa fracaso alguno. Sin embargo, no poder resolver los sentimientos de frustración puede llegar a provocar desmotivación y abandono de todas las metas y proyectos en cualquier plano de nuestra vida. A las personas que reaccionan manifestando frustración se les atribuye una característica funcional llamada baja tolerancia a la frustración. Parece que este estilo es más prevalente en la sociedad actual occidental, donde la mayor parte de los fenómenos que la componen se basan en la inmediatez y la incapacidad de espera. Los individuos que presentan este modo interpretan como insoportable el deber lidiar con emociones más desagradables como el enfado o la tristeza y les conduce, por otra parte, a elaborar una serie de expectativas previas alejadas de lo racional, desmesuradas y extremamente exigentes. El hecho de no tolerar la frustración se debe a varios motivos: · Poseer un razonamiento rígido e inflexible. · Tener escasa capacidad de adaptación a los cambios no programados. · A que la persona tenga una percepción distorsionada de las situaciones que vive, ya que sólo ve el aspecto negativo de las cosas, o a que la persona posea una tendencia a querer controlar cada evento de su vida. · También, a la incapacidad de soportar el malestar. Hay una serie de consejos para ayudar a tolerar la frustración: Primero, es importante aprender a tolerar la frustración porque de manera controlada puede permitir que se afronten las dificultades que se presentan en el día a día. La frustración no puede ser eliminada por completo, pero sí que es posible aprender a controlarla, siendo conscientes del tipo de sentimientos y emociones que esta genera en nosotros y después analizarlos. Por ello, resulta necesario aprender a asimilar el hecho de que los deseos no son necesidades que requieren una resolución inmediata. Al mismo tiempo, es importante reconocer que la perfección no existe y que ser absurdamente exigente con uno mismo precipita la frustración, pues paraliza la productividad y capacidad de ser creativo. Se deben controlar los impulsos negativos que son perjudiciales para las metas y la estabilidad emocional. Y así recordar las consecuencias negativas que los impulsos causaron en situaciones pasadas y que nos permite aprender a no tomar decisiones precipitadas como resultado de la frustración. En definitiva, la tolerancia a la frustración es una virtud que necesita desarrollo y mucha paciencia. Desarrollar una tolerancia a la frustración envuelve un proceso de aprendizaje que se inicia desde la infancia y nunca se acaba. Muchas gracias por escucharnos una vez más. ¡Hasta la próxima entrega!
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Saludable-mente [4] Técnicas de relajación: una ayuda para controlar la ansiedad
Saludable-mente [4] Técnicas de relajación: una ayuda para controlar la ansiedad
Bienvenidos a esta nueva entrega de Saludablemente. En esta ocasión vamos a abordar las técnicas de relajación y, si quieres, también podrás relajarte unos minutos. Si me acompañas lo comprobarás. Las técnicas de relajación son aquellos procedimientos cuyo objetivo es enseñar a las personas a controlar sus propios niveles de activación, es decir, el nivel de ansiedad que percibimos. Tienen gran validación científica como métodos para controlar los niveles de activación. Existen numerosas técnicas de relajación: relajación progresiva, respiración abdominal, relajación muscular de Jacobson, entrenamiento autógeno, yoga, meditación, hipnosis... ¿Para qué sirve la relajación? Nos ayuda a estar más tranquilos y serenos para enfrentarnos al problema. También a mejorar la percepción de autocontrol y autoeficacia de nosotros mismos. La relajación puede ser útil como respuesta incompatible a situaciones angustiosas, temores... A nivel terapéutico, permite a la persona ampliar las estrategias de afrontamiento hacia determinadas situaciones. Incluso, puede inducir al sueño. ¿Cómo la podemos practicar? Primero, es conveniente escoger un lugar tranquilo. Donde estés cómodo y no haya interrupciones. Su práctica requiere tiempo, por lo que conviene hacerla sin prisas. Se puede hacer sentado, tumbado o de pie. Si la practicas de forma continuada, te permite alcanzar un dominio de ella. Cada vez que la lleves a cabo, es conveniente adoptar una actitud de abandono activo, dejándote llevar y no resistiéndote a las sensaciones corporales que pudiesen aparecer. Si surgen pensamientos, es mejor adoptar una postura de indiferencia hacia ellos. Ni luches contra ellos ni te alarmes porque aparezcan, simplemente, continúa. ¿Qué beneficios aporta? Los beneficios de practicar la relajación son numerosos a nivel fisiológico: disminución de la frecuencia respiratoria, mejora de la oxigenación en el cuerpo, disminución de la presión arterial... Y a nivel cognitivo: mejora de la concentración, aumento de la motivación... ¿Quieres empezar ahora? Te proponemos un ejercicio. Primero, busca ese lugar tranquilo y adopta la postura más cómoda para ti. ¿Ya está? Te cuento antes en qué va a consistir. Se trata de un ejercicio de respiración que repetiremos tres veces. Solo necesitarás un par de minutos. En primer lugar, vas a tener que colocar las manos en tu abdomen. Al coger el aire, debes imaginar que tienes un globo en la tripa que se hincha. Al soltar el aire, hazlo como si tuvieras una vela encendida delante de ti y quisieras que se moviera sin que se apague. Ahora practiquemos. Sigue con las manos en el abdomen. Cierra los ojos… Coge aire lentamente por la nariz. Imagina ese globo en la tripa. Hínchala lentamente… Ahora, comienza a soltar el aire por la boca. Recuerda, tienes una vela delante de ti. Tienes que conseguir que se mueva, pero no la apagues… Abre lentamente los ojos… ¿Te has relajado? Espero que sí… Ahora puedes practicar este ejercicio siempre que quieras. No dudes en consultar a un profesional si tienes alguna duda. Gracias por habernos escuchado. Esperamos haberte sido de ayuda.
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Saludable-mente [3] Estrés: una herramienta muy útil… que hay que saber controlar
Saludable-mente [3] Estrés: una herramienta muy útil… que hay que saber controlar
El estrés es una respuesta natural del organismo. Aparece cuando nos vemos sometidos a un desequilibrio entre las demandas del entorno y los recursos de los que disponemos para hacer frente el día a día. Esto perjudica la capacidad con la que nos enfrentamos a los diversos eventos, provocando una cadena de dificultades que impiden actuar y responder de forma correcta. Por ejemplo cuando queremos hacer todo a la vez: ir al gimnasio, buscar a los niños o estar con nuestra pareja, pero al mismo tiempo tenemos que trabajar, disponer de unas horas de descanso o hacer la compra y a todo esto hay que añadirle el correspondiente tiempo de desplazamiento en coche y al final no nos cunde en un día. Todo ello nos repercute y dificulta que podamos seguir abordando otros problemas. El estrés puede estar provocado por diversos elementos como cambios en nuestra situación personal, incertidumbre, pérdida del control de las situaciones (que puede ser imaginaria o real), ambigüedad ante el momento que vivimos, o situaciones en las que no se sepamos qué hacer. Las fuentes de origen del estrés pueden ser sucesos vitales extraordinarios, eventos de menor intensidad u otros mantenidos en el tiempo, como por ejemplo: fallecimientos, despidos, problemas de tráfico, una mala relación de pareja, problemas en el trabajo... Además, hemos de tener en cuenta que el estrés se manifiesta de muchísimas formas en el cuerpo. Podemos tener desde síntomas físicos como dolores musculares, problemas digestivos, dolores de cabeza, problemas de piel, sudor frío, palpitaciones, hormigueos, sensación de ahogo..., hasta síntomas cognitivos como agotamiento mental, dificultad de concentración o para tomar decisiones, falta de motivación, irritabilidad, ganas de llorar... Al mismo tiempo, podemos tener comportamientos concretos como lloros continuados, huir de las cosas o rechazarlas, discutir, dificultades para dormir, descuidar hábitos saludables (como no comer adecuadamente, dejar de hacer deporte, consumir grandes cantidades de alcohol, trasnochar y perder horas de sueño). Todo ello acaba traduciéndose en un malestar general, tal y como normalmente indican los pacientes. Es un problema que afecta a la mayoría de la población, independientemente del género. De hecho, se empiezan a detectar casos tanto en poblaciones infantiles como en personas mayores. Constituye el motivo de consulta principal en atención primaria de los centros de salud. El estrés momentáneo o pasajero es adecuado porque nos permite movilizarnos para afrontar adecuadamente una situación concreta (por ejemplo: un viaje, una mudanza...). Sentir en esos momentos estrés es normal porque nos permite prepararnos bien y no echar en falta nada. Como has podido comprobar el estrés no constituye en sí una enfermedad, pero si se mantiene durante largos periodos de tiempo tiene un gran coste para la salud y puede originar un gran desgaste al organismo. ¿Cómo? Disminuyendo la efectividad del sistema inmune. Por ejemplo, no es extraño ver a estudiantes que, al final del período de exámenes, caen enfermos porque han atravesado un largo periodo de estrés y su sistema inmune ha hecho un gran sobresfuerzo. También el estrés mantenido en el tiempo puede provocar graves problemas de salud irreversibles como: hipertensión arterial, colon irritable y dermatitis, entre otros. Tener la idea de no padecer estrés, es incorrecto. Lo correcto es que se debe aprender a gestionarlo adecuadamente a través de diferentes estrategias que un profesional de la psicología puede enseñar. Entre ellas se encuentran técnicas de relajación, técnicas de manejo de las interpretaciones hacia los sucesos, planificación adecuada del tiempo y recuperación de hábitos saludables. En ocasiones, es adecuado acompañarlo de una medicación psicofarmacológica para ayudar a mejorar. Con esfuerzo, paciencia y dedicación del profesional y de la persona afectada, se puede recuperar el bienestar y la calidad de vida.
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Saludable-mente [2] Duelo: un camino entre el dolor y el recuerdo
Saludable-mente [2] Duelo: un camino entre el dolor y el recuerdo
Desde Información Sin Fronteras (InfoSF) te damos las claves para sobrellevar el duelo, especialmente en una época como la Navidad que se acerca. ************ Duelo: Un camino entre el dolor y el recuerdo Es tiempo de Navidad. Y a pesar del Covid, la Navidad es siempre sinónimo de alegría, magia, ilusión, vacaciones… pero también, para muchos adultos y gran parte de los mayores es una época especialmente dura. En Información Sin Fronteras lo sabemos. Algunos de nuestros familiares o amigos quedaron en el camino, y frente al brillo de las luces, los ojos se empañan una vez más al contemplar esa silla vacía en nuestras mesas. No importa que el suceso haya acaecido hace un mes o hace años. En esta ocasión el tiempo transcurrido, aunque alivie, no lo cura todo y como cada año volvemos a sentir la misma nostalgia de siempre. Es un sentimiento natural, el rescoldo de lo que conocemos como “duelo”, ese complejo proceso psicológico por el que antes o después, lamentablemente, todos pasamos. No es una enfermedad. Se trata de un estadio completamente “normal” en el que los psicólogos distinguen varias etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. No todas las personas responden de igual manera ante la pérdida de un ser querido, o incluso ante la falta de esa mascota que formaba ya parte de nuestra familia. Tampoco todas siguen el modelo establecido pero la verdad es que la mayoría si experimenta una sensación negativa que puede ir desde la alteración al adormecimiento. Vergüenza, rabia, aislamiento, miedo, incluso factores físicos como dificultad para dormir o dolores musculares son los síntomas más comunes. Pero ¿qué podemos hacer para suavizar, en la medida de lo posible, este dolor, esa infinita tristeza? Si eres quien ha padecido este suceso en primera persona recuerda que a pesar de lo difícil que resulta, has de expresar tus emociones y aceptar el dolor. Si lo necesitas apóyate en tu círculo social, déjate acompañar e intenta recordar los mejores momentos compartidos con esa persona. Siéntete agradecido por todo lo aprendido con ella y planifica una rutina que te ayude a organizar tu día a día para volver a la normalidad. Piensa que has de volver a reconstruir tu vida tras este desequilibrio, y eso, sin duda, requiere tiempo. El duelo es uno de los procesos más dolorosos que podemos sentir. No tengas prisa. Respira. Llora si lo necesitas. Cada persona siente de una forma diferente y tiene su propio ritmo. El vínculo roto necesita tiempo pero con tu voluntad y energía podrás volver a sonreir. Por otra parte, si acompañas a alguien en un duelo es imprescindible que sienta tu apoyo y compañía, máxime si la persona afectada es un niño. No le ocultes el dolor ni mientas sobre lo ocurrido. Trata de explicar el suceso acorde a su edad. Si se trata de un adulto hazle saber igualmente que “estás ahí”, que sabes lo que significaba esa persona, lo importante que era en su vida... Se paciente y no intentes restar trascendencia a sus sentimientos o a esa pérdida. No existen palabras mágicas ni frases grandilocuentes que sanen sin condición, pero estar a su lado, escuchar a esa persona y compartir su delicado momento es lo mejor que puedes hacer. Por último, si a pesar del tiempo transcurrido sientes que no terminas de afrontar esa situación, busca apoyo profesional. Expresa sin miedo y sin vergüenza lo que sientes porque aunque el dolor nos haga parecer débiles, nada hay más humano, liberador y reconfortante que compartir el peso de tu propia existencia con los demás. Busca un buen motivo, sonríe y comparte. A pesar de todas las ausencias, este año, más que nunca, ¡Bienvenida Navidad!. Gracias por seguirnos en una nueva entrega de Saludablemente.
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Saludable-mente [1] Conviviendo con la covid19: retos y claves
Saludable-mente [1] Conviviendo con la covid19: retos y claves
Desde Información Sin Fronteras (InfoSF) te damos las claves para sobrellevar la angustia y la ansiedad en estos tiempos difíciles, así como para sobreponerte cuando el miedo hace mella. ******* Nuevas olas de la pandemia por coronavirus, bien se han declarado ya, bien están a punto de hacerlo. Ante esta situación, que vivimos la mayoría de los españoles pero a la que tampoco son ajenos la mayor parte de los países del mundo, es normal experimentar ciertas emociones negativas. Lo que pretendemos desde Información Sin Fronteras, gracias a este podcast, es darte los recursos que necesitas para sobreponerte, para que no te supere la situación. Así que allá vamos: En primer lugar, es normal que aparezcan picos de ansiedad ante diferentes planteamientos que, aunque empiezan a resultarnos algo familiares, son incómodos de abordar. ¿Habrá un nuevo confinamiento? ¿Cuándo podré visitar a mi familia? La ansiedad es una respuesta natural del organismo cuando detecta una situación de amenaza, y no debe extrañarte que tu mente se sienta amenazada por las incógnitas que plantea la actualidad. Es normal sentir esta y otras emociones de forma muy intensa e incluso persistente en el tiempo. Quizá eso haga que te cueste concentrarte en las actividades que antes venías haciendo con facilidad, como por ejemplo el teletrabajo si todavía sigues en casa. También puede volver a aparecer la necesidad de revisar constantemente las noticias sobre el coronavirus. Cifras, balances, informes, estudios, restricciones aquí o allá… Y también es normal sentir una preocupación constante. Ya no solo por ti, sino también por los tuyos: has ido en metro o en autobús ¿y te habrás lavado las manos correctamente después? ¿No habrás tocado algo que…? ¿Es posible que hayas puesto en riesgo a tu madre, a tu abuela…? No nos cansaremos de decirlo. Ese miedo es NORMAL. Pero también puede trabajarse, controlarse, para conseguir que no nos limite en el día a día. Para ello es importante tomar ciertas medidas que ayudan en ese “autocontrol”. Por ejemplo: Informarse solo a través de fuentes oficiales y hacerlo, en la medida de lo posible, una sola vez al día. Mantener unos buenos hábitos de higiene y tratar de ser cuidadoso y escrupuloso, pero sin llevarlo a extremos. Identificar los pensamientos que generan malestar. Es importante aislarlos, cuestionarlos y tratar de reformularlos desde una perspectiva más coherente respecto a la situación actual. Y es que, ¿eres el único factor de riesgo que expone a tu familia a un posible contagio, o por el contrario ellos también salen de casa y pueden contagiarse en algún otro sitio? En lugar de negarse en redondo a visitar a alguien, piensa en las diferentes posibilidades que se te abren: quedar para dar un paseo en un entorno seguro, como por ejemplo un parque, o a unas horas con poca afluencia de personas… Lo ideal es que, en la medida de lo posible, cada uno mantenga el estilo de vida que tenía antes de todo esto. Si es una persona de riesgo, por supuesto que tendrá que tomar precauciones extra. Pero eso no implica hacer un drástico cambio de vida: piensa que muchas veces el remedio es peor que la enfermedad. Y el completo aislamiento en casa a lo que conduce es a soledad, a depresión… Ahora bien, por supuesto que incluso si en estos momentos podemos salir a la calle, lo ideal es mantener el contacto con el círculo social no estrecho a través de las vías alternativas. Estas son el teléfono, el whatsapp, las videollamadas… ¡Demasiado rápido nos hemos olvidado de ellas! Asimismo, debes mantener un autocuidado saludable: buena alimentación, mejor descanso y nunca abandonar el ejercicio moderado pero regular. De este modo mejorará tu bienestar y estarás alimentando tu mente, pero no solo eso: de paso estarás fortaleciendo tu sistema inmunitario frente al riesgo de contagio por coronavirus. Y no te avergüences si lo que necesitas es pedir ayuda. Expresar lo que nos ocurre y compartir nuestras emociones es la mejor forma de dejar ir a los malos pensamientos. Desde aquí te animamos a que recurras a un experto en psicología si lo necesitas. No están los tiempos como para que nadie más se quede en la estacada. Un gran abrazo de todo el equipo y gracias por escucharnos.
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