Consuelo Ordoñez posiblemente hubiera sido una ciudadana más si ETA no hubiera asesinado a su hermano Gregorio Ordóñez. Goyo para su hermana y para todos los que le trataron. Licenciada en derecho por la Universidad del País Vasco, fue secretaria judicial y procuradora en tribunales guipuzcoanos hasta su exilio en 2003, tras ser advertida ella misma de que había un riesgo cierto para su vida, ante la amenaza de ETA.
Esa amenaza de la organización terrorista, los seguimientos y datos que tuvieran sobre nuestra invitada de hoy, no eran por su trabajo en el sistema judicial, que podría haber sido, sino por haberse convertido en un símbolo incómodo, vehemente y, sobre todo, independiente, en defensa de la dignidad de las víctimas, que señalaba las trampas dialécticas del entorno de ETA y a su actividad asesina, con valentía y decisión.
No en vano, COVITE, la asociación en cuya fundación participó y que preside, fue desde 1998 plural, acogiendo en su seno a víctimas de grupos terroristas de la ultraderecha franquista con vínculos con las cloacas de un estado gobernado por Suárez y la UCD; con grupos de guerra sucia, como los GAL, organizados por elementos del gobierno socialista de Felipe González, como ha quedado acreditado en los tribunales y, por supuesto, también compuesta por víctimas de ETA. La organización que más asesinatos y atentados ha llevado a cabo en Euskadi y Navarra, en el resto de España e, incluso, en territorio francés, con muchísima diferencia sobre el resto.
Una mujer libre, ubicada por muchos como miembro del Partido Popular, partido en el que jamás ha militado, quizás ahora más que nunca, es percibida en toda su libertad de pensamiento. Azote de gobiernos como el de Zapatero, en la última década ha sido la voz de las víctimas frente a los gobiernos del Partido Popular y de un tiempo a esta parte, la señaladora principal de la hipocresía de los líderes y portavoces del PP en la oposición, que acusan al gobierno de aquello que ellos hicieron en el pasado.
Defensora de que los presos terroristas cumplan sus penas, sin que le preocupe demasiado si esto es más cerca o lejos de sus familias, apuesta por un futuro en el que todos recordemos que la situación que ahora disfrutamos, sin ETA y con un horizonte de paz y esperanza, debemos agradecérsela a las víctimas, a quienes debemos reconocer, como decía un antiguo lema etarra, con honor y recuerdo.
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