Por un ataque de celos me he venido a dormir al coche

Javi. Hola. Sí, qué tal, buenas noches. Buenas noches Luis. ¿Qué tal, cómo estás? Pues muy mal.

¿Qué ocurre Javi? Pues que tengo un problema con mi mujer. Vaya, sí. ¿Desde cuándo? Discutimos el viernes, el viernes no fui a dormir a casa. Volví el domingo con ella y el lunes por otra vez me marché. Vaya. ¿Cuánto tiempo hace que estáis, estáis casados? Sí. ¿Cuánto tiempo hace? Cinco años. ¿Cinco años? ¿Qué edad tenéis? Pero llevo con ella 22. Vaya, ¿qué edad tenéis? Yo 35, llevamos desde los 13 años juntos. Vaya, ¿tú 35 y ella? Ella 35 también, vamos al colegio juntos.

¿Y tú dónde estás ahora, en casa de quién? No, yo estoy durmiendo en la furgoneta. ¿En la furgoneta? Sí. Vaya. ¿Y tu mujer por qué, a ver, por qué ha ocurrido esto? Pues por mi celos, porque yo no he tenido nunca celos, en mi vida he tenido celos. Entonces ella ahora la han subido de cargo, claro, y ella pues ahora trata más con los hombres porque es su trabajo, tiene que mandar.

¿Trabajáis juntos? No. ¿Trabajáis juntos? No, yo trabajo en lo mismo que ella, pero yo en gran oyella y aquí, en este pueblo. Comprendo. Entonces yo la metí a trabajar aquí, yo la metí y yo me fui a otro pueblo a trabajar. Y entonces ella la han subido de cargo, yo me alegré, me siento muy bien, muy enhorabuena, es una chica que es fabulosa, se ha sacado todos los carnes de primera porque le hace falta para su trabajo. Y yo he cogido unos celos, que yo no sé de dónde vienen estos celos. ¿Pero no son fundados estos celos? No. ¿Son imaginarios? Son míos, imaginarios míos. Porque los he comprobado y no son falsos.

Oye, si tú ya lo has comprobado y ves que son falsos, pues entonces puedes volver con ella y no tener celos. Sí, el problema es eso, el problema es que yo hablé con ella, le dije, mira, lo siento, ha sido un fallo mío, lo reconozco, y ella también, pero yo la vi a ella que sufría, ¿sabes lo que te quiero decir? Pero ¿qué ocurrió exactamente? ¿Para qué te marchabas? Pues estuvimos hablando, hablando, y le dije, yo digo, ¿a dónde vas? Le dije, voy al parque, porque ya todas las tardes se juntaban las amigas en el parque.

Y entonces yo la hablé hablando con un chico, ¿no? Y cuando subió para casa, ¿y lo qué? Pelando la paja. Cosas mías. Ya no nos hacemos los dos. ¿En la calle? No, no, no. ¿En casa? Sí.

Porque la habías visto hablando con un chico. Sí, la había visto separada, así que estaba las amigas hablando ya, yo ya aparte con el chico. Pero ¿no tiene mayor importancia? No tiene ninguna importancia, pero los celos, ¿no? Entonces le dije, bueno, pues, le chillé un poco, le dije no sé qué, y me enfadé y me fui. Y no parecía trabajar el día. ¿La maltrataste? No, nunca.

Sí, me dijo que por eso, por no hacerla sufrir. ¿Por una discusión? Por una discusión, nada. ¿Entonces estuviste el sábado y domingo fuera? No, no. Me metí en la furgoneta a dormir y me pilló, durmiendo en la furgoneta.

¿Ella te pilló a ti? Sí, porque ella cuando trabaja por el pueblo dando vueltas, pues me enganchó, yo no me di cuenta. Y me dice, pero Javi, ¿cómo te pones a dormir en la furgoneta? ¿Le puede pasar algo? Y yo dije, mira, me estaba cabreado, no te quiero dar el disgusto y me he ido.

Que se me pasen los celos y dándole vueltas a la cabeza porque ha pasado. Yo mismo recuperándome diciendo, tonto, que tonto eres Javi, ¿qué estás haciendo? Yo reconozco el fallo mío, ¿me entiendes? Entonces el lunes fue cuando la vi otra vez y otra vez me hizo la ataque de celos y se lo dije, cuidado que tú vas a estar hablando con este chico, pues mi trabajo, un compañero de trabajo, es un compañero de trabajo justamente.

Perdón, es que tengo la voz. No te apures. Y entonces se lo dije y le dije, tú estás sufriendo, dime la manera que me tratas, pues sí, lo que estás insinuando, pues también, pues me marcho de casa, tú te lo piensas y así hemos quedado.

Y así hemos quedado, entonces yo me he ido, pero llevo tres días que ya no aguanto más. Y entonces ella me mandó un mensaje a mí por el teléfono y me dijo que mi hijo lo estaba pasando muy mal. Tengo dos hijos, uno con ocho años y otro con quince. Y el niño se ha puesto en la pantalla, yo ponía una foto, no come, lleva dos días sin comer y entonces hoy me ha mandado otro mensaje y he ido a ver al chico a ver qué le pasa.

Y el niño, pues claro, no me dice lo que le pasa. Sé lo que le pasa, porque sé el problema este, pero no me lo quiere decir. Y el niño no quiere ni de excursión, entonces yo le digo, toma hijo, dos cincuenta euros, tú vete de excursión, que esto son cosas de papá y mamá, que se enfadan, pues como todas las familias se enfadan.