
Por caminos raros, t5, cap3: de pérdidas y homenajes

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Para esta nueva entrega de Por caminos raros, Jesús Panadero y Txux Bodegas han parado máquinas. No marca de agotamiento, no detención sino estación para recordar a los que se han ido, para asegurarse de que están ahí y lo estarán siempre. Para reagrupar las experiencias y acomodarlas mejor al cuerpo.
Recordar. Traer al corazón de nuevo. Y alimentarlo con la presencia de lo que nunca le podría estar ausente porque es su propia pulsión, su materia. Cual mundana piedra de la resurrección: llevar consigo sin cargar con renuncia ni pena. Vida siempre nueva, como homenaje que incorpora y actualiza. Cartografía del aceptar y el rebelarse, de la desesperación y la espera. Recordar. Recordar.
Para esta nueva entrega de Por caminos raros, Txux Bodegas y Jesús Panadero nos invitan a hacer recuento de lo que nos hace vivir y amar la vida. Y a dejarlo florecer.
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La vida te lleva por caminos raros, por la esquina más perdida de los mapas, por canciones
que tú nunca has cantado, la vida te lleva por caminos raros, la vida te mira con los
labios...
Bienvenidos una vez más a esta nueva edición de Por Caminos Raros, su cita radiofónica
bimensual en la que mezclando música, literatura y algo de cine, se pretende cartografiar territorios
aún por inventar.
Al micrófono Jesús Panadero, a la ejecución de un guión salido del averno mental de un
ser, sus bodegas, que mirando fijamente los ojos del silencio, le reta a leer quien habla
antes.
Lo dicho, bienvenidos a Por Caminos Raros, un programa producido para Radiopatía, la
radio de lo común, hecha en cien pozuelos, para todo el orbe conocido y cualquier glacia
aún por descubrir.
Es este un caminar decidido, aunque no llevemos prisa, decidido hacia la nada, recorremos
paso a paso un camino que nos toca andar solos, con gente alrededor, pero solos hemos de llegar
al final, vemos en nuestro inesorable discurrir por el trezo, como nos sueltan o soltamos
de la mano a quienes iban con nosotros, o a quienes encontramos a nuestro paso, y yendo
hacia adelante, nos vamos cargando de pérdidas y ausencias, toca, cuando podemos y de vez
en cuando, algún momento de descanso, y bebemos con ansia el agua del recuerdo que jamás quita
la sed del alma, y tan solo, en esos tragos, apenas nos refresca el consuelo de llenar tanto
vacío con la presencia fugaz, pero en ese instante tan real, de quienes fuimos dejando
atrás en el camino.