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By Fit Generation Fit Generation
Por qué deberías comer ajo todos los días (según la ciencia)

Por qué deberías comer ajo todos los días (según la ciencia)

3/23/2025 · 09:39
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Fit Generation Episode of Fit Generation

Description of Por qué deberías comer ajo todos los días (según la ciencia)

¿Qué beneficios tiene comer ajo todos los días? Históricamente, el ajo ha sido un alimento muy valorado por sus posibles efectos positivos en la salud. Pero, ¿realmente son tantos como se dice? En este vídeo, nuestro profesor Gonzalo Quesada (@datosconciencia) analiza la evidencia científica y aclara qué hay de cierto.


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ÍNDICE DEL VÍDEO

00:00 Introducción al vídeo
01:59 ¿Por qué el ajo es tan interesante?
03:03 Biodisponibilidad del ajo
04:32 Impacto del ajo en la salud
07:43 Impacto real del consumo de ajo
08:41 Conclusión del vídeo

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Desde hace más de 5.000 años, el ajo ha acompañado a la humanidad en su lucha por la supervivencia.

En el Antiguo Egipto, los obreros que construyeron las pirámides recibían raciones de ajo a diario para mantener su resistencia y evitar enfermedades.

El Códex Evers, uno de los textos médicos más antiguos del mundo, documenta múltiples usos del ajo en la salud.

Se prescribía para problemas circulatorios, infecciones parasitarias e incluso para tratar lo que parecían ser tumores o abscesos.

En la Antigua Grecia, el ajo era incluso una estrategia de guerra.

Los soldados espartanos lo comían antes de la batalla, creyendo que les otorgaba fuerza y coraje.

Durante los primeros Juegos Olímpicos, los atletas lo consumían como un rudimentario suplemento para mejorar su rendimiento.

Y si viajamos a la Antigua Roma, encontramos que los médicos recomendaban ajo para casi todo, desde mejorar la digestión hasta limpiar las arterias, siglos antes de que la ciencia descubriera cómo funciona el sistema circulatorio.

Pero el ajo no solo reinaba en Occidente.

En China, Japón o India, las antiguas medicinas lo usaban para combatir infecciones, aumentar la energía y hasta mejorar la potencia masculina.

Incluso en la Biblia, los esclavos hebreos lamentaban haber perdido su acceso al ajo tras huir de Egipto con Moisés, lo que nos habla de lo fundamental que era en su dieta.

Lo más asombroso es que, aunque todas estas civilizaciones se desarrollaron en aislamiento, todas llegaron a las mismas conclusiones sobre el ajo.

Era un alimento esencial para la salud y la longevidad.

La pregunta que todos nos hacemos ahora mismo es, ¿habría confirmado la ciencia todas estas creencias o es otra historia para no dormir? Mi nombre es Gonzalo Quesada, soy Director Pedagógico del Área de Nutrición de Fit Generation y en este vídeo te voy a contar con base en la evidencia por qué deberías incluir ajo en tu dieta.

Pero antes tengo algo muy importante que decirte.

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Te dejo toda la información en la descripción del vídeo y en el comentario fijado.

Y ahora sí, ¡vamos al ajo! El ajo no es solo un ingrediente clave en la gastronomía mundial, sino que también es una de las especias más estudiadas por la ciencia debido a su impresionante variedad de compuestos bioactivos.

Algunos investigadores sospechan que sus efectos sobre la salud se debe a la combinación de compuestos azufrados, polifenoles, flavonoides y otros fitonutrientes.

Uno de los aspectos más fascinantes del ajo es la complejidad de sus compuestos y cómo estos interactúan con el cuerpo.

Entre los principales destacan los compuestos organosulfurados, como la alicina, el ajoeno y el dialil disulfuros, que creemos que son responsables de gran parte de sus beneficios terapéuticos.

Estos compuestos tienen propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, antimicrobianas y reguladoras del metabolismo.

Desde una perspectiva bioquímica, los estudios han demostrado que los compuestos del ajo pueden modular diversas rutas metabólicas y celulares.

Por ejemplo, se ha observado que afecta la vía del factor nuclear Kb, un regulador clave en los procesos inflamatorios y en enfermedades crónicas como la diabetes y el cáncer.

También tiene un impacto en la vía MPK, una enzima central en el metabolismo energético que influye en la sensibilidad a la insulina y la regulación del azúcar en sangre.

Sin embargo, hay un detalle que muchas veces se pasa por alto.

No todos los compuestos del ajo están disponibles de la misma manera en el organismo.

La biodisponibilidad de estos compuestos varía en función de cómo se consume el ajo.

Al cortar o machacar los dientes de ajo crudo, se activan las enzimas alinasa, que convierte la alinina en alicina, el compuesto responsable de muchas de sus propiedades.

No obstante, la alicina es inestable y tiende a descomponerse rápidamente en otros compuestos, lo que afecta su absorción y su efectividad en el cuerpo.

Un estudio reveló que tras la ingestión de ajo en polvo, ciertos compuestos como el dialil disulfuro no se detectaban en la orina después de 6 a 24 horas, lo que sugiere que su metabolismo es rápido y su eliminación también.

Además, los compuestos azufrados del ajo tienden a metabolizarse en el hígado y pueden ser exhalados a través del aliento, lo que explica su característico olor tras el consumo.

Debido a esto, los investigadores han explorado distintas formas de procesar el ajo para mejorar su biodisponibilidad.

Se ha visto que el ajo añejado, que pasa por un proceso de envejecimiento en el que sus compuestos se transforman en formas más estables, tiene una mayor absorción en el organismo y un menor impacto en el aliento.

También se ha investigado el uso de suplementos y extractos concentrados que buscan preservar los compuestos más activos en dosis controladas.

La absorción y el metabolismo del ajo también pueden verse influenciados por otros factores, como la composición de la dieta.

Se ha observado que consumir ajo junto con alimentos ricos en proteínas puede reducir la cantidad de compuestos disponibles en la sangre, mientras que la presencia de grasas saludables podría favorecer su absorción.

Pero más allá de la biodisponibilidad, lo que realmente importa es el impacto que tiene en la salud.

En los últimos 20 años, múltiples ensayos clínicos han evaluado los efectos del ajo en enfermedades como el cáncer, las patologías cardiovasculares, la diabetes y los trastornos metabólicos.

Uno de los campos en los que más he investigado es su papel en la reducción del estrés oxidativo y la inflamación, dos procesos clave en el desarrollo de muchas enfermedades crónicas.

En primer lugar, el ajo es una fuente potente de antioxidantes gracias a su contenido en compuestos fenólicos y azufrados.

El estrés oxidativo, causado por el cáncer,

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