
¿Por qué los jóvenes no recurren a los bancos? Autoexclusión financiera en la población joven
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Con la precariedad acechando, ¿por qué la juventud española vulnerable se aleja de los servicios financieros que supuestamente les ayudarían? Este estudio cualitativo desvela que no es solo desconfianza, sino la convicción de que los bancos amenazan su ya precario bienestar, impulsándolos a una autoexclusión defensiva. Así, en lugar del sistema formal, encuentran en sus redes familiares el único salvavidas para gestionar su dinero y afrontar los golpes económicos inesperados.
Shevchenko Shevchenko, A. (2025). Autoexclusión financiera en la población joven en España: un enfoque cualitativo. Revista Española de Sociología, 34(2), a261. https://doi.org/10.22325/fes/res.2025.261
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Hoy una pregunta que, la verdad, da que pensar.
¿Por qué alguien que podría usar un banco, sobre todo si no lo está pasando bien económicamente, decide activamente no hacerlo? Parece ir contra la lógica, ¿verdad? Sí, totalmente.
Es algo que choca a primera vista.
Pues justo de eso vamos a hablar.
Nos vamos a meter a fondo en una investigación muy interesante de Anastasia Shevchenko.
Salió publicada en la revista española de sociología.
Y analiza esto, la autoexclusión financiera, concretamente en jóvenes de 18 a 35 años aquí en España.
Un tema clave, sí, señor.
La idea es entender por qué este grupo, que quizá necesitaría más apoyo financiero, muchas veces ve los bancos y sus servicios no como una ayuda, sino casi como una amenaza para su futuro.
A ver qué encontró el estudio.
Pues vamos a ello.
El concepto central aquí es este de autoexclusión financiera, que no es no poder acceder, ojo, sino la elección, la decisión de quedarse fuera.
¿Qué dice el estudio sobre esto? Pues mira, eso es justo lo más llamativo del estudio.
La investigación, que se basa en entrevistas en profundidad cualitativas, revela que los jóvenes en situaciones económicas más bien vulnerables eligen no participar.
Se autoexcluyen porque ven los productos financieros, ya sabes, préstamos, tarjetas de crédito, todo eso, más como un riesgo a futuro que como una posible ayuda para imprevistos o para conseguir metas.
O sea, que hacen un cálculo activo de riesgo-beneficio y les sale negativo.
Exacto.
Es una evaluación consciente del peligro potencial, una especie de mejor no me meto en líos.
Interesante.
Es como una estrategia defensiva.
Pero, a ver, ¿qué alimenta esa percepción de riesgo? ¿De dónde sale esa desconfianza tan grande? Pues el estudio apunta a varias cosas.
Primero, y muy importante, la precariedad.
La laboral, imagino.
Claro, la laboral y la de ingresos.
Contratos temporales, sueldos bajos, mucha incertidumbre.
Todo eso genera un miedo, pero un miedo atroz, a endeudarse y luego no poder pagar.
Lógico.
Algunos es que creen directamente que no cumplen los requisitos que piden los bancos o tienen miedo a que les engañen, a estafas.
Claro, el miedo a lo desconocido y a no poder controlar la situación.
¿Hay algo más aparte del miedo a la deuda en sí? Sí, sí.
Otro factor clave es la falta de conocimiento financiero.
Digamos, la poca formación en estos temas.
La educación financiera, que siempre sale.
Exacto.
Esa falta de conocimiento agudiza la desconfianza.
Se sienten poco preparados para entender bien los productos, las condiciones.
Hay una cita muy buena en el estudio.
Una chica decía algo como...
A ver...
Para mí, el mundo financiero es muy ajeno y me daría mucho trabajo introducirme más.
Entonces, me siento muy engañable.
¡Uf! ¡Qué frase tan reveladora! Me siento engañable.
Totalmente.
Y la percepción general que capta el estudio es esa.
Los bancos van a lo suyo, buscan su beneficio y no son del todo transparentes.
Ya.
Si no lo entiendes, es más fácil pensar que te la quieren colar, claro.
Y las experiencias previas influyen.
Las propias o las de gente cercana.
Definitivamente.
Las malas experiencias pesan mucho, sean propias o de familiares.
El estudio, por ejemplo, menciona el caso de una madre que tuvo problemas serios con un crédito de estos rápidos, un crédito express.
Claro, eso marca.
Pues esas historias refuerzan la visión negativa y la decisión de decir...
Mira, yo del sistema financiero formal, mejor lejos.
Entendido.
Vale, entonces, si desconfían del sistema y lo evitan, ¿cómo se las arreglan? Quiero decir, ¿cómo gestionan su dinero día a día? ¿Qué alternativas usan? Pues básicamente dos estrategias.
Por un lado, un control de gastos superestricto.
Tipo hoja de cálculo.
Sí, sí, casi al céntimo.
Apuntando todo, recortando muchísimo en ocio, en salidas.
Una entrevistada contaba eso, que iba apuntando menos siete euros en no sé qué, menos dos en el café.
Y claro, la semana siguiente tocaba quedarse en casa.
Qué agobio.
Y la otra estrategia, que es fundamental según el estudio, es recurrir a la familia, a las redes familiares.
Ah, la familia como red de seguridad.
Exacto.
La familia, sobre todo los padres, actúa como fuente de consejo, pero también, y esto es crucial, como apoyo económico directo si hay un imprevisto o una necesidad.
El banco familiar.
Eso es.
Y ofrece algo que los bancos no les dan, sensación de seguridad, confianza, un trato personal.
Todo lo contrario a la percepción fría, impersonal y a veces hostil que tienen de las entidades financieras.
Entiendo la lógica, aunque supongo que no será igual para un chaval de 18 que para alguien de 30, ¿no? ¿El estudio ve diferencias por edad? Sí, sí, hay matices.
Los más jóvenes, digamos entre 18 y 24.
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