

Description of Postales sonoras desde Saint-Malo
En este episodio especial y breve de Fotorrodando, te llevo conmigo a Saint-Malo, una joya amurallada en la costa bretona.
Grabado a pie de calle, entre lluvia, adoquines y el aroma a galette recién hecha, este paseo sonoro recoge mis impresiones, sabores y reflexiones en una ciudad donde la historia se mezcla con el salitre del mar y el queso de los Alpes se funde en una crêpe bretona.
Un episodio íntimo y espontáneo, sin motorhome esta vez, pero con la misma mirada curiosa que siempre.
¿Te vienes a caminar conmigo por Saint-Malo?
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Bienvenida, bienvenido a Fotorrodando. Soy Gramone Gin y esto es Fotorrodando en su versión más ligera, improvisada y callejera. Este es un proyecto de la red de podcast de Academia de Fotógrafos. Hoy te hablo desde San Malo, en la región francesa de Bretaña. Vine buscando historia, corsaria, galette y un poco de mar y me he encontrado con una ciudad que huele a piedra mojada, queso fundido y viento atlántico.
Me he echado el micro al bolsillo y he salido a pasear. ¿Vienes conmigo? Caminar por San Malo es como entrar en una novela. Las murallas te rodean como un abrazo de granito y cada calle estrecha parece tener una historia que sólo se cuenta cuando empieza a llover, como ahora, aunque parece que es intermitente.
Me encanta viajar así, sin prisas, sin guión, sólo con los sentidos despiertos. La lluvia me ha sorprendido justo cuando iba a grabar el mar, pero eso es San Malo, imprevisible, cambiante, viva. En vez de mar tengo gotas en la cara y eso también es parte del viaje. Me he refugiado en una heladería, la Artisan Sánchez Intramuros.
En la enorme carta hay helados gigantes, batidos y smoothies, también tartas y dulces típicos de esta región. Delicioso Farbreton junto a un cappuccino para descansar y recuperar fuerzas. La lluvia suaviza los sonidos, hace que todo se vuelva más íntimo. San Malo con sol es bonito, pero con lluvia se vuelve más verdadera. Y hay algo muy hermoso en eso, dejar de perseguir postales y empezar a vivir lo que el día te regala.
A veces no necesitas hacer fotos ni grabar entrevistas para contar una historia, basta con abrir los sentidos y dejar que las gotas cuenten lo que tú no sabes decir. Como te decía al principio, San Malo está ubicada en Bretaña, tiene una rica historia que abarca desde la época romana hasta la actualidad.
En la época gala los corosiolitas ocuparon el área y los romanos desarrollaron el puerto de Alet, actual San Gerván. En el siglo III los romanos fortificaron Alet, mientras que la isla de San Malo permaneció deshabitada hasta el siglo V, cuando el monje galés Maclovio San Malo se asentó allí.
Durante la Edad Media los ataques normandos llevaron a la población a refugiarse en San Malo, que se convirtió en un importante puerto y sede episcopal en el siglo XII. Su lema refleja su espíritu independiente, ni bretón ni francés, malvino soy. Entre 1590 y 1594 San Malo se declaró independiente como república. Posteriormente, con el auge del comercio ultramarino y el descubrimiento de América, la ciudad prosperó como centro económico gracias a comerciantes y corsarios famosos como Jacques Cartier, descubridor de Canadá, y Surcoz.
Las murallas medievales fueron ampliadas en el siglo XVIII para proteger la ciudad. Ya durante la Segunda Guerra Mundial San Malo sufrió grandes daños. El 80% de sus edificios e intramuros fueron destruidos. La ciudad fue reconstruida respetando su estilo histórico. Hoy en día San Malo es conocida por su arquitectura histórica, mureas impresionantes y eventos culturales vibrantes como festivales marítimos y teatrales. San Malo es un símbolo de resistencia e independencia con una rica herencia marítima y cultural.
Desde el puerto de San Malo, gracias por acompañarme en este paseo sonoro bajo la lluvia bretona. Hoy no ha habido fotografía de mar, pero sí hubo piedra mojada, queso saboyano en una galet bretona y una ciudad que parece sacada de un libro de aventuras. Yo soy Ramón Ellín, esto es Fotorrodando y San Malo ya es parte de mi colección de lugares que no se olvidan.