La primera checa de Madrid - Con Petón

Bienvenidos a esta nueva edición de Cara a Cara, en la que tendremos el inmensísimo placer de charlar con José Antonio Martín Otín, más conocido como Petón. Petón, muchísimas gracias por haber accedido a esta invitación.

Gracias a ti por invitarme. La verdad es que juego en casa y además estoy sometido a la presión de Jano, ese librepensador infame que me hubiera dado de collejas si no vengo a estar aquí con nuestro amigo Álvaro un rato. Y me encanta, él manda mucho aquí.

Manda mucho.

Debo decirte que leí en algún lugar de la historia de Roma de Indro Montanelli, que este hombre se había dedicado a muchísimos oficios y en su momento me quedé muy impresionado, y repasando tu biografía debo decirte que la vida de Indro Montanelli me parece monótona y lineal en comparación con la tuya.

No, la mera comparación con don Indro ya es abrumadora e injusta, no es así. Pero es verdad que he hecho muchas cosas y obedece algo que me dijo mi padre cuando yo me fui de casa con 21 años. Fui a jugar al fútbol, me fui a Huesca, y lo último que me dijo él es, hijo, haz todo lo que puedas, pero hazlo bien. Me lo decía porque yo iba a jugar al fútbol y a trabajar en Radio Huesca al mismo tiempo. En segunda división era absurdo, tú piensas ahora a un futbolista que al mismo tiempo se tiene ocho horas en la radio currando...

Pero yo había terminado la carrera un día antes de firmar por el Huesca, que me llaman ese mismo día, y entonces desoí todo lo que tenía, algún equipo de primera y demás, para poder compatibilizar. Eso marcó mi vida. Y mi padre me estaba diciendo algo que luego vi que decía Ortega, hagamos bien lo que tenemos que hacer.

Es decir, si usted es picapedrero, pique bien. Claro, luego eso es más complicado si al final no tienes la capacidad de acotar en un momento determinado. Decir, detente aquí, no hagas tantas cosas que anule cualquiera otra de las que ya has empezado. Pero bueno, más o menos nos hemos defendido, no como instrumental.

Si te parece, para que la gente vea que no exagero, a modo de ejemplo recordaré que te licenciaste en ciencias de la información, has sido futbolista, has sido representante de jugadores, has sido director de emisoras de radio, has sido director de productoras, has sido comentarista deportivo, has sido comentarista de otras muchas cosas, has sido también escritor... Y de algún modo, que yo no termino de entender cómo es físicamente posible, has sacado muchísimo tiempo para leer también. Te preguntaban en una entrevista de qué relación tenías con los libros y me gustó mucho la respuesta. Respondiste que te tenían sometido, que estabas esclavizado por ellos.

Entonces, para ir rompiendo el hielo, quería empezar preguntándote qué te proporcionan los libros para que de algún modo aceptes o te resignes a ese sometimiento por parte de ellos.

Satisfacen mi curiosidad, que es lo más importante. Al principio era fan de aventura, cuando con siete años y aprovechando que mi padre curraba como un salvaje, se iba a las 8 de la mañana y volvía a las 10 de la noche. Me metí en la biblioteca familiar, que en parte estaba vedada, porque claro, yo con 11 años me leí el de Camerón, pues me cago en 10, chavalín, casa de muñecas, de Ibsen, pero este tío... Porque leía todo, o sea, empecé por el principio y era fan de aventura, porque los libros te meten en esos mundos inexplorados por el ser humano. No conocemos lo que está dentro hasta que los leemos y nos metemos en ellos.

Entonces tenía los que me daban como posible receptor de esos mensajes, que eran los de aventura, Salgar y tal. Había una colección que era los libros de la historia, que era texto y estaba muy bien, porque cada cuatro páginas me parece había dos de viñetas, y era el libro y al mismo tiempo un cómic. Era como un TVO donde se resumía. Entonces el niño Facilón iba al cómic y el otro iba al texto, y yo iba al texto y al cómic. Ya era un ansioso. Si entras tan pronto en el amor a los libros, ya estás envenenado. Esa es una adicción que te voy a contar, que se te ven los ojos.